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Francisco Amparán

La piratería puede ser mortal… literalmente

Seguramente usted se enteró del escándalo de los juguetes hechos en China que, por contener elementos peligrosos, fueron retirados de los estantes de varios países, incluido México. Pero ha habido otros eventos que pueden ponerle a uno los pelos de punta, que no han sido tan publicitados y que hablan todavía peor de las exportaciones chinas.

Por ejemplo, hace unos meses, varias docenas de panameños perdieron la vida por consumir un jarabe pirata para la tos que se hacía pasar como de una marca comercial muy conocida y que contenía glicol de dietileno como saborizante. Si no le suena el nombrecito químico, digamos que ése es el componente principal del anticongelante para los radiadores. Como es más barato que otros productos que le dan buen sabor a las cosas, en China suelen utilizarlo para dar gato por liebre. El problema es que, en ciertas concentraciones, el glicol de dietileno puede ser muy tóxico y provocar desde ceguera hasta la muerte.

Aunque por acá no se le dio mucha publicidad al caso, en Panamá el asunto causó alarma e indignación nacionales. El nombre de la sustancia dañina se volvió tan conocido que facilitó el descubrimiento de otro producto chino que amenazaba la salud de los compradores de artículos baratos no sólo en América, sino también en Japón y Europa.

Resulta que, hace unas semanas, un hombre llamado Eduardo Arias descubrió en los estantes de una tienda panameña un tubo de pasta de dientes que, en la etiqueta en donde se listaban sus ingredientes, citaba el glicol de dietileno. Con todas sus letras. Alarmado, compró el producto y lo llevó a una agencia gubernamental de salud, donde hizo la denuncia. En unos cuantos días, Panamá anunció que retiraba de la circulación esas pastas de dientes. Pero ahí no paró la cosa.

En unos días, se descubrieron pastas de dientes piratas que imitaban a marcas superconocidas, en lugares tan distantes como Canadá y Nueva Zelanda. Y que también contenían la famosa sustancia. El origen de esos productos fue rastreado a una empresa china que ni licencia tiene de fabricar artículos farmacéuticos, la cual se encargaba de hacer llegar sus productos piratas a los más diversos lugares del planeta.

Las autoridades chinas procedieron a cerrar la planta industrial infractora. Pero lo ocurrido viene a ser una nueva piedrita en el gaznate del comercio mundial, que cada vez está más harto de los pocos escrúpulos de algunos productores chinos, que piratean marcas conocidas con todo descaro y que, para colmo, lo hacen con sustancias peligrosas.

Y a todo esto, ¿qué hace el Gobierno chino para prevenir estos delitos? No me resisto al viejo chiste: como el chinito, nomás milando…

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