Se agudiza la esquizofrenia perredista
La reciente zarzuela que tuvo como elenco principal a la presidenta de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta; y al ex vocero partidista y bufón emérito Gerardo Fernández Noroña, puso en evidencia que, pese a todos los pesares, la esquizofrenia que ha venido acompañando al PRD desde hace un año no sólo se mantiene. Si no que, en gran medida, se ha agudizado.
Y es que los insultos de Fernández Noroña a la señora Zavaleta por haberse tomado una foto en compañías peligrosas no sólo mostraron su patanería y misoginia, la que se supone no existe dentro de la izquierda mexicana; sino que develó la intolerancia de muchos perredistas hacia aquellos miembros de su propio partido que tienen el grave problema de ser realistas.
Peor todavía: el liderazgo colectivo perredista se abstuvo de amonestar al pelado, con lo que le dio la razón. El talante autoritario de la izquierda cavernícola mexicana volvió a quedar expuesta a los ojos del respetable… una vez más. Pero ello no parece incomodar a quienes deberían ponerle sensatez a la conducción de la segunda fuerza política del país. Para colmo, el liderazgo perredista cae en despropósitos cada vez mayores: ya anunciaron que nadie del PRD puede decir que Calderón es presidente legítimo. ¡Válgame!
Por supuesto, el mantener la ficción de que el Gobierno del michoacano es ilegítimo e inexistente resulta no sólo delirante: le está costando cada vez más capital político a un partido que estuvo a un pelo de acceder a Los Pinos. Con su actitud, más de quince meses después de haber perdido la carrera, le dan la razón a quienes argumentaron que Lopejobradó era un peligro para el país. Más aún, ahora vemos que no sólo el tabasqueño era peligroso. ¿Qué me dicen de sus seguidores, sumidos en la intransigencia total?
La agudización de la esquizofrenia perredista, por la cual se mantienen contactos, se hacen negociaciones y se recibe dinero de un Gobierno que se supone que no existe, puede llevar a una ruptura con el caudillo y a una crisis interna de pronóstico reservado. Pero parece que nadie quiere dar el primer paso y hacer ver que el emperador anda desnudo; que seguir por el camino trazado por el Mesías Tropical sólo conduce al despeñadero, como lo han demostrado casi todas las últimas elecciones locales; y que más temprano que tarde ha de terminarse con una farsa que ha desprestigiado tanto a quien fuera candidato casi ganador, como al partido que lo postuló.
Quizá el recuerdo de los costos de anteriores fracturas dentro de la izquierda, y el conocimiento de que una ruptura sería muy gravosa en lo económico, es lo que está manteniendo pegado con chicle a ese conjunto de grupos tan diversos que conforman al PRD. Pero la terca realidad hará que enfrenten pronto la disyuntiva: seguir los dictados del caudillo; o asumirse como partido serio y responsable. De ello depende, quizá, incluso la viabilidad del mismo PRD.
