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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Quién lo diría: ya tenemos un año sin ver a Fidel Castro en vivo. El decrépito tirano de la isla bella cumplió ya doce meses sin aparecer en público; pero todo parece indicar que, a pesar de su mala salud, continúa lúcido y moviendo los hilos del poder que tan bien ha sabido mantener durante casi medio siglo.

Cuando Fidel le cedió el poder “de manera transitoria” a su hermanito Raúl, muchos pensaron que estaba al borde de la tumba. Y al parecer sí llegó a ver a la Parca muy de cerca. Pero no por nada tiene a su servicio las mejores atenciones médicas que se puedan conseguir en este mundo. Así que ahí sigue, vivito aunque quién sabe si coleando.

Entre tanto, su hermano Raúl ha conducido la nave del Estado cubano con mano flexible. Sin tener el carisma de Fidel, Raúl ha sabido jugar una baza que le ha servido muchísimo: ser el Comandante de las Fuerzas Armadas, la espina dorsal de un régimen que ha sabido adaptarse de múltiples maneras a un mundo que, cambiando continuamente, ha dejado atrás a los regímenes comunistas.

Raúl siempre había sido considerado como más pragmático, menos ortodoxo, más desapegado a la ideología que Fidel. Algo de eso dejó translucir en su discurso del 26 de julio, cuando se conmemoró un aniversario más del mítico ataque al cuartel Moncada. En él, Raúl Castro reconoció el desastre económico que es Cuba; instó a sus compatriotas a echarle más ganas a la productividad, esforzándose en ser competitivos. Y para que no quedaran dudas de por dónde andan sus ideas, hizo un llamado a la comunidad internacional para que lleguen inversiones extranjeras a la isla. Para cerrar con broche de oro, hizo gala de futurismo y le tendió la mano a quien quiera que pase a ocupar la Casa Blanca en enero de 2009.

Como suele ocurrir con ese tipo de mensajes provenientes de un régimen dictatorial, hay que tratar de entenderlo leyendo entre líneas. Si alguien cree ver en él una crítica a Fidel, pienso que la cosa no va por ahí. Más bien, es una preparación para lo que pueden ser cambios sustantivos en la política económica del régimen. El fracaso cubano es tan patente que tiene que haber un cambio de ruta urgente y radical. Y al parecer Raúl ya previno a sus sufridos paisanos sobre lo que se avecina: una apertura que, quizá, siga el modelo chino: capitalismo en lo económico, pero el Partido Comunista no pierde el control ni una pizca.

Quienes pensaban que con la ausencia de Fidel su régimen se vendría abajo han resultado estar equivocados. Pero esa misma ausencia ha facilitado las cosas para que, todo parece indicar, se dé un golpe de timón y el barco cubano tome una nueva ruta. Ya veremos si las reformas funcionan… o llegan demasiado tarde. Y falta ver cómo se las ingeniará la dirigencia cubana para sobrevivir cuando, finalmente, Fidel deje la escena de manera definitiva. Las cosas se van a poner muy, pero muy interesantes en los próximos meses.

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