El PRI vive un momento de incertidumbre. El próximo 18 de febrero más de 17 mil consejeros renovarán la dirigencia de este partido, luego del interinato de Mariano Palacios Alcocer y Rosario Green. La contienda tiene a cinco suspirantes, pero son dos los que en verdad podrían decidir el futuro del PRI, Beatriz Paredes y Enrique Jackson.
El partido que hasta hace una década controlaba la vida política del país bajo un modelo de dictablanda perfecta, hoy se encuentra en un franco deterioro. Aún tiene 17 gubernaturas bajo su control, la mayoría de los diputados de los congresos locales y es la tercera fuerza política en el Congreso de la Unión. Sin embargo, el PRI vive una crisis de confianza con el electorado. Por mucho que los priistas no se cansen en señalar que los mexicanos le debemos al PRI el sistema de seguridad social, la creación de las instituciones del Estado mexicano y hasta nuestros museos, lo cierto es que el PRI también es culpable de la mayoría de los vicios de nuestra cultura política y de los males que aquejan a México.
Beatriz Paredes y Enrique Jackson representan a la vieja guardia del PRI, pero es Paredes quien podría renovar a su partido y reposicionarlo en los próximos cuatro años. A diferencia de Jackson, Paredes no usaría la dirigencia nacional como plataforma política para una candidatura presidencial. La trayectoria política de Paredes la vuelve en la persona más capacitada para dirigir a su partido. Esa trayectoria incluso trasciende al PRI, pues en todos los ámbitos de la política a Paredes se le respeta, se le reconoce una inteligencia notable y un discurso coinciliador. Como candidata a Jefa de Gobierno del DF, Paredes logró seducir a sectores populares, los mismos que el PRI necesita retener para no desaparecer como una Oposición viable.
Sin embargo, Paredes cayó en la trampa del sistema. Al escoger al senador Jesús Murillo Karam, de 60 años, como compañero de fórmula, Paredes busca consolidar el apoyo de los consejeros priistas, pero cierra la posibilidad de abrir espacios a las nuevas generaciones.
En contraste, Jackson seleccionó a una compañera de fórmula treintañera, la diputada Sara Latife, buscando el voto de los consejeros jóvenes de su partido y mandando la señal de que el relevo generacional está a la vuelta de la esquina. No obstante, la juventud per se no garantiza una actitud transparente o la falta de corrupción, y el escándalo del table dance de la diputada Latife, dado a conocer por el diario Reforma la semana pasada, la pone en una situación incómoda con las mujeres y con los jóvenes de su partido.
Los priistas están divididos en torno a Jackson y Paredes. La mayoría de los gobernadores apoya a ésta, pero aquél cuenta con la amistad y los favores de la Maestra Elba Esther Gordillo y su ejército de maestros. Cualquiera de los dos puede ganar la elección, pero la pregunta es si podrán unir a su partido, restaurar la confianza en él y convertirlo en una Oposición de centro izquierda, propositiva y responsable que se muestre como una alternativa a la pérdida de la brújula de Andrés Manuel López Obrador y como un contrapeso al extremismo de la derecha que ha secuestrado al PAN. La tarea para el PRI no es nada sencilla, pero en el éxito o fracaso de esta misión se encuentra su sobrevivencia.
Politólogo e Internacionalista
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