ELECCIONES DECEPCIONANTES
Las elecciones locales celebradas el domingo pasado en tres entidades de nuestro país demuestran que la gente se está cansando de una democracia que no reditúa frutos, hartando de una partidocracia estéril e incapaz de responder a los grandes retos nacionales. Y eso es muy peligroso, porque si dejamos morir a nuestra democracia niña, las tentaciones del autoritarismo serán cada vez mayores. Y no sería justo regresar a prácticas del pasado que todos sabemos a dónde nos condujeron.
Oaxaca es un ejemplo perfecto de esto. El desgobierno de Ulises Ruiz ha hecho mella en la participación política de los oaxaqueños. Sólo uno de cada cinco ciudadanos se dignaron acudir a las urnas. Ese 20% le dio un triunfo aplastante al viejo corporativismo priista; y peor aún, la oportunidad para que ese representante de lo más impresentable del tricolor se diga avalado por sus paisanos.
Para colmo, en unos meses se supone que Oaxaca volverá a tener elecciones locales, ahora para elegir ediles. Uno se pregunta qué sentido tiene separar dos comicios en el mismo año. Una muestra más del primitivismo político que tan bien ha sentado sus reales en aquella atrasada entidad.
En Baja California el abstencionismo rondó el 60%. Luego de que tanto el PRI como el PAN gastaron carretadas de dinero en unas campañas de particular suciedad, más de la mitad de la ciudadanía optó por no pararse en las urnas. De manera tal que, quien gane, no podrá decir que cuenta con el aval de una proporción sensible de la ciudadanía.
Según los últimos resultados del PREP, a Jorge Hank Rohn no le alcanzaron sus millones para comprar la gubernatura. Aunque la elección fue cerrada, al parecer el triunfo es del panista José Guadalupe Osuna. Quizá eso sea lo único rescatable del proceso bajacaliforniano: que un ejemplar como Hank Rohn no pudo hacerse del poder en ese estado… dado que semejante situación sólo presagiaría peores noticias en muchas otras partes. Si un hombre con la trayectoria y los antecedentes de Hank hubiera sido electo gobernador, ¿qué otras calamidades nos traería aparejadas el futuro?
En Aguascalientes, un estado relativamente más próspero, el PAN salió perdiendo, y feo. Al parecer la gente tuvo más en cuenta los perfiles de los candidatos que el color de los logotipos a la hora de marcar la boleta. Lo que sí es que, una vez más, las divisiones dentro de las filas del blanquiazul propiciaron su derrota. Los panistas de Coahuila deberían poner sus barbas a remojar.
Lo que destaca de la jornada dominical fue la abulia y apatía ciudadanas. Pero con esos candidatos, esas campañas, esa clase política, ¿a alguien le extrañan los niveles de desencanto ciudadano que encontramos?
