Enero: los penosos resultados de ENLACE
En estos días de estruendo navideño e inagotables villancicos que nos dejan asqueados, se supone que uno debe hacer una revisión de lo que fue el año que termina… si es que se puede concentrar en medio de tanta alharaca. Algo así vamos a realizar de aquí a que termine el malhadado 2007, comentando una noticia interesante o de relevancia de cada mes del año que está por acabarse.
Como es obvio, empezaremos con el mes de enero. Fue entonces que supimos los resultados de la prueba ENLACE.
En el mundo actual se hace necesario someterse a continuas evaluaciones, si uno quiere competir y ser exitoso. Ello resulta especialmente importante en áreas como la educación, de las que depende el futuro de individuos y países. Si la educación va mal, así le irá a la nación que no tome cartas en el asunto. Y resulta muy difícil cambiar las cosas si no se es capaz de evaluar el desempeño de instituciones, maestros y alumnos.
Además, hay que considerar que la escuela es uno de los ámbitos en que las personas depositan más confianza. Es prácticamente el único lugar al que les entregamos a nuestros hijos con los ojos cerrados. Pero, curiosamente, rara vez sabemos si en realidad hacemos bien en ser tan confiados. No tenemos parámetros para conocer si esa escuela está haciendo bien su trabajo, o cómo se compara con otra de la misma localidad.
Se suponía que dar ese tipo de información era la misión de la prueba ENLACE, que es el acrónimo de la Evaluación Nacional del Logro Académico de los Centros Escolares. Ésta fue una prueba que en teoría se le pondría a todos los niños de tercero y sexto de primaria, y tercero de secundaria, el verano del año 2006. De esa manera se tendría un panorama de cómo anda la cosa, y por qué estamos tan atrasados en tantos rubros, si se nos compara con otros países del mundo.
Los resultados se dieron a conocer en enero, y ardió Troya. En parte, porque a los que salieron mal evaluados los datos les cayeron como patada en el estómago. Y en parte porque quedó en evidencia que la prueba distó mucho de ser aplicada correctamente.
La cuestión es que el magisterio no está acostumbrado a que se le evalúe, y mucho menos que se hagan públicas sus carencias. Ello tiene que ver con la esencia misma de la profesión. Pero en el caso de México interviene además el elemento político. Y es que, viendo los resultados, es notorio que los mentores, que tanto ruido hacen a la hora de la discusión de los asuntos nacionales, no están cumpliendo bien con su labor. En general, por supuesto. Pero flaco consuelo resulta eso para los padres de los niños que están en escuelas que resultaron reprobadas en la mentada prueba ENLACE.
¿Supo usted, amigo lector, cómo resultó evaluada la escuela, pública o privada, en donde están sus hijos? De cada uno de nosotros depende exigir esa información. Porque sólo así obligaremos a que avance un rubro de nuestra vida social que cada vez resulta más ineficiente para enfrentar los retos del Siglo XXI. Hay que empezar por lo más cercano, y en beneficio de nuestros niños.
