La rebelión de los turistas cultos
No creo pecar de generalización indebida si digo que una mayoría de los turistas mexicanos en el extranjero son de dar pena ajena. Muchos de nuestros compatriotas suelen ser ruidosos, sucios, impuntuales, irrespetuosos y patanes. Dado que se precian de ser estupendamente ignorantes, la cultura y el arte de los lugares que visitan los aburren, y suelen esquivar las mayores manifestaciones del espíritu humano como si de la peste se tratara. Para ellos salir de México significa chacharear como si en ello les fuera la vida, ir de compras como si la felicidad estuviera en venta, y no dejar tienda sin visitar. La verdad, a veces da una infinita vergüenza tener que reconocer que uno es compatriota de esas bestias.
Por supuesto, como México no hay dos: hay veinte. En Europa existe el estereotipo del turista yanqui, y recibe un nombre genérico: el “ugly American”, el americano barbaján, perfectamente inculto, que no entiende ni respeta nada, y deja embarradas de cátsup paredes milenarias y pinturas seculares. Claro que, de nuevo, se trata de una generalización… que, por experiencia se los digo, no se halla tan alejada de una realidad comprobable.
Por todo ello no queda sino recibir con aplausos y La Ola a un grupo de veteranos turistas chinos que tuvieron que ser sometidos a toletazos por la policía, al protestar agresivamente porque… estaban hartos de andar de shopping, y querían ver edificios, iglesias y otros puntos de interés cultural en Macao.
Macao es una ciudad interesantísima: situada enfrentito (aunque más p’acá) de Hong Kong, es el establecimiento europeo más antiguo en China: cuatro siglos. Asimismo, fue el último territorio colonial en serle devuelto a ese gran país, apenas en 1999. De manera tal que Macao es un gran escaparate de hibridación cultural, con numerosas muestras arquitectónicas y artísticas de enorme valor.
El problema es que, cuando pasó a la soberanía china, el pequeño territorio retuvo un estatus especial: es el único lugar en que los juegos de azar están permitidos en China; o sea, es Las Vegas de esa parte del mundo (aunque con infinito mejor gusto, eso sí). Ya sabemos lo que implica eso: Macao es una sede principal de las triadas, la Mafia con ojos rasgados. Y se ha llenado de centros comerciales que aprovechan la cercanía con Hong Kong, dado que Macao es mucho más barato.
La semana pasada, los guías de un grupo de unos doscientos turistas chinos ya madurones, los anduvieron paseando por casinos y malls. Hasta que los veteranos viajeros dijeron: “¡Ya estuvo!” y armaron un motín, exigiendo que se les llevara a visitar iglesias y museos. Ellos querían ver cosas interesantes, no trapos, chunches ni ruletas. La cosa se puso tan fea que hubo de intervenir la Policía antimotines, que procedió a calmar a guamazos a los cultísimos senectos. A fin de cuentas, hubo varios heridos, pero los viejitos se salieron con la suya: la agencia de viajes les pidió disculpas y procedió a pasearlos por donde ellos querían, sin ver una sola vitrina ni pararse en ninguna máquina tragamonedas.
¿Qué les parece? Al leer la noticia, no pude sino admirar a esos distinguidos turistas… y echarles porras. Aún hay esperanza para este planeta. Creo.
