La reunión anual del llamado Grupo de los Ocho (G8) que agrupa a las siete naciones más industrializadas y Rusia, se celebró en la primera quincena de este mes en Alemania. México participó el viernes 8 de junio en calidad de invitado, como parte de lo que se supone puede llegar a constituir un nuevo bloque de economías emergentes que comienza a conocerse como Grupo de los Cinco (G5).
No está claro el futuro de este bloque, pero se supone que podría convertirse en una agrupación relevante para abanderar las posiciones de los países en vías de desarrollo. Aunque todavía no se define precisamente la agenda que puede impulsar el G5, conviene hacer algunos comentarios en relación con la fuerza económica de cada uno de sus integrantes.
Dentro del G5, además de México, participan dos potencias emergentes asiáticas, China e India, así como Brasil y Sudáfrica. En 2006, este grupo tuvo un Producto Interno Bruto (PIB) conjunto de 5,680 miles de millones de dólares, 42.9 por ciento del PIB de Estados Unidos (EU). La aportación de México al PIB del G5 fue de sólo 14.8 por ciento, cifra similar a la de India (15.6 por ciento) y sólo superior a la de Sudáfrica (4.5 por ciento). El peso mayor corresponde a China (46.3 por ciento) y Brasil (18.8 por ciento).
En términos de población, la integración del G5 está más concentrada en los dos gigantes asiáticos. En el grupo, de un total estimado de 2,765 millones de habitantes en 2006, China participa con el 47.5 por ciento, India con 40.2 por ciento, Brasil con 6.8 por ciento, México con 3.8 por ciento y Sudáfrica con 1.7 por ciento. Como puede verse, tanto en términos de PIB como de población, nuestra participación es relativamente secundaria, por encima únicamente de la de Sudáfrica.
Sin embargo, al analizar la composición del G5 en función del PIB per cápita, una de las medidas más utilizadas para medir el grado de desarrollo de un país, la situación cambia. El dato del PIB per cápita promedio del G5 publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2006 es de 4,393 dólares por habitante. México supera por mucho este promedio, con un PIB per cápita de 8,066 dólares, seguido por Brasil (5,717 dólares), Sudáfrica (5,384 dólares), China (2,001 dólares) e India (797 dólares).
Esta última perspectiva refleja que de acuerdo al PIB per cápita, México disfruta hoy de un mayor grado de desarrollo que el de sus demás colegas del G5. Lamentablemente, en términos del dinamismo reciente, nuestro país podría pronto ser rebasado por Brasil y Sudáfrica y, en el mediano plazo, por China. La India, por su parte, si mantiene un ritmo de crecimiento similar al registrado en la presente década, reduciría considerablemente la brecha que la separa de nuestro país.
Lo anterior obedece a la lentitud con la que se ha venido desempeñando nuestra economía desde hace varias décadas. Para citar únicamente su evolución más reciente, en el año 2000 el PIB per cápita de México era también el más alto entre los países del G5 y el PIB per cápita de Brasil era un 63.4 por ciento del nuestro, mientras que el de Sudáfrica era un 50.4 por ciento. De acuerdo a los datos para 2006, la brecha se ha cerrado y tanto el PIB per cápita de Brasil como el de Sudáfrica representan, respectivamente, el 70.9 y el 66.7 por ciento del nuestro.
El “secreto” para reducir esa brecha es el alto dinamismo económico que registran los demás países del G5. De esta forma, entre 2000 y 2006 el PIB real en China creció a un ritmo promedio de 9.8 por ciento y el de la India a 6.9 por ciento. Sudáfrica lo hizo al 4.1 por ciento, Brasil al 2.9 por ciento y México con 2.3 por ciento.
Lo anterior significa que de mantenerse estos dinamismos, al paso del tiempo los demás países miembros del G5 rebasarían en su grado de desarrollo a México, como ya lo hizo en su momento el cuarteto de los tigres asiáticos originales: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán.
El panorama luce más sombrío si se considera el PIB per cápita calculado con la paridad de poder de compra (PPP) que corrige los sesgos originados por la apreciación o depreciación de la moneda de cada país con respecto al dólar. Las cifras estimadas por el FMI muestran que el PIB per cápita (corregido por PPP) más alto dentro del G5 en 2006 fue el de Sudáfrica con 12,796 dólares. México ocupó el segundo lugar con 11,249 dólares. En tercera posición está Brasil (9,108 dólares) seguido por China (7,598 dólares) e India (3,737).
Lo más preocupante no es el hecho de que México pierde con este indicador su condición de puntero dentro del G5, sino que las tendencias no le favorecen. En efecto, el PIB per cápita corregido por PPP más dinámico entre 2000 y 2006 fue el de China con una tasa promedio anual de 11.7 por ciento, seguido por India (7.7 por ciento) y Sudáfrica (5.3 por ciento). México (3.7 por ciento) apenas supera a Brasil (3.5 por ciento).
Esta evolución, de sostenerse hacia delante, hará que el papel de México dentro del G5 sea cada vez menos relevante, y su voz sea menos escuchada en los foros mundiales. Esto se debe a que los países con más peso en ese grupo serán los que determinen los temas abordados en sus relaciones con el G8 y con los otros polos de decisiones económicas y políticas internacionales.
Por este motivo, si México aspira a una presencia más activa en el escenario global, tendrá que mejorar notablemente su dinamismo económico para poder influir con más peso, no sólo en la agenda del G5, sino en otros foros en los que participe. Para ello, será preciso realizar los cambios estructurales pendientes desde hace varias décadas y cuya ausencia explica que otros países, que sí han realizado esos cambios, se hayan adelantado en la carrera hacia el desarrollo y el mejoramiento de las condiciones de vida de sus poblaciones.