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El día que Felipe aceptó el voto por voto

Salvador Camarena

El libro ?Presidente Electo?, de próxima aparición, narra con detalle el ascenso de Felipe Calderón a la Presidencia de la República y ofrece una visión ?tras bastidores? de lo que ocurría en el círculo interno del panista durante la campaña. En el capítulo 8, del que presentamos un extracto, el libro revela cómo vivieron Calderón y su equipo la incertidumbre del 2 de julio de y los tensos días posteriores a la elección.

Llevaban todo el día debajo de Andrés Manuel López Obrador. Si la noche del 2 de julio Felipe Calderón Hinojosa había mantenido su ínfima ventaja, a pesar del paulatino avance de su adversario en los números del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), tres días después, en el cómputo distrital, no estaba nada claro que el panista fuera a alcanzar al perredista. Se acercaba la medianoche del 5 de julio y el goteo de las cifras se hacía cada vez más desesperante. El país llevaba 72 horas de incertidumbre sobre los resultados oficiales de la elección y la campaña cumplía un mes de haber perdido el rumbo. Nervioso, Felipe Calderón Hinojosa retó esa noche a su equipo: ?¿Hay alguien aquí que pueda asegurarme que vamos a ganar??

La ventaja la habían empezado a perder 30 días atrás, en el debate del 6 de junio. Sacudidos por las secuelas del caso Hildebrando, los colaboradores de Calderón anduvieron totalmente a la deriva al menos dos semanas. Desesperados por no poder sacar a Felipe de la agenda ?del cuñado? que López Obrador le imponía, dieron reversa a su decisión de ya no recurrir a spots negativos y volvieron a pautar ataques.

La batalla para entonces era totalmente mediática. Los mítines de ?cierre? resultaban, como muchos de la campaña, desangelados, intrascendentes ante la opinión pública. El último cartucho sería la concentración final de la capital, en el Estadio Azteca; tenía que convertirse en un nuevo impulso, el definitivo, de cara a la elección. O en la señal de la derrota. El equipo no se atrevía a admitir sus dudas sobre la capacidad que tenían de llenarlo.

?Salimos cuesta arriba del segundo debate con el tema de Hildebrando, sabiendo que las encuestas ya no estaban tan claramente a nuestro favor, y con el peso extra de si lo llenamos [el Azteca] seguimos, si no lo llenamos va a ser doblemente cuesta arriba. El Azteca en sí era un estado de ánimo para nosotros. Incluso gente del equipo dudaba que pudiéramos llenarlo. [?] Necesitábamos una inyección de entusiasmo para el último empujón; eso lo logró el Azteca?, recuerda Jordy Herrera, encargado de redes.

PRONÓSTICO RESERVADO

Al mediodía del viernes 30 de junio, Rafael Giménez estaba más atento al juego entre Alemania y Argentina que a las elecciones. No perdía detalle del partido que iba empatado a uno. ?Vamos a ganar?, dijo tranquilo mientras devoraba un pastel en el Starbucks ubicado frente al Hotel Presidente Intercontinental. No se refería a Alemania, que terminaría imponiéndose a los sudamericanos, sino a Calderón, su candidato.

El encuestador sabía que su pronóstico a 48 horas de la elección ??ganaremos por unos dos puntos porcentuales?? desafiaba la idea instalada en la opinión pública y en buena parte la de sus colegas. ?El gusto que me va a dar callarles la boca a todos?.

A lo largo de los cuatro meses previos a la elección, Giménez soportó de mala gana las miradas escépticas de los otros encuestadores. Que su empresa Arcop haya sido a lo largo de los años la investigadora de Calderón hacía que sus números se tomaran con reserva. Fuera del equipo panista, en el que se ganó una credibilidad de roca, en el medio político creían que la ventaja que desde abril atribuyó al michoacano era una cuestión táctica, antes que el resultado puntual de su técnica.

En lo que ya es una tradición de los encuestadores, la noche previa del día de las elecciones comenzaron los telefonazos entre algunos de ellos. Francisco Abundis, de Parametría, había comido en casa de Jorge Buendía, de Ibsos Bimsa. En la mesa estaban también Warren Mitofsky y Roy Campos de Consulta Mitofsky, y Ulises Beltrán de BGC (Beltrán BGC y Asociados).

