¡…Y me faltan enemigos!
Es por demás. Aunque no queramos, a cada rato hemos de dedicarle tiempo y bits de memoria al folklórico presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Y es que este personaje ha hecho del escándalo una forma de vida, de la exhibición pública de sus limitaciones una especie de ritual cotidiano. Y si ello sólo involucrara a la muy bolivariana república, pues bueno, podríamos decir que muy su bronca y pobres de los venezolanos. Pero el caso es que Chávez se encarga de que sus desmesuras crucen fronteras y, sobre todo a últimas fechas, se ha echado a cuestas la misión de ganarse todos los enemigos foráneos que le sea posible.
O sea que sus rounds con Fox no fueron cuestión personal ni única. Parece que fueron de calentamiento, para cuando tuviera que pelearse con varios mandatarios a la vez.
Por supuesto, el “¿Por qué no te callas?” que le espetó Juan Carlos de Borbón fue el indicio más notable de que el minidictador venezolano ya le ha colmado la paciencia a muchos de sus homólogos. Pero la cosa no acabó ahí, porque Chávez ha continuado con el diferendo, amenazando con “congelar” las relaciones con España, y solapadamente, con afectar a las empresas hispanas instaladas en Venezuela, si el Rey no le pide públicas disculpas. Por supuesto, conociendo al monarca, ello quizá ocurrirá cuando el infierno se congele. O tal vez ni entonces.
Todavía no termina Chávez su bronca con España, cuando empieza otra de mayores consecuencias. Porque no se trata de un país lejano, sino de uno con el que colinda: Colombia. Y con el que, por tanto, debería de tener muchas más consideraciones.
Álvaro Uribe, presidente colombiano, había aceptado que Chávez fungiera como mediador para lograr que las FARC, esa narcoguerrilla de forajidos, liberara a varias docenas de rehenes que retiene, en ocasiones desde hace años. El problema fue que Chávez desdeñó las condiciones que Colombia le había puesto para que cumpliera su misión. Y entonces Uribe anunció, muy abruptamente por cierto, que Chávez quedaba fuera de las negociaciones. No solo eso. Como Chávez lo llamó de plano mentiroso, Uribe insinuó que Chávez no iba a ser un negociador neutral, sino a desempeñarse como adalid de la guerrilla.
La réplica de Chávez fue la usual: “congelar” las relaciones con Colombia, esperando que pronto haya un cambio de Gobierno. Ya no sabe uno si fue un desliz de lenguaje u otra amenaza más del desaforado dictador tropical.
Y para cerrar con broche de oro, la presidente chilena Michelle Bachelet criticó ácidamente a Chávez, quizá ardida por la manera en que le echó a perder la fiesta en la Cumbre Iberoamericana de hace unas semanas.
Total, que en eso de ganarse enemigos externos, el coronel Chávez sabe pintarse solo. Falta ver si los internos podrán meterle zancadilla, e impedir que pasen las reformas constitucionales que lo perpetuarían en el poder. Y eso lo sabremos en los próximos días. No estaría de más cruzar los dedos.