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El fortalecimiento del rol docente

Rolando Cruz

Al analizar los discursos tradicionales sobre el desempeño de los profesores y la importante función que desarrollan, se destaca la agotada disertación basada en el reconocimiento meramente retórico de la importancia del trabajo de los educadores, ya que existe una disociación entre reconocer la importancia de los docentes por un lado y por otro la evidente ausencia de los mismos en la participación de la gestión escolar, en el mejoramiento de los procesos educativos de las escuelas o en la propia formación de los profesores; finalmente nunca se les toma en cuenta.

Dicha disociación tiene dimensiones muy significativas, básicamente en las políticas de ajuste presupuestal, que han producido un descenso muy importante en la inversión educativa y desgraciadamente la principal variable de ajuste ha sido el salario de los docentes; dicha restricción lo que provoca es desmoralización, abandono de la profesión, ausentismo, búsqueda de otros empleos, etc.

Lo anterior, indudablemente que impacta de forma negativa en la calidad de la educación ofrecida a la población y este problema se agrava cada vez más, por lo que no es posible mantener el doble discurso del reconocimiento retórico hacia el profesorado y el deterioro real de las condiciones de vida de miles de maestros en México.

El otro discurso tradicional es el que sostiene que los docentes son las víctimas del sistema educativo (por las pésimas condiciones en las que trabajan) o son culpables de los malos resultados (por el deplorable trabajo que realizan). ¿Usted, estimado lector, con cuál postura se queda?

Un tercer enfoque, elaborado a partir de investigaciones serias, explica el rendimiento escolar como aquél en el que se subestima significativamente el papel del docente, según el cual el profesor no es víctima ni culpable, simplemente es poco importante. Este último enfoque sostiene que las estrategias de transformación educativa deben priorizar factores distintos al docente: los libros de texto, el equipamiento, los tiempos de aprendizaje, los enfoques educativos, los planes y programas de estudio, etc. Es sorprendente constatar que de las seis líneas de cambio educativo postuladas por el Banco Mundial, en fechas recientes, ninguna de ellas se refiere a los maestros, a su selección, a su formación, a la supervisión escolar o la participación de los mismos en las reformas.

En contraposición a lo anteriormente descrito, es importante recordar el informe Delors sobren educación para el siglo XXI, que define como uno de sus objetivos centrales el de aprender a aprender, lo que supone un cambio importante en las metodologías de enseñanza y en el papel del docente como guía, como modelo y como punto de referencia del proceso de aprendizaje. El actor principal de este nuevo enfoque es el alumno, pero requiere de una guía experta y de un medio ambiente estimulante, que sólo el docente y la escuela pueden ofrecer. Bajo estas perspectivas ya no es posible movilizar a los docentes con meros reconocimientos simbólicos, ni cerrarse en mutuas acusaciones, ni desconocer la importancia de su papel en el proceso de aprendizaje. En este debate subyacen tensiones que adquieren significados diferentes en contextos sociales, económicos y culturales distintos.

Respecto a la masificación y diversificación de la profesión docente, Juan Carlos Tedesco (OIE-UNESCO 1996) establece que el papel de los docentes no está separado del papel de la educación en la sociedad, destacando la enorme dimensión que esta última ha alcanzado (cincuenta millones de personas en el mundo se dedican a la enseñanza) esta expansión está asociada a una profunda diferenciación interna, en cuanto al ejercicio profesional, a los distintos tipos de actividad, al trabajo áulico, a la gestión, la supervisión, la atención especializada etc. Además de estar asociada a la pérdida de prestigio y a la distinta valoración que los propios docentes dan a su trabajo.

Para analizar los problemas y las estrategias de acción de esta compleja situación que resulta de la masificación de la profesión docente, es útil revisar la secuencia a través de la cual se construye un profesor: al momento de la elección de la profesión docente, se ha comprobado que ésta ha perdido la capacidad de atraer jóvenes talentosos y se constituye actualmente como una actividad transitoria, en espera de empleos más prestigiosos.

En la mayoría de los países se coincide en que la enseñanza es una actividad poco atrayente socialmente hablando, no muchos quieren ser maestros, entre los factores que explican este fenómeno está el deterioro salarial, el bajo reconocimiento social, el perfil bajo de personalidad, etc.

La formación inicial conlleva que, en esta fase el problema sea más significativo por la enorme separación que existe entre la formación recibida y las exigencias de un desempeño eficaz e innovador, ya que la mayoría de los programas de formación inicial está muy alejada de los problemas reales que el docente debe resolver en su práctica cotidiana, particularmente con alumnos socialmente desfavorecidos. En la carrera profesional las perspectivas dentro de la docencia son limitadas ya que gran parte de los puestos destinados a satisfacer nuevas funciones es ocupada por profesionistas de distintas áreas y la promoción normalmente está asociada al abandono de la actividad para la cual (en teoría) es más competente; el buen docente (en el supuesto caso de que lo sea) debe abandonar la clase para ser director o supervisor, función más ligada a lo administrativo que al apoyo del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Lo que esto significa es una pérdida de la experiencia acumulada tanto para el docente como para la institución. Por otro lado existe la idea de ascender a través de los estudios de posgrado, en una franca “credencialitis” que en nada aporta a la mejora en la calidad educativa.

En cuanto a la participación en las decisiones fundamentales de las instituciones, se ha demostrado que el grado de participación de los docentes es casi nulo y el maestro es prácticamente ignorado, además de existir una apatía generalizada para participar de manera activa en la toma de decisiones. ¿Bajo estas condiciones, cómo fortalecer el rol de los profesores?

Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com

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