?Les reporté a cada uno lo que las otras empresas traíamos, los tres puntos arriba de López Obrador. Cuando hablé con Giménez me dice ?traigo al Peje 1.4 arriba?. Y con eso nos vamos a dormir?, revela Abundis.

El peor escenario se estaba confirmando. El margen de diferencia entre Calderón y López Obrador podría ser muy apretado, por más que el equipo del panista quisiera ver las cosas con relativa confianza. Según ellos, llevaban la delantera. ?Ahí te encargo al candidato, eh, te lo dejamos con dos puntos de ventaja?, le dijo entre bromas y veras Max Cortázar a Jorge Manzanera, encargado de la estructura electoral, la víspera del 2 de julio.

LOS RECLAMOS DE JUAN CAMILO

?Amigo, tú eres el único que no sólo no nos traes arriba con dos o tres puntos de ventaja, sino que nos traes abajo. Me estás preocupando ?la pregunta-reclamo de Juan Camilo Mouriño exasperó a Rafael Giménez.

?Pues no, no los traigo con tres o cuatro puntos de ventaja ?contestó el director de Arcop a través de la línea telefónica.

?Pero eres el único ?insistió Mouriño a través del Nextel. No era la primera llamada que sostenían a lo largo de la mañana del 2 de julio.

?Pero así está, y qué quieres que haga ?remató el encuestador desde su oficina en la colonia Nápoles.

La mañana del 2 de julio Juan Camilo no se sentía ni cómodo ni tranquilo. La incomodidad la producía el hecho de que el CEN del PAN, y ellos mismos, habían permitido que demasiada gente tuviera acceso al salón de sesiones del Comité Nacional, ubicado en el tercer piso del búnker blanquiazul y donde habían instalado lo que ellos llamaban su ?cuarto táctico?. La intranquilidad la generaban los números adversos. Para tener un mejor y más discreto manejo de la información, Mouriño hizo que días antes se acondicionara un cuarto donde sólo algunos ?Alejandra Sota y Juan Molinar Horcasitas, entre ellos? recibirían los reportes que ese día les proporcionarían una docena de casas encuestadoras.

El candidato estaba en su casa, en la colonia Las Águilas, en donde votó en medio de una multitud de periodistas y curiosos. El interés con que los medios siguieron el sufragio de Calderón había estimulado al equipo. Esa felicidad se disipó ante la avalancha de llamadas llenas de rumores y la contundencia de los primeros números de las encuestas. Poco a poco el nerviosismo fue ganando terreno.

Para los miembros del equipo que no tenían acceso al cuarto donde se recibía la información de los ?exit polls? las horas pasaban aún más lentamente. La ausencia de Mouriño les inquietaba. ?Dan las once y dan las doce. Se empieza a hacer una confusión sobre qué es lo que realmente estaba pasando?, recuerda Jordy Herrera.

Después de la una de la tarde, la nueva ronda de reportes de las encuestas de salida les devuelve la tranquilidad. ?Los que nos habían puesto abajo nos ponían empatados y los que nos habían puesto empatados ya nos ponían arriba, y hasta por 3, 4 puntos?, detalla Juan Camilo Mouriño. Con esos datos, llama a Calderón y le anuncia:

?Vamos ganando la elección. Todavía no es tan claro, porque hay varias que nos traen empatados, pero ya ninguna nos trae abajo.

?¿Y cómo nos trae la nuestra?

?La de Rafa nos trae empatados (Arcop traía una cambiante ventaja de décimas de punto).

Además de avisar al candidato, Mouriño sale y anuncia al equipo que ?ya estamos arriba?. Con esa noticia, el hervidero que era el tercer piso sobrellevó con buen ánimo la tarde de la cita electoral. Esa tranquilidad se volvería a perder cuando alrededor de las 19:00 horas las dos televisoras avisan a la campaña que por la diferencia tan reducida que arrojaban sus cifras, no informarían sobre las tendencias a las ocho de la noche.

