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El pleito| Jaque mate

Sergio Sarmiento

“El hombre es un animal de rapiña que ha de afirmarse luchando, venciendo y aniquilando”.

Oswald Spengler

Nadie puede culpar a Grupo México por su decisión de cancelar las inversiones por dos mil millones de dólares que planeaba realizar en Cananea, Sonora, para llevarlas a Perú a través de su filial Southern Copper Corporation.

La mina de Cananea lleva más de tres meses paralizada por una huelga del sindicato de Napoleón Gómez Urrutia, a pesar de que la acción ha sido declarada “inexistente” por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. El bloqueo de los accesos no se produjo por que se estuviera revisando el contrato colectivo de trabajo sino como parte de una guerra con la que Gómez Urrutia busca ahogar a Grupo México, al cual acusa de haber atacado su liderazgo en el sindicato minero.

La guerra entre Napoleón y Germán Larrea, el principal accionista de Grupo México, se ha convertido en algo personal. El líder minero ya obtuvo un gran triunfo en el pasado cuando cerró con una huelga, también considerada ilegal, la planta siderúrgica de Sicartsa, en ese entonces propiedad del Grupo Villacero, al que también acusaba de oponérsele. Hubo un intento de la Policía de Michoacán y la Federal Preventiva de liberar los accesos, pero el esfuerzo terminó en una sangrienta batalla campal. Al final la familia Villarreal optó por vender la planta al Grupo Mittal, de capital indio, con el que Gómez Urrutia sí ha tenido buenas relaciones.

Es poco probable que éste sea el desenlace de la guerra con Grupo México, el cual tiene más solidez financiera y mayores dimensiones que Villacero. Napoleón ya sufrió una derrota importante: en elecciones sindicales que se llevaron a cabo en septiembre en ocho plantas de Grupo México, los mineros votaron de manera abrumadora por afiliarse a un sindicato opuesto a Napoleón. La agrupación de éste está buscando un amparo contra la decisión. En contraste, Gómez Urrutia obtuvo un gran triunfo al conseguir una suspensión definitiva contra tres órdenes de aprehensión que se le habían girado por el supuesto desvío de 55 millones de dólares de un fideicomiso bancario destinado a los mineros de Cananea.

Grupo México ha tomado una correcta decisión de negocios al cancelar la inversión de dos mil millones de dólares programada para Cananea y destinarla a Perú. La empresa se ha visto favorecida por los altos precios del cobre en los mercados internacionales en los últimos años, lo cual le ha generado excedentes que deben ser reinvertidos. Mantenerlos en caja, como se ha hecho en los últimos meses en espera de un arreglo en Cananea, es una tontería financiera. Si las actividades de la mina sonorense están paralizadas, a pesar de que la autoridad competente, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, ha declarado ilegal la huelga, Grupo México debe buscar otros destinos para la inversión.

A nadie escapa el hecho, sin embargo, que la decisión tiene también un peso relevante en la batalla entre Larrea y Gómez Urrutia. La pérdida de una inversión de dos mil millones de dólares en un país tan necesitado de empleos como el nuestro es una tragedia. Para los trabajadores de Cananea que ya trataron de regresar a laborar, sólo para ser rechazados de manera violenta por un grupo leal a Napoleón, el mensaje está muy claro: de continuar la huelga, las posibilidades de empleo no sólo no se mantendrán sino que disminuirán.

Los sindicatos son un negocio al igual que las empresas mineras. Tanto Napoleón como Larrea están defendiendo su negocio. El del líder sindical lo obliga a mantener el control sobre las secciones y sobre los contratos de las minas así como a preservar el sigilo sobre el manejo de los recursos sindicales. Las leyes en nuestro país, bajo el principio de la “autonomía sindical”, en general favorecen las prácticas que han hecho de los sindicatos tan buen negocio.

Los dueños de empresas en México encuentran en general que es bueno para su negocio mantener buenas relaciones con los líderes sindicales, cuyo enriquecimiento favorecen a cambio de preservar la paz laboral. Pero el modus operandi que durante tanto tiempo mantuvieron Napoléon Gómez Sada y Jorge Larrea se ha desmoronado ahora en este conflicto entre sus hijos.

Lo peor es que no parece que ninguno de los dos tenga la capacidad para destruir al otro en el corto plazo. Esto significa que el pleito durará mucho tiempo. Y los perdedores no serán ellos sino los mineros… y todos los habitantes de nuestro país.

LA FUSIÓN QUE NO FUE

No le tocaba a Luis Téllez decidirlo sino a la Comisión Federal de Competencia. Pero esta semana, cuando tuvo la oportunidad de expresar su opinión, el secretario de Comunicaciones y Transportes señaló que no encontraba razón para haber impedido la fusión de Mexicana y Aeroméxico. La participación combinada en el mercado interior, inferior al 50 por ciento, no parece ser razón suficiente. Deshacerse de slots en el aeropuerto de la Ciudad de México habría garantizado una competencia adecuada. Muchos especialistas piensan que el mercado de aviación comercial en México no ofrece espacio para dos troncales. Una de las dos terminará quebrando, como ha ocurrido en Canadá, Brasil y tantos otros países. No falta quien diga, sin embargo, que la quiebra de Mexicana o de Aeroméxico es precisamente lo que el mercado necesita para purgarse.

Página de internet:

www.sergiosarmiento.com

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