El sucesor de Putin
Comentábamos hace unos días que las recientes elecciones generales en Rusia le habían dejado a Vladimir Putin una enorme capacidad de maniobra. Su partido se adjudicó casi dos tercios de los asientos del Parlamento. Así que puede decirse que, si no tiene todas las canicas, sí las suficientes para continuar mangoneando al país más grande del mundo durante otro rato.
Y ello a pesar de que, de acuerdo a la Constitución rusa vigente, deberá dejar la Presidencia en marzo de 2008. La prohibición de una segunda reelección o un tercer término consecutivo lo obligarán a abandonar la oficina del Kremlin con la que se ha encariñado muchísimo.
Conociéndolo, la cuestión era ver cómo movería sus piezas para seguir manejando los hilos del poder, incluso sin ningún cargo oficial. Y parece que ya tenemos la respuesta.
Hace un par de días, Putin anunció su apoyo a uno de sus segundos, Dimitri Medvedev, como candidato a la Presidencia. Lo interesante es que el “destapado” no dijo esta boca es mía. Algunos crótalos insinuaron que el elegido por el “dedazo” ni siquiera sabía que era el ungido hasta que Putin hizo el anuncio.
Si estamos usando términos del rancio sistema priista mexicano, es porque los usos y costumbres de Rusia se empiezan a parecer sospechosamente a lo que ocurrió en este país durante buena parte del siglo XX: un partido omnímodo, un presidente que designa a su sucesor, control estatal de los principales medios de comunicación, dispendio y corrupción impulsados por los altos precios petroleros, hostigamiento a la Oposición… Nada más falta que se pongan a pintar cerros con el nombre del candidato, y a repartir pecsis, lonches y cachuchas a los mujiks.
Medvedev ha acompañado a Putin durante buena parte de su carrera política, pero no se le tomaba en cuenta como su heredero por una buena razón: nunca perteneció a las antiguas agencias de seguridad primero soviéticas, y rusas después. Es el típico tecnócrata que nunca se ha ensuciado las manos ni olido la pólvora. No falta quien piense que un hombre de esas características no es pieza para enfrentar las broncototas que han de enfrentar Todas las Rusias. ¿Podría Medvedev, por ejemplo, dar la orden de asaltar un teatro tomado por terroristas chechenos?
Por esas razones, sobra quien considere que Medvedev no será otra cosa que un títere de Putin. Yo no apostaría la casa en ese sentido. El liderazgo ruso suele darnos sorpresas, y quienes parecía que no mataban una mosca, luego resultan auténticos leones. Algo tienen esos salones del Kremlin. ¿Serán los espíritus de Iván el Terrible, de Stalin, que por ahí rondan? Con esas vibras, no tiene nada de raro que los líderes rusos resulten ser más feroces de como los pintaban antes.