Calderón llegó a la sede panista, dispuesta para el festejo, a las ocho de la noche. El candidato, que junto con su familia ese día comió unas tortas Subway, había recibido por la tarde una tercera llamada de Juan Camilo: ?Ya vente para acá, ganamos la elección, por dos puntos. Hay algunas que lo traen más cerrado, no fue holgado, pero parece que ganamos. Ya vente para acá, ya hay que estar aquí?.

Con la información de que el eventual triunfo estaba en vilo, Juan Camilo ordenó a media tarde que se llamara a las estructuras de todo el país, y particularmente al noroeste, donde por la diferencia horaria todavía faltaba para el cierre de casillas, para que nadie se fuera a confiar.

El equipo tenía información de que estaban arriba en las encuestas de Televisa y de TV Azteca. Preocupados porque ante la ausencia de información se instalara en la sociedad la sensación de que ?quién sabe quién ganó?, el presidente del PAN, Manuel Espino, y la coordinadora de la campaña, Josefina Vázquez Mota, salieron a las ocho de la noche a posicionar ?su ventaja?.

SE ESFUMA LA VENTAJA

En el salón de sesiones del Comité Nacional reinaba un mesurado optimismo. Calderón presidiría esa noche varias juntas en ese espacio donde los 40 asientos estaban prácticamente ocupados. Además de ese recinto, el candidato pasaría buena parte de la noche en la oficina del presidente nacional, distante unos cinco metros.

Rebasadas las 21:00 horas, todos estaban contagiados por la alegría. Sentían el triunfo, una victoria que según sus datos se daría por una diferencia de entre uno y tres puntos porcentuales. La euforia que se empezaba a respirar quedó sofocada por completo tres minutos antes de las 23:00 horas, cuando desde el Instituto Electoral Federal, Germán Martínez avisó que el anuncio de las once de la noche no revelaría ganador.

?Fue como un balde de agua fría?, recuerda Rafael Giménez, quien sin embargo ya había notado en sus cifras que la ventaja de Calderón se había esfumado.

Todo estaba dispuesto para el festejo. La familia del candidato estaba reunida en el tercer piso ?su madre, sus hermanos, sus suegros?. Algunos abrazos se habían adelantado. La champaña estaba lista. El discurso escrito? y de repente la adusta figura del presidente del IFE les robó el ánimo de festejar.

En lo que tardaron en bajar del tercer piso al auditorio donde darían la conferencia, algunos monitores instalados en el edificio del PAN proyectaban a López Obrador, quien desde un mitin en el Zócalo proclamaba que según ?actas? había ganado la elección ?por 500 mil votos?, y desde ese momento alertó que le querían escamotear su supuesto triunfo.

El ánimo en el patio central del PAN también se había enfriado. El anuncio de Luis Carlos Ugalde petrificó a un millar de personas que con globos estaban listas para el festejo. Los que bajaban del tercer piso se encontraron a simpatizantes apagados, desconcertados. ?Qué falta de huevos del IFE?, tronó entre la multitud Arturo Sarukhán segundos antes de que empezara a hablar Felipe Calderón en el auditorio.

Como antes López Obrador, Calderón pasó por alto el llamado de Ugalde para que candidatos y partidos se abstuvieran de proclamarse triunfadores. Con datos de varias empresas encuestadoras, entre ellas Arcop, manifestó que ?no nos cabe la menor duda que hemos ganado la elección presidencial, y se corroborará en el IFE?. Ante la autoproclamación de dos de los contendientes, y el silencio de las televisoras y del presidente del IFE, todos los ojos se posaron en el Programa de Resultados Electorales Preliminares. Ahí se conocerían las cifras parciales.

Calderón arrancó en el PREP con una ventaja de seis puntos porcentuales sobre Andrés Manuel López Obrador, pero al correr de los minutos esa delantera se fue haciendo más y más pequeña. ?Ahí sí surgió la preocupación. Nos empezamos a cagar de miedo?, reconoce Rafael Giménez.

