Setenta años de los Procesos de Moscú
Este mes se conmemoran setenta años del inicio de los llamados Procesos de Moscú. Éstos consistieron en una serie de juicios en los que el dictador soviético José Stalin puso en el banquillo de los acusados a la mayoría de los veteranos bolcheviques que habían iniciado la revolución al lado de Lenin. A éstos se les acusó de cuanta cosa se le ocurría al fiscal: contrarrevolucionarios, saboteadores, agentes del espionaje occidental (aún no existía la CIA, pero bueno), burgueses y seguidores del Inter de Milán. Los acusados se hallaban tan aterrorizados que la mayoría no hizo otra cosa que confesar sus supuestos delitos, esperando no recibir el muy soviético tiro en la nuca. Muchos de ellos, de cualquier forma, tuvieron tan triste y rápido fin.
Los Procesos de Moscú iniciados en 1937 representan la culminación de la tiranía estalinista. Luego de eliminar a los principales próceres comunistas que le pudieran haber hecho sombra, no hubo nada que limitara el poder homicida de Stalin. Antes y después de los juicios, pero sobre todo después, millones de inocentes fueron asesinados o enviados a los campos de prisioneros de Siberia, en donde morían como moscas al poco tiempo. ¿Su crimen? Cualquiera que se pudiera inventar. En la Unión Soviética de Stalin no se necesitaba ninguna evidencia, ni haber hecho nada, para terminar picando piedra en Siberia. El chiste era, precisamente, ése: tener a la población aterrorizada, temerosa de hablar o quejarse, bajo la amenaza de lo que pudiera pasarle a uno o a su familia. Uno no sabía cuándo o por qué le podía tocar. Y claro, una sociedad atemorizada es mucho más fácil de controlar.
Algunos sectores de la sociedad contemporánea rusa quisieron aprovechar el aniversario para recordarles a sus compatriotas lo que había sido aquella pesadilla. El problema fue que no encontraron mucho eco en el Gobierno de Vladimir Putin, el cual se negó a hacer ningún tipo de ceremonia de desagravio a quienes terminaron siendo devorados por la revolución que ellos habían iniciado y encauzado.
Por supuesto, no nos debe extrañar nada esa conducta. Después de todo, antes de que Yeltsin le heredara la Presidencia, Putin fue jefe del Servicio Federal de Inteligencia ruso, la FSB… que es la agencia que desciende directamente de las antiguas GPU y KGB… las que sirvieron de instrumento preferente para las brutalidades de la época de Stalin. Mejor no moverle a la historia pasada de donde uno chambeó tanto tiempo, así no haya participado en sus peores acciones.
Además, la vena autoritaria de Putin es cada vez más evidente. Así que quizá no le parezca oportuna la idea de recordarle al pueblo ruso un pasado lleno de tiranos y de cómo les fue con el más sanguinario de todos… Aunque pensándolo bien, si yo fuera Putin, les recordaría a Stalin todos los días: comparado con él, cualquiera es un alma de Dios y una bendición del cielo.