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Francisco Amparán

Pakistán: tambaleante aliado de Bush

Una de las pruebas más contundentes que sobre la hipocresía norteamericana suelen esgrimir los antiyankis que nunca faltan, es la manera descarnada en que un país que dice defender la democracia se la pasa apoyando a dictadores y autócratas de todo tipo. En Latinoamérica sufrimos las consecuencias de esa doblez durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX, cuando Estados Unidos impulsó y sustentó a toda clase de tiranos militares, con el pretexto de que eran enemigos del comunismo. Ahora el argumento para darles el espaldarazo a gobiernos violadores de los derechos humanos, es que son sus aliados en la famosa guerra contra el terrorismo.

Así pues, la lógica de la Guerra Fría se sigue aplicando a una situación diferente, en un mundo totalmente distinto. Los Estados Unidos no parecen haber aprovechado las lecciones del pasado.

¿Cuáles son algunas de ellas? Pues nada más para abrir boca, que buena parte de la animadversión que en contra de la Unión Americana es posible hallar por todo el mundo, se debe precisamente al apoyo norteamericano a gobiernos impresentables. De Nicaragua a Pakistán, la gente apunta el dedo hacia Washington para culparlo de todos los horrores que tuvieron o tienen que soportar. Como los palestinos culpan a Estados Unidos de ser los principales promotores de Israel y el sionismo.

Y claro, son esas creencias, esas ideas (correctas o equivocadas, ahí se los dejo de tarea) las que enfilaron a los aviones en contra de las Torres Gemelas y el Pentágono.

Todo ello viene a cuento porque uno de los principales aliados de Estados Unidos, el Gobierno de Pakistán, se encuentra en crisis. ¿Por qué? Pues básicamente porque buena parte de la gente en ese país ya no aguanta al régimen castrense del general Parvez Musharraf, el típico militarote que llegó al poder mediante un golpe de Estado, y parece dispuesto a hacer todo lo posible por mantenerse en la silla presidencial. Y ello, con la complacencia de Washington.

La verdad, el apoyo norteamericano a Musharraf no sólo parece moralmente discutible, sino francamente equivocado: en seis años, Pakistán no ha podido impedir que los Talibán y Al Qaeda sigan operando en las regiones fronterizas con Afganistán. Como no ha ayudado a dar con Osama bin Laden, a quien suponemos escondido en esas mismas tierras inhóspitas. Así que, así que uno diga “¡Qué bruto, qué aliado tan valioso!”, pues no.

Sin embargo, todo hace pensar que Estados Unidos seguirá apoyando a Musharraf… así sea porque no tiene nada mejor en el panorama de ese convulsionado país.

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