EL PREP ARTESANAL

El festejo panista del 2 de julio fue para las cámaras y para las primeras planas del día siguiente, pero de regreso en el tercer piso no hubo motivos para brindar. Al filo de la medianoche Calderón ordenó asegurar de inmediato las actas, con ellas podrían preparar mejor la siguiente cita, el miércoles 5, cuando se realizaría el conteo de los 300 distritos electorales. Las actas permitirían además saber con precisión el número de votos que habían obtenido.

?Sabíamos que esa noche no íbamos a llegar al 100 por ciento [de actas], ni el IFE ni nosotros; la intención era activar a todo mundo en el país, que no festejaran donde había festejo, y que no tiraran la toalla donde no había triunfos, ahora la prioridad era conseguir las actas?, detalla Jordy Herrera, quien comenta que con el afán de obtener todas las actas, hasta fotografías de las mismas tomadas con celular estuvieron recibiendo.

Armados con sus laptops, sentados en el cuadrado que forman los asientos del salón del Comité Nacional, bajo la mirada de los retratos de los ex presidentes del partido, el equipo acometía otra orden del candidato: tenían que encontrar el patrón de comportamiento del PREP, donde minuto a minuto, al abultarse el número de votos computados, perdían terreno. De seguir esa tendencia, antes de las tres de la mañana, Andrés Manuel los rebasaría.

Juan Molinar Horcasitas, Juan Camilo Mouriño, Ernesto Cordero, Gerardo Ruiz Mateos, Jordy Herrera y Rafael Giménez se pusieron cada uno a idear métodos, matemáticos o estadísticos, para tratar de encontrar un patrón de comportamiento del PREP que les ayudara a pronosticar hacia dónde se dirigía la tendencia. El frenesí provocado por la llegada de nuevos reportes para alimentar la base de datos generaba una algarabía tan singular que varios recuerdan un espontáneo grito anónimo que generó carcajadas: ?Esto es más divertido que el mundial?.

Con los datos que recabaron a partir de la información de las actas que les iba llegando, un poco después de la una de la mañana el equipo concluyó que la tendencia era irreversible y que por ahí de las cuatro de la mañana se detendría la hemorragia de décimas porcentuales.

Conscientes de que la batalla estaba lejos de concluir, a las tres de la mañana se ordenó que la mitad del equipo se fuera a descansar unas horas. Pero nadie quería perderse el desenlace. El tequila que tenía en su oficina Manuel Espino y la champaña llevada por Juan Camilo se abrieron a las 4:28 en punto, según lo registra una de las dos fotos que de ese momento Giménez tomó con su celular.

Felipe Calderón se abrazó con todos los que lo llevaron a la victoria. Estaban ahí Antonio Solá, Arturo Sarukhán, Josefina Vázquez Mota, Alejandra Sota, Virgilio Muñoz, Max Cortázar, Juan Camilo, Jordy Herrera, Ernesto Cordero, Abraham González, Abraham Cherem y, por supuesto, Margarita Zavala, su esposa. Los que se quedaron toda la madrugada tuvieron de premio una camiseta que decía ?Ganamos?. A esas horas, Max Cortázar recibió la llamada de Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, para pedirle que Calderón fuera al noticiero de Carlos Loret de Mola, en el que López Obrador también tendría una entrevista ese lunes 3 de julio.

DÍAS QUE PARECEN REPETIRSE

La noche del 2 de julio el equipo supo que la batalla estaba lejos de concluir. Habían llegado a la meta, pero lejos de descansar, estaban de nuevo en marcha. Con prácticamente el cien por ciento de las actas en su poder desde el lunes 3 de julio, Juan Camilo Mouriño se atrevió a decir que su candidato rebasaría los 15 millones de votos y que López Obrador no lo lograría.

De nueva cuenta se encontraban en una batalla mediática. Cada pronunciamiento del PRD era contestado en cuestión de segundos por los panistas. Todos velaban armas en las horas previas al inicio del cómputo distrital, a ocurrir la mañana del 5 de julio. El equipo quería tener ese miércoles su mejor ?batería?. Sus representantes en los distritos deberían alertar sobre cualquier incidente y no deberían permitir la apertura de los paquetes cuando no ésta no se justificara de acuerdo con la ley. El PRD quería, desde entonces, un recuento de los votos.

