Octubre: ¿La receta contra el ambulantismo?
Continuando con la revisión de las noticias más interesantes de este agónico 2007, nos topamos en octubre con una que en principio resultaba difícil de creer: el Gobierno perredista del DF decidió acabar con los comerciantes “informales” que habían convertido el Centro de la capital en un auténtico zoco moruno.
Los chilangos estaban que no se la creían. Por primera vez en lustros, el corazón de la capital del país lucía limpio de vendedores callejeros, y se podía circular por calles y banquetas sin tener que andar sorteando comerciantes informales y tenderetes de todo tipo. El Centro Histórico quedó libre de… bueno, llamarlos ambulantes me parece un despropósito por una razón muy sencilla: esa gente no ambulaba: se quedaba fija en un lugar, y de ahí no los movía ni el Santo Cristo. Una vez que le pagaban su cuota al líder o lideresa de la cuadra, que a su vez le reportaba a algún jefazo del PRD capitalino, bien podía caer una bomba nuclear, pero de ahí no se quitaban.
El problema había llegado a niveles tales que había calles enteras en que los automóviles no podían circular desde hacía años. De hecho, ahora que están despejadas esas vías, hubo de pintar flechas de circulación en el pavimento, para que los conductores supieran cuál era el sentido en esas rúas recién liberadas. A todo el mundo ya se le había olvidado cómo estaba la cosa, de tanto tiempo que las avenidas sencillamente estuvieron convertidas en paseos peatonales a la fuerza.
Todo el asunto ha conllevado dos sorpresas: la primera fue descubrir lo hermoso que es ese sector de la Ciudad de los Palacios cuando está libre de tanto mugrero. El Centro de la capital puede ser uno de los más bellos del mundo, pero había sido dejado de la mano de Dios desde hacía rato, no sólo por la presencia omnímoda del comercio callejero; sino porque mucho del casco urbano está en ruinas, precisamente porque nadie en su sano juicio iba a arriesgar un quinto en un sector en que no se respetaba ninguna ley. Ahora puede contemplarse una renovación urbana que dignifique y revigorice a una zona que tiene una gran importancia sentimental no sólo para los capitalinos, sino para los mexicanos todos.
La otra sorpresa fue que una Administración perredista haya sido la que tomó el toro por los cuernos. Después de todo, buena parte del manipuleo clientelar del Gobierno del Distrito Federal, controlado desde hace más de diez años por el PRD, era el que había permitido que el comercio informal se expandiera como un cáncer. Y ahora fue Marcelo Ebrard el que arremetió contra sus bases de apoyo. Extraño, ¿no? Pero más extraño aún es que, en la temporada decembrina, continuó la emancipación de las calles, y Ebrard cumplió su palabra de mantener limpia esa zona de la ciudad. Así que aparte de playas de petatiux y pistas de hielo para probar el amplio acolchonamiento posterior de la raza mexica, el jefe de Gobierno algo hizo a favor de la ciudad. Digo, todo hay que decirlo. Ojalá que el esfuerzo se mantenga… por lo menos hasta el año 2012.