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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Un nuevo mamut en el aire

Si todo sale como se supone debe salir, este día hará su vuelo comercial inaugural, entre Singapur y Sidney, el avión de pasajeros más grande del mundo, el Airbus A380. Este bebé es el primero en sobrepasar la capacidad y tamaño del famoso Jumbo 747, que Boeing sacara al mercado hace ya sus buenas tres décadas.

El evento quizá no tiene tanta cobertura por varios motivos: primero que nada, el A380 aparece en los cielos con año y medio de retraso, cargando un déficit en sus gastos de producción casi tan grandes como la misma aeronave y con un montón de problemas que han plagado al programa casi desde el principio… y que sus fabricantes afirman han sido solucionados. Habrá que ver.

Para acabarla, además existe una investigación en curso en relación con supuestos actos de corrupción de algunos altos ejecutivos del consorcio Airbus. Así que la gestación y el nacimiento de esa ballena voladora no ha sido miel sobre hojuelas precisamente.

La pregunta es si el mundo necesita otro avión grandotote, al que le quepan más de 500 personas hacinadas como sardinas y con graves problemas de circulación sanguínea. Y en caso de requerirlo, si el A380 es la respuesta a esa necesidad.

Al respecto los expertos, que suelen confundirse con todo, presentan distintos escenarios. Algunos dicen que el A380 responde a las necesidades de un grupo de consumidores cada vez más grande, que necesita desplazarse enormes distancias… como es el caso del vuelo del día de hoy. Otros aseguran que la gente tiende a realizar viajes más cortos, haciendo escalas y detesta esas cavernosas aeronaves. El éxito o fracaso del A380 estará signado por cuál de esas tendencias será la prevaleciente en los años por venir.

Por lo pronto, Airbus ya tiene cerca de 200 pedidos para el A380, fundamentalmente de aerolíneas asiáticas. Si los problemas se resolvieron, y los niveles de comodidad y seguridad son los que se han cacareado, quizá pueda competir con la Boeing, que le sacó mucho jugo a los retrasos de Airbus.

Compañía que, como quizá ya lo sepa el amigo lector, es un consorcio formado por varios países europeos, que decidieron unir cerebros y carteras para poder competir con los norteamericanos. Luego del fracaso y retiro del Concorde, a la aeronáutica europea le urge un éxito para no desmoralizarse y perder futuros compradores en un mundo que, en estos tiempos, tiene una demanda sin precedente de aeronaves.

Por lo pronto, hoy empezará a verse qué tanto puede responder Airbus a la confianza (y paciencia) de quienes se la jugaron con el A380. Hagan sus apuestas.

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