¿Adiós al WSJ?
El mundo de los medios de comunicación norteamericano, sin duda el más grande y poderoso del mundo, recibió un severo shock la semana pasada. Y es que se aprobó la venta de uno de los periódicos más venerables y prestigiosos de los Estados Unidos. No sólo eso: se le vendió a un extranjero que es universalmente considerado un filibustero, un mercenario dedicado a hacer dinero de cualquier forma posible, sea éticamente o no. Fue algo así como venderle el Sanborn’s de los Azulejos a Jorge Hank, para que instale ahí una casa de apuestas o de masajes o cualquiera otro de sus cerdísimos negocios.
El caso es que la empresa Dow Jones, de la que depende el periódico Wall Street Journal, aceptó un compromiso para ser vendida a Robert Murdoch, de quien se dice sólo le falta el parche, el garfio, la pata de palo y el perico sobre el hombro. Muchos periodistas norteamericanos respetables consideran un insulto el que un medio tan señero quede en esas manos. Peor aún: algunos lo ven como una temible tendencia para el futuro.
Durante mucho tiempo y especialmente en los años ochenta, el Wall Street Journal fue un modelo de periódico no sólo exitoso, sino ejemplo de aquello a lo que aspira un medio noticioso serio: era profundo, agudo, con amplísima cobertura, detentaba una plantilla de reporteros y editorialistas de primera y hasta se daba el lujo de ser divertido. En ese periodo se convirtió en el primer periódico de circulación nacional en los Estados Unidos. Y de a de veras, no como aquí en México, donde los medios chilangos se empeñan en llamarse así y no los lee nadie más acá de las Torres de Satélite.
Luego el Wall Street Journal fue perdiendo a su mejor gente, cambiando su imagen y estilo y corriéndose cada vez más a la derecha. De repente y sin darnos cuenta, nos encontramos al WSJ defendiendo vitriólicamente las posturas más extremas y estúpidas del conservadurismo norteamericano. Algunos dicen que ahí perdió su alma, su sentido y buena parte de su circulación. Lo cierto es que cada vez fue siendo menos negocio y cada vez más carga.
Dígase lo que se diga, no sabemos qué vaya a hacer Murdoch con el veterano medio. Por supuesto, resulta muy improbable que vaya a convertirlo en un tabloide escandaloso y amarillista como otros que tiene. Pensar en que va a desbaratar un juguetito tan caro y prestigioso a las primeras de cambio es no conocer a ese viejo lobo de mar. Pero aunque el Journal retenga buena parte de su espíritu, para muchos no deja de ser triste que haya tenido ese destino y terminado como propiedad de un bucanero que ya tiene sus zarpas en medios de comunicación de cuatro continentes. ¿Es ése el futuro?
La verdad, no sólo en Estados Unidos debería verse la situación con alarma. Acá en México podríamos echarle un vistazo… y ponernos a pensar.