Luego de reunirse temprano en el CEN del PAN, el equipo ?rompió filas?, en el supuesto de que el conteo duraría por lo menos hasta el viernes. Sin embargo, un par de horas más tarde, al tener el avance de diferentes distritos ?nos damos cuenta de que iba a acabar ese día, el miércoles? y que nos iba a tomar en la madrugada, pero aquí a diferencia del PREP siempre estuvimos abajo?, dice una fuente.

Al correr de la tarde, mientras menos faltaba por computarse y no se veía claro si iban a rebasar a Andrés Manuel, la duda invadió a los panistas reunidos de nueva cuenta en el tercer piso del CEN. Nadie sabía qué estaba pasando. Buscando enterarse sobre lo que acontecía, cientos de miles de mexicanos se conectaron a internet ?el número de computadoras que el 5 de julio consultaron eluniversal.com se disparó más de cien por ciento sobre su promedio diario. Mientras que reforma.com también rompería esa noche su récord histórico de visitas?. Otros monitorearon el conteo por medio de la televisión y la radio, que se amanecieron, junto con buena parte de la población del país, siguiendo minuto a minuto el goteo de cifras de los 300 distritos electorales.

México fue esa tarde y esa noche una nación en medio del azoro. Miles mandando mensajes telefónicos para saber si alguien sabía algo. ?Yo conozco a uno que conoce a otro que sabe lo que está pasando?? Sonaban los teléfonos en restaurantes, cafés, autos, recámaras, oficinas, autobuses, bares, en las salas de los amigos que se habían reunido a seguir juntos la cauda de lentos, lentísimos números. ?¿Sabes cómo van?? ?¿Ya se cruzó la tendencia?? ?¿No se va a cruzar, verdad?? ?¿Sí se va a cruzar, verdad?? Similares interrogantes tenían en el tercer piso de la mole en el sur de la ciudad de México, donde Felipe Calderón Hinojosa exigía en voz alta que alguno de sus colaboradores le asegurara el veredicto del triunfo.

Precisamente a Juan Camilo le tocó pagar una de las que debía. Quien muchas veces había acorralado a colaboradores con la frase ?me estás diciendo que podemos o que crees que podemos?, ahora tenía que asegurar que el conteo les daría la victoria, a pesar de que no se veía cómo.

?Candidato, ten la seguridad, no hay duda, lo que pasa es que estos güeyes?? La respuesta de Mouriño incluía la hipótesis de que el PRD había armado una estrategia dilatoria, que, según las sospechas del equipo, buscaba posicionar durante todo el día la idea de un triunfo, que con esa noción llegara la noche, México se fuera a dormir, y que a la mañana siguiente ?con datos adversos? los perredistas acusaran que les habían robado durante la madrugada. El partido del sol azteca además presionó para abrir la mayor cantidad posible de paquetes electorales.

?La película que estaba viendo México era una distinta a lo que iba a acabar siendo, el final iba a ser diferente, pero el final fue a las cuatro de la mañana?, explica Mouriño, quien junto con Ernesto Cordero y Molinar volvieron a hacer modelos para dar seguimiento a la tendencia.

?Hubo un primer festejo corto a las tres de la mañana, cuando en el papel sabíamos ya lo que iba a suceder, ya con el estimado de más de 250 distritos. Y a las cuatro de la mañana en punto hubo una explosión de alegría, creo que es la única vez en que explotó el cuarto de guerra. Era un sentimiento de festejo, pero de un inmenso peso de encima que se nos quitaba?, recuerda Jordy Herrera.

El festejo duró unos quince minutos. Cada quien se sentó de nueva cuenta en su lugar en el salón de sesiones del Comité Nacional y discutieron lo que seguía: ?El otro va a salir a decir que le robaron la elección y lo va a desconocer. Tenemos que estar listos para que entre el presidente electo en todos los noticieros?.

Pero en realidad el comportamiento del perredista no les sorprendía. Calderón había adelantado que eso pasaría, dice una fuente, ?en cualquier escenario de triunfo nuestro. Para él [AMLO] el margen de diferencia no es lo importante a la hora de desconocer y hacer lo que finalmente está haciendo. Y nos instruyó a tener lista la estrategia legal desde el principio, a tener el número de abogados y el seguimiento, y César Nava era el que lo llevaba?.

