2 de octubre: ¿no se olvida?
Hoy es el 39 aniversario de la Noche de Tlatelolco. Desde hace décadas hemos venido escuchando y leyendo la promesa de que esa aciaga fecha, que dejara una huella tan grande en el ideario e imaginario público mexicano, no se olvidará. Pues bien, creo que les tengo malas noticias.
Ya sé que no es científicamente válida ni estadísticamente defendible, pero ahí les va una encuesta superrápida que hice entre mis alumnos de quinto semestre de preparatoria, muchachos de entre 17 y 18 años, nacidos por tanto entre 1989 y 1990. O sea que, para acabar pronto, cuando empezaron a gatear ya no existía el Muro de Berlín; cuando dijeron sus primeras palabras la URSS ya se había ido por el caño; y el mentado “error de diciembre” de 1994 marcaría mucho más sus vidas que cualquier remoto presidente llamado Gustavo Díaz Ordaz.
Aún así, los resultados fueron hasta cierto punto interesantes. 21 de 42 dijeron saber cuándo habían sido los Juegos Olímpicos celebrados en México. Eso es un 50%. 25 de los mismos 42 afirmaron saber qué rayos había ocurrido el 2 de octubre de 1968. Eso es cerca del 60%.
Por otro lado, y a ojo de buen cubero, una mitad de los mexicanos que pasarán la mayor parte de sus vidas en el siglo XXI no se habían enterado de que en México se habían celebrado unas Olimpiadas hace casi cuarenta años; y conociéndolos, no podría importarles menos. Y cuatro de cada diez ni siquiera sabían que algo importante había sucedido el 2 de octubre de 1968.
Así pues, luego de casi cuatro décadas, ¿finalmente empieza a olvidarse lo ocurrido en aquellos días?
Creo que los desfiguros y metidas de pata de la Fiscalía Especial que debería haber arrojado luz sobre esos eventos tienen que ver con el relativo olvido en que están cayendo los hechos de Tlatelolco. Que no se haya procesado a nadie, y que sigue sin quedar claro la sucesión de eventos reales ocurridos aquella tarde (¿Quién hizo qué cosa en qué momento y por órdenes de quién?), también sirve para que mucha gente simplemente se encoja de hombros.
Además, habría que recordar que siete de cada diez mexicanos nacieron después de aquella fecha. Y muchos de ellos apenas cobraron conciencia durante los gobiernos de tipos tan duros y represivos como… Ernesto Zedillo y Vicente Fox. Hablarles a esos muchachos de la represión del Estado mexicano, siendo que sólo han conocido presidentes que no controlaban ni a sus esposas, es como tratar de explicarles la vida en otro planeta. ¿O estoy siendo demasiado optimista?
El caso es que esta fecha a muchos mexicanos no les dice gran cosa. Para ellos lo ocurrido pertenece a la prehistoria, y sienten poca o ninguna conexión con aquel movimiento y su amargo final. Sobre esto deberían meditar los ya sesentones sesenteros, que cada año nos enjaretan lo de “¡No se olvida!”… pero poco o nada hacen para clarificar qué ocurrió aquella noche, más allá de reciclar sus propios mitos y prejuicios. Con ello, flaco favor le hacen a la verdad y a la historia.
