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El comentario de hoy

Francisco Amparán

El desastre educativo

Al empezar cada ciclo escolar, es la misma canción: El Siglo de Torreón se llena de artículos e imágenes de niños tomando clases en aulas de cartón, denuncias de sobrecupo o rechazo por falta de espacio e historias de terror sobre abusos, ineficiencias, burocratismo a ultranza y corruptelas a todo nivel. Viendo cómo se trata a la niñez en uno de los aspectos fundamentales para su desarrollo futuro, uno se pregunta qué le puede esperar a este país en los próximos años y décadas. Y se vale interrogarse cómo esperan que los infantes salgan bien en las pruebas de desempeño, si algunos tienen que tomar clases en un comedor para albañiles, como se describiera en estas páginas el pasado jueves.

Lo más irónico del asunto es que en estos momentos es cuando menos problemas habrían de existir: la población de primaria en lo que va del siglo ha ido disminuyendo en comparación con épocas anteriores, debido a las menores tasas de natalidad de las últimas décadas. En teoría debería haber más aulas y maestros por alumno. Pero lo que encontramos son las mismas carencias e ineficiencias de siempre. No por nada México es uno de los países de Latinoamérica que más recurre a la educación privada en todos los niveles. Incluso los padres de familia de ingresos modestos prefieren hacer sacrificios, en lugar de hacer que sean sus hijos quienes se sacrifiquen recibiendo o intentando recibir educación, en condiciones precarias.

Para acabar de fruncir lo arrugado, resulta que somos de los países de la OCDE que más gastamos en educación en términos del porcentaje del PIB. ¿Y entonces? ¿Adónde va a dar el dinero?

Una parte importante del problema es que una buena tajada del pastel se va a la educación superior. En vez de privilegiar la educación básica, en donde se forjan las bases para seguir aprendiendo y adquiriendo habilidades y aptitudes, carretadas de dinero se van a universidades en las que hay fósiles que permanecen catorce años… y luego, para colmo, se proclaman Presidentes Loquitos. Por no decir nada de la alta burocratización de esas instituciones, en donde suele haber más de un administrativo en nómina por cada académico.

Del sindicato de trabajadores de la educación mejor no hablamos. Ya sabemos a qué se dedican en Oaxaca y otros lugares y ya conocemos en que malévolas manos están quienes deben dar ejemplo de trabajo, honestidad y dignidad a los chiquillos. Pobrecitos.

Total, que años van y años vienes hablándose de una reforma educativa a fondo y las cosas siguen igual o peor. Mientras tanto, nuestra niñez y juventud se están echando a perder, quedando cada vez más desvalidos de cara a la competencia global. Ojo: El millón y cacho de alumnos mexicanos que entraron este año a preparatoria, tendrán que competir con unos setenta millones de chinos e hindúes que hicieron lo mismo… y que llegan con mejores bases y más destrezas, sin haber sufrido los estragos de un sistema colapsado; pero eso sí, con personal dirigido por engendros que darían pena en cualquier país civilizado y preocupado por su futuro.

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