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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Un equipo de veras de santos

Probablemente el amable lector recuerde el escándalo financiero que hiciera temblar al Banco Vaticano, hace ya sus añitos. Lo recordamos porque en aquellos entonces mucha gente se asombró de que la Santa Sede tuviera no sólo banco, sino tejes-y-manejes con instituciones financieras de muy diversas índoles y reputaciones. Pero así es: después de todo, por lo pronto y mientras no regrese el Güero Chuy, el reino del Vaticano es de este mundo, y tiene que adaptarse a los asuntos pedestres que lo afectan como a cualquier hijo de vecino.

Pero aún así, no deja de llamar la atención el anuncio que hiciera el Vaticano hace unos días, en referencia a la compra hecha por parte de la Santa Sede de un equipo profesional de futbol. De la segunda división italiana, pero profesional.

En efecto: el Vaticano dio a conocer que había adquirido al equipo de futbol Ancona y pretende administrarlo con la mira de regresarlo a la muy competitiva primera división del calccio.

La pregunta obvia es qué rayos anda haciendo el Vaticano adquiriendo y regenteando equipos de futbol. Bueno, la respuesta es que se pretende convertir al Ancona en un escaparate de cómo debe comportarse, dentro y fuera de la cancha, un verdadero católico.

Esto es, el Ancona será el modelo a seguir por atletas e hinchas católicos no sólo de Italia, sino de todo el mundo. Enseñar con el ejemplo, que se llama.

El Vaticano no aclaró cuáles son los parámetros que deberán seguir jugadores y entrenadores del Ancona. Pero ya dejó muy en claro que la violencia en las tribunas no será tolerada en ninguna de sus manifestaciones. Así que los tiffosi del equipo eclesiástico deberán ser muy bien portaditos y echar porras sin expresiones altisonantes, menciones desenfadadas a las mamás de los rivales ni epítetos racistas. Quién va a vigilar el asunto, no queda muy claro. Quizá envíen Guardias Suizos… aunque con esos pantalones bombachos y rayados, no sé qué tanto respeto inspiren en los orangutanes que suelen llenar los estadios en el Viejo Continente. Y bueno, para ser francos, también en el Nuevo.

Por supuesto, los guasones de siempre se preguntaron si se van a bendecir las porterías antes de cada partido. O si los jugadores van a rezar el rosario a manera de calentamiento. O si se permitirá clavar estampitas de santos en los arcos como forma de exorcismo. O si las porras serán del estilo de “Oh, María, Madre Mía, oh consuelo del goleado”.

Ciertamente en asunto se presta a chunga. Pero el Vaticano parece que se lo ha tomado muy en serio. Quizá entendió que en el Siglo XXI, los fieles le hacen más caso a unos tipos sudorosos en la cancha, que a un sacerdote en su torre de marfil. Ya veremos qué tal resulta este interesante experimento.

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