Medidas nacionalistas
(pero no las que ustedes creen)
Cada nación (que no país) tiene sus manías autodefinitorias. Esto es, hay comunidades que se identifican y reconocen a partir de ciertos elementos que no siempre resultan… digamos… muy racionales.
Así, hay muchos mexicanos que demandan la devolución inmediata del penacho (llamado de) Moctezuma, que adorna de manera notablemente leve un rincón del museo etnográfico de Viena. ¿Para qué quiere, necesita, le sirve a México el mentado penacho (que probablemente nunca portó Moctezuma, en primer lugar)? ¿Qué nos falta como mexicanos por su ausencia de cuatro siglos y medio? ¿Qué importancia simbólica posee en realidad, dado que (estoy seguro) un 95% de los mexicanos en su vida lo ha visto? La verdad, la fijación que algunos tienen con ese objeto caduco (al menos a mí me pareció medio apolillado), resulta incomprensible.
Pero como México no hay dos, hay veinte. Otras naciones se ven insultadas en lo más profundo de su ser por minucias del tamaño de un acento… literalmente. Hace algún tiempo la Unión Europea se propuso uniformizar los teclados de las computadoras que se venderían en el continente, para reducir costos y seguir las manías estandarizadoras de los euroburócratas de Bruselas. Pero ¡oh, cachetada guajolotera al orgullo nacional!, resultó que en el modelo propuesto no se incluía ni la eñe española ni el acento circunflejo (el que tiene forma de casita) francés. Y ardió Troya. Españoles y franceses amenazaron con lanzar armas atómicas, manolas castellanas y vascos de ambos lados de los Pirineos (la amenaza más letal) sobre las instalaciones de la Unión, en caso de que ambos símbolos ortográficos quedaran ausentes de los teclados.
España tenía hasta cierto punto la razón: si no puedo escribir el nombre de mi país, ¿entonces qué? La queja de los irreductibles galos resultaba más discutible. Todo estudiante de francés sabe que el mentado acento circunflejo ni se oye ni se pronuncia. Los mismos franceses dicen que es una extravagante antigüedad. ¡Pero había que defender el más francés de los acentos!
A fin de cuentas la Unión dobló las manitas y ambos signos aparecen hoy en los teclados de las computadoras europeas… teclados que, por lo mismo, parecen de piano. Hubo que incluir quién sabe cuántas letras extrañas que usan noruegos, daneses, suecos, fineses y húngaros.
Y ahora, otro pueblo europeo se regocija porque le dejaron conservar un rasgo nacional muy peculiar. Una vez más, luego de muchos gritos y sombrerazos, la Unión Europea decidió dejar de pelear y permitir a la Gran Bretaña conservar sus propias medidas de capacidad. Esto es, en las cantinas británicas uno podrá seguir pidiendo sus pintas (en lugar de hectolitros) y la gasolina continuará vendiéndose en galones (y no litros). Aunque hacia el exterior todas los productos ingleses están medidos en el sistema métrico decimal, en la Pérfida Albión se seguía usando el sistema imperial… y continuará, gracias a esta victoria por sobre la globalización y la estandarización supranacional. Que, estarán de acuerdo conmigo, es más simbólica que otra cosa. Pero ¡ah cómo les satisface a los ingleses pintarles violines a los euroburócratas! Cheers, old chaps! And pass me a pint!