Piratas… y no del Caribe (ni de Campeche)
Cuando uno piensa en la palabra “pirata”, la imagen mental que se forma suele ser bastante precisa: un fulano con arete en la oreja, parche en el ojo, perico al hombro, pata de palo y una sonrisa torcida. Llevando las cosas al extremo, uno puede incluso imaginárselo contoneándose todo, como Johnny Depp. Y claro, sus desplazamientos serán en galeones de vela, con cañones pesadísimos; y sus víctimas también andarán en naves hechas de madera, intentando proteger sus riquezas… consistentes en cofres de doblones, joyas y perlas.
Ésa es la visión que la mayoría de la gente tiene de la piratería… y cree que pertenece al pasado. Sin embargo, nada más alejado de la realidad.
El informe dado hace unos días por un grupo de vigilancia internacional especializado en estos menesteres, asegura que los ataques piratas en todo el mundo han tenido un aumento del 14% en este año. Por supuesto, los modernos bucaneros utilizan lanchas rápidas y armas automáticas pesadas; aunque, eso sí, manifiestan la misma despiadada ausencia de escrúpulos que sus antecesores y siguen aprovechando la indefensión de quien, desarmado, se encuentra en alta mar, lejos de toda posibilidad de auxilio.
Asimismo, el botín ahora no está en cofres, sino en los contenedores de los grandes cargueros. Los cuales pueden ser asaltados en alta mar y robados; o pueden ser secuestrados para pedir rescate por ellos, so pena de hundirlos antes de que intervenga cualquier autoridad.
Tradicionalmente han sido las aguas del sureste asiático en donde este fenómeno se ha manifestado más evidentemente. No por nada ése es el escenario de las aventuras de Sandokan, “el Tigre de la Malasia”. Pero aunque las aguas de Indonesia siguen siendo las más favorecidas por los filibusteros, no ha habido un aumento sensible en la cantidad de ataques realizados en esa zona. Donde la cosa se está poniendo fea, según la organización observadora, es afuera de las costas de Somalia y Nigeria. Lo cual no es de extrañarse: Somalia es un país sin gobierno y Nigeria uno de los más corruptos del mundo.
Qué tanto le cuesta la piratería (esa piratería) al comercio mundial es un dato fuertemente debatido. Algunos dicen que, en volumen, los incidentes son demasiado pocos y aislados para tenerlos muy en cuenta. Otros señalan que los gastos indirectos, como el pago de seguros, les da una buena dentellada a las ganancias de algunas empresas cargueras. El caso es que una actividad delictiva que existe desde hace milenios, sigue operando en pleno siglo XXI. Con otros mecanismos, herramientas y estrategias. Pero con la misma finalidad y sangre fría: despojar de sus riquezas en alta mar a quienes tuvieron la mala suerte de cruzarse con esos delincuentes del océano.