La corrupción como destino turístico
Dicen por ahí que en gustos se rompen géneros, y que cada cabeza es un mundo. De manera tal que, en este planeta globalizado, es posible encontrar empresas, negocios y operaciones de todo tipo para toda clase de personas. Algunos, incluso, que parecen fruto de inteligencias francamente delirantes. Pero como también dicen por ahí: hay gente para todo.
Ello resulta particularmente notorio cuando hablamos de la industria sin chimeneas, el turismo. Ahí sí que la imaginación se desborda, y hallamos tours, visitas guiadas y viajes para todos los gustos, colores y sabores.
Como destino turístico se pueden encontrar las actividades y los lugares más insólitos: desde las selvas del Congo (en donde un grupo rebelde se comió a dos Cascos Azules uruguayos hace un par de años) hasta las heladas estepas siberianas. Y ésas son simples rutas más o menos tradicionales. Porque hay otras mucho más exóticas.
Por ejemplo, el turismo ecológico se ha puesto muy de moda; y hoy en día es posible encontrarse con recorridos que le permiten al turista ver los movimientos migratorios de los caribúes de Alaska, los hábitos alimenticios de los ñúes en el Serengeti, o los peculiares ritos sexuales de la ballena bizca pintita-pintita de la Patagonia.
Pero para originalidad, la de una empresa de Washington D.C. que tiene el socarrón nombre de Gross National Product. Esa compañía se dedica a hacer tours por la capital de Estados Unidos en los que el turista amante de los escándalos conoce los principales puntos de interés en que han ocurrido casos famosos de corrupción o de conducta impropia de la clase política norteamericana. La cual, como la de aquí, está constituida fundamentalmente por parásitos ineptos, que en la Iniciativa Privada no serían empleados ni por sus madres.
El tour incluye algunos puntos inevitables: el edificio Watergate, donde fueron sorprendidos operativos del Partido Republicano espiando a los demócratas, lo que a la postre condujo a la renuncia de Richard Nixon; los baños de la Union Station, donde se dice que el senador Larry Craig ligaba homosexuales; la laguna Tidal Basin, donde el diputado Wilbur Mills fue sorprendido de madrugada bañándose con una desnudista; y el muelle donde anclaba el yate que cierto diputado recibiera de un contratista a manera de flotante soborno. El recorrido, al parecer, tiene docenas de paradas... como corresponde a una ciudad en que la corrupción y las malas mañas brotan de las llaves del agua.
Por supuesto, uno se pone a pensar cómo sería un tour equivalente en nuestro país. La conclusión es que algo así sería sencillamente imposible. Digo, ¿cuánta gasolina se gastaría? ¿Cuántos días tendría que durar? Para darse abasto, se necesitarían talegas de tiempo y dinero… y la verdad, nuestros Niños Verdes, Gobers Preciosos, Nicos que ganan más que Schumacher y Panchos Cachondos no valen la pena.