La derrota de Chávez
La noticia de la semana en el entorno latinoamericano la constituye sin duda la derrota sufrida por Hugo Chávez, en su intento por reformar radicalmente la constitución de Venezuela. De haber tenido éxito el coronel, lo más probable es que ese país se hubiera precipitado con relativa celeridad por el camino de la dictadura de tipo castrista.
Ciertamente, los números no son muy alegres ni para el Mesías Tropical ni para la oposición a su régimen. Más de cuatro de cada diez venezolanos no se dignaron acudir a las urnas. Y el margen de victoria del “No” fue menor al 2%. Así pues, aunque triunfaron las fuerzas contrarias a la perpetuación de Chávez en el poder, lo hicieron por muy leve margen.
¿Qué lecciones podemos sacar de lo ocurrido el domingo? Creo que por lo menos tres:
Primero, que con toda la estridente propaganda de que echó mano Chávez para promover los cambios constitucionales, éstos le parecieron demasiado grandes incluso a algunos de sus seguidores. Especialmente la cláusula que le hubiera permitido reelegirse indefinidamente resultó una píldora muy grande y amarga que tragar. En ese sentido, como que Chávez no supo tomarle el pulso al país, se pasó de rosca y en el pecado llevó la penitencia. En su afán de quedarse de una vez con todas las canicas, terminó perdiendo no sólo el referéndum, sino también el prestigio de ser imbatible en las urnas.
En segundo lugar, sorprende que Chávez haya aceptado su derrota de manera tan rápida. Quizá lo hizo porque el ambiente se había tensado de manera colosal en la madrugada del lunes, en vista de la tardanza en darse a conocer los resultados. Los mexicanos ya vivimos algo por el estilo. La diferencia es que acá el perdedor se negó a admitir su fracaso… de hecho, sigue sin admitirlo. Y el miedo no anda en burro: un ex colaborador de Chávez, con alto prestigio en las fuerzas armadas, empezó a telefonear a los generales, por si era necesario que el Ejército forzara al organismo escrutador a dar los resultados a la brava.
Y en tercer lugar, ésta no es una victoria definitiva ni mucho menos. Chávez ya mandó decir que continuará con sus afanes de construir en Venezuela lo que él llama el Socialismo del Siglo XXI y no es otra cosa que una petrodictadura. Después de todo, Venezuela todavía tendrá que soportarlo hasta el año 2012… así que le continúa quedando todavía mucho margen de maniobra. Claro que su fama de indestructible ha sufrido una fea rajadura. Pero, por lo que hemos visto en los últimos años, un tropiezo no hará que Chávez se quede cruzado de brazos. Así pues, no se extrañen si en un futuro más cercano que remoto Chávez vuelve a las andadas, e intente de nuevo transformar las instituciones básicas del estado venezolano… para su propia conveniencia. Ya veremos.