ATRAPADOS, DE NUEVO, EN LA AGENDA DE AMLO

Una semana después de la elección, Calderón juntó a su equipo para evaluar la ruta a seguir. Tras el recuento distrital, el presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, había terminado de enfurecer a sus críticos al declarar ganador a Felipe la tarde del 6 de julio. ?La regla de oro de la democracia establece que gana el candidato que tenga más votos?, dijo el funcionario tras señalar que el candidato del PAN había contabilizado 15 millones 284 votos. O sea, el 35.89 por ciento del total de sufragios, contra 14 millones 756 mil 350 de López Obrador. Con esa frase, Ugalde bordeaba sus atributos legales y mostraba falta de sensibilidad ante el entorno de escepticismo y confusión que reinaba en el país.

López Obrador, por su parte, había vuelto a las calles. Con diversos alegatos sobre irregularidades había logrado sembrar la duda sobre lo que realmente aconteció en el cómputo del PREP del 2 de julio y en el recuento distrital del miércoles siguiente. Su petición de que hubiera un nuevo conteo fue respaldada por intelectuales, organismos independientes, buena parte de la población e influyentes medios como The New York Times.

El ?voto por voto? pegó y era el tabasqueño de nueva cuenta quien imponía la agenda al equipo de Calderón. Para mostrar el músculo de su convocatoria, el tabasqueño realizaría un mitin multitudinario en el Zócalo capitalino una semana después de la elección.

El PRD anunció además que se irían a la máxima instancia, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para demandar la revisión total de la elección. El lunes 10 de julio Calderón realizó una larga junta con su equipo. Ahí, se discutió la estrategia a seguir frente al ?voto por voto?.

Felipe consideraba que debería aceptar el recuento propuesto por López Obrador, y así lo planteó. Pero a pesar de que tenían encuestas de que la población en general veía con buenos ojos el nuevo conteo, el grupo se oponía a ello basado en dos ideas: que el perredista no reconocería ningún resultado que no le favoreciera, y que la apertura total podría mostrar elementos o irregularidades, hasta entonces no probadas, que le dieran a la Coalición por el Bien de Todos, el sustento que necesitaba para pedir la nulidad de la elección.

?No habían podido sustentar ninguno de los distintos tipos de fraude que decían que habían existido, ni ninguna cuestión para nulidad, lo único que podría darle argumentos al tribunal de donde agarrarse para anular la elección era precisamente la apertura, porque con ésta iba a haber errores, iba a haber inconsistencias, iba a haber incluso algunas casillas seguramente donde con dolo se hizo trampa, en favor de uno o de otro, donde no cuidaron los demás y alguien se pasó de listo, eso iba a suceder con una apertura generalizada de los paquetes?, explica uno de los asistentes a la reunión.

?Era nuestra preocupación: si se abren la totalidad de las casillas y resulta que en un alto porcentaje no coincide exactamente la cifra, o hay alguna irregularidad, ahí puede entonces [el tribunal] encontrar el argumento jurídico que hasta ese momento el PRD no le había demostrado?, agrega la fuente sobre lo que se discutía entre el grupo.

En la entrevista realizada para este libro, Calderón reconoce que estaba a favor del voto por voto. ?Reuní al equipo y dije ?vamos a ver todos los escenarios, el PRD está pidiendo que se recuente, vamos al recuento, no tengo la menor duda?. Es más, probablemente un recuento hubiera dado más votos, porque si alguien hizo trampa fue el PRD en el Distrito Federal. Tengo testimonios de casillas donde nuestros representantes fueron acosados constantemente por el PRD, y a cada rato llegaba un perredista y se llevaba boletas de a 100, de a 200, de a 50, a otras casillas donde no teníamos representantes ahí en Iztapalapa. Yo no tenía preocupación.

