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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Norman Mailer

Hay artistas que de alguna manera se las ingenian para encarnar no sólo el espíritu de su arte (algo de por sí bastante difícil), sino también el de su época. Esto es, que no sólo son representantes excelsos de su oficio, sino que una determinada etapa histórica, una generación, se nos harían distintos sin su participación. Uno de esos artistas excepcionales murió hace unos días. A los 84 años de edad, Norman Mailer dejó este mundo, en el que hizo muchas, pero muchas travesuras.

Mailer se convirtió en el niño prodigio de las letras norteamericanas cuando en 1948, antes de haber cumplido 25 años, saltó a la fama con su novela “Los desnudos y los muertos”, una visión de sus experiencias como soldado de infantería en la Segunda Guerra Mundial. La dinámica de su prosa y el brutal realismo de la anécdota pusieron a “Los desnudos y los muertos” en una liga aparte, muy diferente de las toneladas de literatura bélica que inundó caudalosamente las librerías en los años que siguieron al conflicto.

Luego tuvo algunos altibajos, pero Mailer se las ingeniaba para estar en el comentario público, hacerse ver y oír. Hombre de carácter… digamos… difícil, tuvo seis tormentosos matrimonios; uno de ellos terminó por el nada discutible causal de que apuñaló a su señora. En los años sesenta se volvió un implacable enemigo de la Guerra de Vietnam, y en los setenta sus ponzoñosos artículos sobre Nixon colaboraron no poco para el desprestigio del Tramposo Dicky.

Tan movida existencia parecería que debía interferir con su escritura, pero no. Aunque con sus prietitos en el arroz, buena parte de la obra de Mailer es de excelente factura. Además de que se arriesgaba a hincarle el diente a personajes y temáticas sencillamente insólitas. Obtuvo el Premio Púlitzer para ficción por “La canción del verdugo”, un recuento de la vida y la muerte de Gary Gilmore, un asaltante y asesino de poca monta, cuya celebridad se debió a que pidió ser fusilado “para morir como hombre”. Luego abordó la vida, el poder y el sexo en el Egipto faraónico en “Noches antiguas”. Años después, haría una novela oscura y con mucho humor negro titulada “Los hombres duros no bailan”. Luego se aventó la puntada de adaptarla a la pantalla ¡y dirigirla! (El resultado no fue muy bueno). En 1991 publicó un mamotreto de 800 páginas llamado “El fantasma de Harlot”, sobre el nacimiento de la CIA, y que prometía continuar en un volumen ulterior. Pues se murió, y nunca sacó la segunda parte, dejándonos picados para el resto de nuestra vida. En sus últimos días, con más de ocho décadas a cuesta, todavía estaba escribiendo una novela ¡sobre la infancia de Hitler!

Total, que Mailer era una especie de fuerza de la naturaleza, a veces odiado, a veces admirado, siempre polémico. No hay muchos de ésos. Creo que lo vamos a extrañar.

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