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El PVEM, juguete favorito del ‘Niño Verde’

El PVEM, juguete favorito del ‘Niño Verde’

El PVEM, juguete favorito del ‘Niño Verde’

Jorge Emilio González ha sido asambleísta, diputado, senador, otra vez diputado y desde hace seis años presidente del PVEM.

El Universal

MÉXICO, DF.- El “niño” del que hablamos tiene 35 años. Le gustan los zapatos Gucci y los trajes Armani. Y por si a alguien se le ocurriera regalarle un automóvil, le encantan los Porshes. Lleva una camisa de color lila con finas rayas en un azul suave y un pantalón de vestir gris. Su look es ahora con el pelo corto, muy corto, cortititito. En la mano trae una manzana a la que ya le ha dado varias mordidas. Se carcajea, saluda y abraza, en un salón lleno de luces y de personalidades. Se sienta en un sillón, en otro. Se mueve entre diputados.

Es un niño que siempre jugó futbol soccer en el jardín de su casa o en el de sus amigos. Amante de la pelota. Su equipo favorito, los Pumas. Un niño que dejó de lado las canicas, el trompo, el balero, jugar al doctor o al papá y a la mamá, o a la casita. Más bien, dice que desde los nueve años le sedujo la creación de un partido político. El Verde Ecologista de México, del que ha sido asambleísta, diputado, senador, otra vez diputado y desde hace seis años presidente. El PVEM, su juguete preferido por el que se ganó el color de su apodo.

Ese Niño Verde como le dicen, se percibió muy ingenuo cuando en una entrevista de 1998 mostró su inocencia al creer que la composta era la separación de basura. Pero además aseguró que sí llevaba una vida ecológica porque cada vez que miraban un grillo dentro de la casa, lo sacaban al jardín. ¡Ay mi vida..!

Jorge Emilio González Martínez, jugando, se convirtió en capitán de los verdes el 16 de noviembre de 2001 en el hotel Chanká Ruinas de Palenque, Chiapas, donde no tuvo acceso la prensa. Los 39 delegados depositaron su voto en una urna transparente, que vigilaba su padre, el entonces líder partidista Jorge González Torres. “Casi casi tenían que enseñarle el voto para que viera que habían votado por su hijo”, dice un testigo de aquel evento.

Todos los intentos por quitar de la dirigencia a los González Torres se vinieron abajo, a pesar de que en aquel entonces el diputado verde Arnold Ricalde acariciaba la posibilidad de que la diputada Josefina Guadalupe Noriega tomara el control. Observadores comentaron a la prensa que se trató de una elección “amañada”. El hecho de que en las boletas sólo apareciera la “carita feliz” del Niño Verde y no de su contrincante, lo consideraron ventajoso.

Ya antes, en 1999, se había beneficiado con una modificación al Artículo 58 constitucional, que redujo el rango de edad de 30 a 25 años para ser senador. El niño tenía apenas 28 cuando obtuvo su curul. En la vida partidaria, no le recuerdan antes de 1997, cuando llegó como legislador externo a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. “Lo único que hacía era seguir las instrucciones de su padre, su discurso”, asegura un ex compañero de bancada que se refugió en la disidencia.

Dicen que desde muy temprana edad —en 1997—, cuando tenía 25 años, el Niño Verde no mostraba ningún interés por el tema ambiental a pesar de haber sido asambleísta. Un niño en el que la congruencia no cabía. Su vida cotidiana chocaba con la visión de ser parte de un partido verde. Más bien dejaba ver un derroche excesivo de recursos. Utilización de aviones privados en renta, papillas en restaurantes exclusivos, donde si no había lo que quería se paraba indignado y retorcía los huesos. Así ocurrió en un restaurante de la zona exclusiva del Grand Mayán en Acapulco, de comida exótica como filete de cocodrilo y de avestruz, pero se molestó porque no hubo escamoles.

Un niño que no encaja en el mundo ambientalista en el que los líderes verdes cuestionan el uso del automóvil o incluso lo racionan para no utilizarlo cada día. Lo han visto arriba de una Path Finder, una Suburban o un Audi, seguido de su escolta. Él dice que ha tenido como siete.

“Realmente no habría problema si fuera un partido como Acción Nacional con una ideología más empresarial. En el estado de Campeche durante 12 años tuvieron recursos de diez mil pesos al mes y él se gastaba 40 mil en la renta de un helicóptero. Es lo que hacen muchos yuppies al hacer uso del gasto público”, dice el ex diputado disidente.

“A final de cuentas, eso es lo de menos, creo que es una buena persona, de alguna forma mimado por su papá y eso ha afectado a su persona porque le dio absolutamente todo. Eso ha provocado que la tenga fácil en la vida; no es una mala persona, pero tampoco es un ecologista profundo. Evidentemente en términos ecológicos no sabe nada y eso ayuda a que muchos ecologistas puedan influenciar la agenda ambiental del partido”, dice otro disidente..