?Sin embargo, la reflexión unánime es el argumento legal. César Nava cita ahí los casos de Tabasco, que ha tomado el tribunal. Tanto él como Molinar y otros exponen en ese momento, y quizá con razón, que se trataba de una estrategia para anular la elección. Y efectivamente si hubiéramos ido a un recuento en ese momento de desorden, lo que hubiera sacado el PRD es un argumento político para anular la elección, sin fundamento legal. No hubieran aceptado un recuento donde yo hubiera ganado tampoco. La objeción [al recuento] realmente era jurídica. Y era un momento que tuvimos que escoger las prioridades, y la prioridad era defender el caso jurídicamente. Soy abogado y entiendo los argumentos, puedes llegar ante un juez y ofrecer la confesional de tu contraparte o presentar uno o dos testigos, pero finalmente tú tienes que optar por la estrategia que te permita ganar el juicio. Y eso fue lo que hicimos.?

Once años atrás, al perder ante Víctor Manuel Tinoco Rubí la gubernatura de Michoacán por amplio margen, el joven Felipe Calderón advirtió que no reconocería el triunfo del priista hasta que se hubiera revisado ?acta por acta?.

ESCENARIO PREVISTO

Nava estaba listo para la batalla legal. Desde enero de 2006, junto con Germán Martínez y otros abogados habían preparado y documentado semanalmente hipotéticos escenarios de impugnación a los que podría recurrir la coalición que respaldaba a Andrés Manuel. Nava sólo tendría que terminar de armar el caso al mismo tiempo que asumía toda la responsabilidad de llevar la voz del PAN, pues Manuel Espino se había ido de viaje, a España, a hacer la ruta de Santiago, en otra más de las acciones del líder nacional que irritarían a los calderonistas.

Mientras llegaba el 5 de septiembre, fecha en que el tribunal finalmente decidiría sobre la validez de la elección, a unas cuantas horas del plazo límite que le otorga la ley, el equipo dio bandazos pues se sentía atrapado. Querían mandar el mensaje de que Calderón era consciente del crítico momento en que se vivía, para distanciarse del estilo de Fox de minimizar los problemas, y al mismo tiempo empezar a trazar una ruta de manos a la obra. En este sentido, anunciaron una gira por el sureste de México para julio que terminarían por no realizar ante las críticas.

?Qué teníamos que hacer nosotros: mantener a Felipe Calderón vigente, cauto, tranquilo, e ir midiendo cómo se iba moviendo la propia opinión pública; y lo que nosotros íbamos viendo en la opinión pública era que Felipe seguía creciendo, que Andrés Manuel seguía cayendo en imagen, en respaldo, en todos esos indicadores?, comenta un miembro del cuarto de guerra, que seguiría sesionando hasta mediados de septiembre.

Entre los que más presionaban al candidato estaba el propio PAN, en el que había sectores que estaban dispuestos, y deseosos, de movilizarse para enfrentar a López Obrador. ?Había una gran presión del panismo nacional, de los simpatizantes, de también hacer algo. Sobre todo por la larga trayectoria del PAN en movimientos de esta naturaleza. Sí había una gran presión, Calderón decía ?hay que desatrofiar el músculo, ahora están ahí, el día que los busquemos ya no van a estar??, detalla una fuente.

Semanas más tarde, el tribunal decidió, en primera instancia, abrir casi el nueve por ciento de las 130 mil casillas que se instalaron en todo el país. Pero tras la revisión de las mismas no variaron significativamente las tendencias electorales. Más que pistas de un fraude, había por todos lados señales de errores a la hora de contar sin un patrón determinado del que pudiera deducirse dolo.

Al final, el 5 de septiembre el tribunal certificó que si bien hubo irregularidades, la elección era válida y que el ganador de la misma era Felipe Calderón, que ese día sería declarado presidente electo.

La noche del 5 de septiembre, en la sede nacional del PAN, Calderón daría su primer mensaje como presidente electo. Llamaría a los mexicanos al diálogo y a la conciliación. Con la constancia de presidente electo en la mano (que obtuvo luego de sortear el cerco que los perredistas lograron en torno a la sede del TEPJF), Calderón y su equipo comenzaron de nuevo a trabajar en la agenda de los retos inmediatos: trazar la transición y reconquistar al PAN. El escuadrón se activaba de nueva cuenta?

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