Esos sí no son sindicatos pobres…
No sé ustedes, pero a mí me conmovió hasta las lágrimas la penosa confesión que hiciera Elba Esther Gordillo de que el Sindicato de Maestros, el más grande de América Latina, es una organización pobre, con muy escasos recursos. Que lo haya dicho mientras cargaba una bolsa cuyo costo equivale a un semestre de salario de no pocos de sus agremiados, no hace sino recalcar la capacidad de ahorro de la Maestra.
Por supuesto, no podemos saber si el SNTE está en bancarrota o nada en la abundancia, dado que el sindicalismo gangsteril que heredamos del priato defiende con uñas y dientes que nadie se ponga a husmear esos detalles. Amparándose en la supuesta autonomía sindical, los líderes sindicales hacen y deshacen a su antojo y en la más completa oscuridad, llevándose entre las patas no sólo a sus supuestos defendidos, sino a buena parte de la competitividad del país. ¿Quién querría invertir en un país con esos sindicatos, que sólo sirven para estorbar a la generación de empleos, y suelen estar en manos de auténticos piratas?
Por supuesto, a los líderes se les da manga ancha y gran libertad de acción, precisamente porque ponérselos en contra le puede traer grandes dolores de cabeza al Gobierno. Así que mejor no menearle, y cerrar los ojos al enorme daño que hacen. Y eso, en todas partes del mundo.
Sólo que hay momentos en que la terca realidad obliga a enfrentar a los gremios, y es cuando arde Troya. Eso lo han vivido los últimos días, y en carne propia, los franceses.
¿Qué pasó? Que los programas de pensiones de Francia, como en tantas otras partes del mundo, ya resultaban insostenibles. Y había que tomar la decisión de alterar las condiciones de financiamiento de esos fondos. Para variar, ello implica sacrificar a los trabajadores, haciendo que se jubilen más tarde y con menos prestaciones.
Ante esa situación, varios poderosos sindicatos franceses se fueron a la huelga, paralizando buena parte de los transportes públicos de ese país. Durante varios días, la vida económica gala estuvo sumida en el caos. De esa manera los sindicatos mostraron su poder.
La cuestión es que, así les hagan la vida de cuadritos a sus conciudadanos, el problema de los fondos de pensiones continuará. Y una mayoría de los franceses, según encuestas, apoya al Gobierno. Así que en este primer gran reto que enfrenta Nicolás Sarkozy, parece que saldrá avante… y dándose de golpes con rivales de cuidado, que con harta frecuencia han doblegado a los ocupantes del Elíseo. Ya veremos quién se sale con la suya.