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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Ecos del Informe (o como se llame)

Una vez dejados atrás el sonido y la furia que rodearon al primero de septiembre y lo que representa (o se supone debía representar), habría que tomarse las cosas con calma, digerir los acontecimientos y ver qué sacamos en claro de todo lo ocurrido.

Por supuesto, llama la atención que nuestros preclaros legisladores hayan tenido la cordura de encontrar una fórmula razonable para que el presidente Calderón entregara el mentado informe en el recinto principal de San Lázaro y sin que los perredistas se mancharan con su presunta ilegitimidad. Y la presidenta de la mesa directiva, Ruth Zavaleta, pudo evitar eso que tantos perredistas temen más que a la muerte: una foto junto a Calderón.

Con ello podemos dar por concluida la historia del Informe como lo conocimos durante toda nuestra vida. El problema es que sigue sin definirse cómo será la ceremonia en 2008. A ver si no llegamos a agosto del año que entra y reviven las mismas discusiones estultas, por no haber definido ese enojoso asunto de una buena vez por todas.

La ceremonia en Palacio Nacional fue básicamente más de lo mismo que hemos visto en tantas otras ocasiones: autoelogios, números alegres, llamadas a la concordia, logros supuestos y reales, y un montón de gente aplaudiendo como si en ello les fuera la vida. Quizá lo más novedoso es que, creo que por primera vez, un presidente plantea que, o nos ponemos las pilas y jalamos parejo, o nos va a llevar Pifas. El exhorto de Calderón a unir esfuerzos o prácticamente renunciar a nuestra viabilidad como nación, sonó bastante vigoroso. Al menos él sí parece darse cuenta de que se nos está acabando el tiempo, y si no tomamos medidas rápidas, el mundo nos va a pasar por encima como locomotora. Ya veremos si lo escucharon quienes debieran: nuestra burriciega clase política… de todos los colores y sabores.

Además creo que hubo un bono extra: que muchos mexicanos vieron por primera vez el interior de Palacio Nacional. Y ese recinto, la verdad, vale mucho la pena. La carga histórica, la arquitectura, la atmósfera, requieren una visita. Quizá la ceremonia le haya picado la curiosidad a quienes de ese edificio no han visto sino la fachada y a señores con banda presidencial dando de campanazos.

Lo que se extrañó en el Informe fue un planteamiento claro del proyecto de nación que tiene en mente Calderón. Un “Por aquí tenemos que irnos” que suscite realmente una discusión seria de cómo unir esfuerzos y dirigirnos juntos hacia el futuro. Ciertamente el michoacano carece de carisma popular. Pero ello no le exime de sacudir conciencias y trazar rumbos y metas. Al menos para eso debía haber servido el mensaje. Creo que ahí sí que le faltó.

Lo bueno es que ya pasó esa tormenta en un vaso de agua. A ver cuál es la siguiente. Digo, para eso de inventar broncas, nuestros políticos se pintan solos.

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