Entre los reporteros que cubren la Cámara aún se recuerda esa frase que lo hizo famoso: “Me pueden dar los periodicazos que quieran, pero mi papá me mantendrá como coordinador parlamentario en la Cámara de Diputados”.

Según ex colaboradores, el juego favorito del Niño Verde en los veranos electorales es saturar de propaganda los medios de comunicación; llevar a cabo una encuesta sobre el porcentaje de votos que podría obtener su partido; después presumía su nivel de votación y se sentaba a negociar.

Un niño querendón que se iba a los brazos de cualquiera con tal de que le ofrecieran una paleta. Se dejó cargar por Vicente Fox para acompañarlo por el camino a la Presidencia de la República y en 2006 se agarró de la mano de Roberto Madrazo. El primero no sólo lo bajó, sino además le dio una nalgadota y le quitó la posibilidad de nombrar a los secretarios de Salud, Educación y Ecología.

Él mismo lo había reconocido públicamente: “Ellos nos buscaron para formar la Alianza, ellos, Fox, Bravo Mena, Aguilar Zinser, Diego. Con ellos hablamos en casa de mi abuelo. Y mandamos a hacer encuestas, el PAN y nosotros. Fox traía 34.1%, Labastida 46% y Jorge González Torres 5.6%. Con base en esa encuesta hicimos las negociaciones, nos repartimos las posiciones”. El Niño Verde no perdió el tiempo y se subió al templete parlamentario para hacer el berrinche y romper con el presidente electo Vicente Fox por no haber cumplido con su palabra. El entonces líder de la desaparecida corriente del PVEM, Carlos Alberto Macías, había calificado su participación como patética, hipócrita y cínica.

Carlos García Robles, coordinador de Red Ambientalista, asegura que la gran desgracia es que el partido del Niño Verde robó un verdadero nicho ecológico y sigue lucrando con él. Simplemente dice que el juguete del Niño Verde es el partido más rico del mundo.

“El Niño Verde básicamente está jugando a continuar con la monarquía que le heredó su padre. Es un niño autócrata al que no le importa el medio ambiente; lo que le importa es el dinero que saca a través del partido”, dice el ambientalista.

El nieto consentido

Un niño que nació en pañales de seda. Que creció en el Pedregal de San Ángel. Nieto del ex gobernador de Tamaulipas, Emilio Martínez Manautou. Su padre, Jorge Emilio, es dueño de la cadena de farmacias El Fénix; su tío Víctor González, conocido como el Doctor Simi, de las Similares. Dice el diputado del Verde Ecologista, Javier Estrada —quien asegura conocerlo desde los 13 años— que lo recuerda los fines de semana en la casa de sus abuelos en Cuernavaca como el nieto consentido.

Su capacidad de ser buen amigo ha sido cuestionada porque con él trabajan sus ex compañeros de escuela y universidad: el actual senador Arturo Escobar; el ex asambleísta y diputado federal Francisco Agundis; el diputado federal y ex presidente del partido en el Estado de México, Alejandro Agundis; Cuauhtémoc Ochoa, diputado y presidente en Hidalgo y Gerardo Díaz Ordaz, nieto del ex presidente y presidente del PVEM en Puebla. “Es leal en términos generales porque hay mucha gente que trabaja en el partido y no estuvo con él, ni en la prepa ni en la primaria”, dice el senador Manuel Velasco.

“Sabe ser amigo, tiene la gratitud hasta la muerte. Es serio, buena onda, tipo Luis Miguel, pero con un corazón de este vuelo. Yo recuerdo que mientras su papá hacía giras, él andaba buscando militantes para el partido”, dice el legislador Estrada.

“Es una persona agradecida con la vida, con Dios y con la gente que lo rodea.

“Como ser humano es una persona que mantiene una idea de vida, de llevarla a una felicidad; es una persona católica, cree en la vida del más allá y sabe que esta vida es prestada y por eso se tiene que trabajar con honestidad, lealtad y amor”, dice Jesús Sesma, de Comunicación Social en el Senado.

Los logros del partido son el espejo de lo que es Jorge Emilio, según Sesma. Pero Carlos García Robles asegura que en diez años, hasta 2003, el PVEM no logró que ninguna de sus propuestas se convirtiera en Ley. “Jorge Emilio tiene un ideal, tiene una estructura muy precisa de lo que quiere lograr; sabe perfectamente que hay que obrar bien para llegar a una vida próxima. Ésa es su filosofía”, dice.

El niño de 35, que lleva seis años de dirigir al instituto político al que muchos llaman el Partido Verde S.A. de C.V., porque aseguran que nació y creció como una empresa familiar, camina por el recinto de los diputados. Dice que la política no es un juego, que es dura porque hay que trabajar por el bien del país. “No podría jugar con el sueño de mi padre”.

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