China: objetivos ambiciosos, inmovilismo político
Durante estos días se está celebrando el 17º Congreso General del Partido Comunista Chino. Como cada cinco años, en el evento se darán los lineamientos que ha de seguir ese inmenso país; se renovarán cargos en la dirigencia partidista; y se hará una revisión de lo que anda bien, mal o regular en un Estado que presenta algunas características francamente desconcertantes.
El líder Hu Jintao hizo una revisión de lo conseguido hasta ahora, y apuntó sus miras más arriba: anunció que para el año 2020 se pretende cuadruplicar el Producto Interno Bruto per cápita, en relación con el que se tenía a principio de este siglo. O sea, elevar 400% el nivel de vida de 1,280 millones de personas (más los 200 millones que nacerán en los próximos trece años) en dos décadas. Como objetivo, se ve sumamente ambicioso… y fuera de la realidad.
Pero, según Hu, ello se conseguirá de acuerdo a la Visión Científica del Desarrollo, su receta mágica para un crecimiento económico vigoroso, sin inflación y con buena distribución del ingreso. En qué consiste esa mentada Visión no quedó claro… pero ya se hizo grabar la frasecita en las paredes del Gran Salón del Pueblo, junto a otras del mismo jaez emitidas en su tiempo por Mao y Deng Xiaoping.
Quienes esperaban que Hu Jintao anunciara algún tipo de reforma política, para sacar a China de su esquizofrenia capitalista-comunista, el líder los dejó con las ganas. Sencillamente las cosas seguirán como están: el Partido Comunista continuará teniendo todas las canicas, el control del aparato estatal, de las comunicaciones y de prácticamente todo lo demás. La economía seguirá siendo todo lo capitalista que se pueda; pero en lo político, olvídense de la competencia y la capacidad de elegir: ideológicamente, en China sólo seguirá habiendo de una sopa. Y no precisamente de aleta de tiburón.
Algunos analistas opinan que toda reforma importante en China deberá esperar a que pasen los Juegos Olímpicos de Beijing del próximo año. Según esta perspectiva, el Gobierno primero verá cómo lidia con un acontecimiento único en la historia moderna de ese país comunista: el contacto de la población con decenas de miles de extranjeros, con ideas y cultura por completo diferentes a las de China. Y luego ya se verá si el Partido puede aflojar las riendas y darle bolita a una población que reclama libertades más allá de lo económico.
Dependiendo de cómo resuelva China esas contradicciones, será el papel a nivel global que tendrá durante el resto del siglo. Esas contradicciones ya una vez estallaron sangrientamente, en 1989, cuando la matanza de la plaza de Tiananmen. Las reformas han estado esperando desde entonces. Y nadie sabe cuánto tiempo más podrán ser aplazadas. Por lo pronto, espérense otros cinco años, cuando Hu deje el poder y se renueve la dirigencia del Partido Comunista Chino. A ver si entonces…
