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El comentario de hoy

FRANCISCO AMPARÁN

A la chita callando, la semana pasada los británicos les dieron una pésima noticia a sus aliados norteamericanos. Y es que los hijos de la Pérfida Albión ya están pensando en establecer un calendario para retirar a sus Fuerzas de Irak. Y en cuanto lo hagan, la presión en los Estados Unidos para que éstos hagan lo mismo va a ser enorme… y quién sabe si la Administración Bush pueda aguantar vara. Después de todo, el tonto del pueblo que habita la Casa Blanca se ha ido quedando solo. Los arquitectos de esa atroz aventura han ido desapareciendo poco a poco. Collin Powell dijo que se fueran buscando otro gato que hiciera el ridículo desde el fin del primer periodo. Rumsfeld ya está fuera, lo mismo que Wolffowitz. Hace unos días el superasesor Kart Rove anunció que avienta el arpa en menos de un mes. Así pues, Bush ya no tiene muchos pararrayos con qué detener las andanadas que provoca el pésimo curso que ha seguido la guerra y que han provocado un descenso abismal en el apoyo del pueblo norteamericano a la misma. En cuanto los británicos den fecha de retiro, al texano le va a llover en su milpita.

Por qué los ingleses no han establecido todavía un calendario, tiene que ver con que el área que controlan (bueno… es un decir) no está tan pacificada como mucha gente cree. Desde 2003 ha sido conocimiento común que el sur de Irak, con aplastante mayoría shiíta, no era el hervidero de violencia que se presenta en los alrededores de Bagdad y en la capital misma. Pero resulta que esa apariencia de calma no es sino eso: una apariencia. El supuesto control británico sobre Basora y otras zonas del sur iraquí se ha ido diluyendo con el paso del tiempo. Que el contingente inglés, además, haya ido disminuyendo sus efectivos, sin duda, ha contribuido a ese resultado. Pero también la ausencia de paz en esos lugares es consecuencia de los muchos errores que se cometieron en los primeros doce meses de la intervención.

Un reportaje del New York Times de la semana pasada ilustraba lo poco pacificada que está la región sometida al poder británico. Un reportero afirmaba que hay lugares en los que las tropas británicas sencillamente no se paran porque tienen la certeza de ser emboscadas. Que un príncipe real de la Casa de Windsor no haya cumplido su servicio militar con su unidad que iba a ser desplegada en Irak nos dice volúmenes de qué está ocurriendo. El miedo no anda en burro… pero además se rompió una tradición entrañable de la monarquía británica: que príncipes o no príncipes, había que entrarle a los trancazos… claro, sabiendo que el enemigo no los iba a certificar como blancos necesarios.

Ante la falta de apoyo a la guerra en casa; habiendo cambiado de Gabinete y cayendo en la cuenta de que sus aliados no tienen la más zorra idea de cómo salir de ese berenjenal, los británicos han optado por decir “patas para qué os quiero”. De manera tal que la famosa “coalición de los voluntarios” armada en 2003 acabará pronto hecha pedazos. ¿Y luego? Uno tiembla al pensar qué pasará después.

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