“La palabra guerra justa envuelve un salvaje contrasentido; es lo mismo que decir crimen justo, crimen santo, crimen legal”.
Juan Bautista Alberdi
La idea de que la violencia que estamos viviendo en México afecta solamente a los narcotraficantes y a sus allegados es una simple mentira inventada para dar tranquilidad a la población. Una nueva confirmación, de muchas que ha habido, la dio el caso de los ocupantes de una camioneta acribillada por soldados en un retén militar en La Joya, Sinaloa, este primero de junio. Dos adultos y tres niños, de dos a siete años de edad, fallecieron en el tiroteo. Otras tres personas quedaron heridas.
La explicación original de los responsables del retén es que la camioneta no obedeció una orden de detenerse emitida por los soldados. En principio podría suponerse que los militares actuaron como debían al disparar, ya que no pueden estar jugando ante un vehículo que se niega a detenerse en un retén. Pero hay un elemento de información que genera dudas: los disparos que mataron a los ocupantes de la camioneta vinieron de delante del vehículo.
¿Qué ocurrió? ¿Realmente desobedeció el conductor la orden de detenerse o los soldados dispararon antes de que la camioneta tuviera oportunidad de frenar su marcha? De lo que no hay duda es que los soldados reaccionaron con una sorprendente rapidez, ya que tuvieron oportunidad de llenar de balazos el vehículo cuando éste todavía estaba avanzando hacia ellos.
En un principio se dijo que el vehículo llevaba armas o drogas. Al paso de los días ya nadie busca recurrir a esta defensa. Evidentemente no se encontró ningún elemento de ilegalidad en el vehículo, porque de inmediato los integrantes del retén habrían utilizado esto como argumento para liberarse de responsabilidad. Sería inusitado pensar que un grupo de narcotraficantes está reclutando no sólo a mujeres, sino también a niños de entre dos y siete años, para llevar a cabo sus trabajos más peligrosos.
Algunos elementos de preocupación debe haber encontrado la Secretaría de la Defensa en la actuación de los integrantes del retén de La Joya que ha detenido a 19 de sus integrantes para investigarlos por su presunta responsabilidad en los hechos. Habrá que ver realmente qué ocurrió. No parece lógico que todos los elementos del retén hayan disparado en contra del vehículo. La autoridad militar –porque hay un fuero especial para los miembros de las Fuerzas Armadas- tendrá que considerar quiénes dispararon y por qué razones.
La sociedad no puede cerrar los ojos ante éste y otros hechos de sangre, los cuales nos demuestran los riesgos que los ciudadanos estamos corriendo en un momento en que las carreteras se llenan de retenes con soldados armados que en segundos pueden llenar un auto de balas. Las próximas víctimas podríamos ser usted o yo y nuestros hijos.
Cabe suponer que lo acontecido en La Joya fue un accidente. No hay beneficio posible que pudieran haber obtenido los militares del retén por acribillar a los ocupantes de una camioneta con niños. La detención de los integrantes del retén, por otra parte, manda un mensaje a los militares de todo el país para hacerles entender que deben tener cuidado antes de empezar a disparar en contra de un vehículo.
Quizá hay también en lo ocurrido un mensaje para la población en general. Si el conductor del vehículo pensó que era muy fácil desobedecer la orden de un militar, la instantánea pena de muerte que ejerció la autoridad es suficiente para hacernos pensar a todos antes de tratar de saltarnos un retén. Si simplemente se distrajo el conductor, quedan ya claras las trágicas consecuencias de un momento de falta de atención.
Estamos en una guerra, sí, pero en una guerra muy particular. Es una guerra en que la victoria es imposible, porque mientras la demanda no disminuya, como lo ha reconocido el propio presidente Felipe Calderón, habrá siempre más droga que se produzca y distribuya para satisfacer esta demanda. Es una contienda, por lo demás, en la que se enfrentan dos ejércitos que actúan sin ningún tipo de contemplación o miramiento por la población civil. Todos somos posibles víctimas y a ninguno de los dos ejércitos parece importarle mucho el “daño colateral” de sus acciones.
Quizá la guerra sea inevitable. El Estado mexicano no puede simplemente permitir que las bandas de narcotraficantes le arrebaten el monopolio del uso de la fuerza. En lo que va de este año, estos grupos han ejecutado a más de mil personas en absoluta impunidad. Un Gobierno no puede simplemente cruzarse de brazos ante una situación tal.
Pero no podemos seguir afirmando que todos los muertos en esta guerra son personas vinculadas con el narcotráfico. Cada vez aumenta más el número de muertos civiles. Tal fue el caso de Joniel, Griselda y Juana Galviz, muertos en el retén de La Joya y quienes a sus siete, cuatro y dos años de edad difícilmente podían considerarse cómplices del narcotráfico.
SUBASTA PÚBLICA
La Suprema Corte de Justicia rechazó por unanimidad que las concesiones de radio y televisión del país puedan otorgarse “en licitación a través de subasta pública” como lo establecía el Artículo 17-G de la nueva Ley de Radio y Televisión. Habrá que ver qué significa esto, ya que la misma Corte ha aceptado el Artículo 17, que establece que las concesiones deben darse por licitación y no a discreción del presidente o de la autoridad. ¿Cuál será el tipo de licitación que no se realice por subasta pública? Los ministros no lo han aclarado.