Ha de ser frustrante aquerenciarse de una suma millonaria, sólo porque la tengo asegurada, para después tener que devolverla dado que el procedimiento estaba equivocado desde un principio pues el decomiso era ilegal. Lo que se recuerda es que irrumpió un comando en una casona de las Lomas de Chapultepec, en la legendaria Ciudad de México, que por una ficción jurídica, al constituirse en sede de poderes de la Unión en su territorio, pasó a ser el Distrito Federal y capital de los Estados Unidos Mexicanos. Bien, la cantidad despertó en el mexicano medio una ambición nunca vista, al advertir que fajos de billetes se apilaban en el piso, aunque como otros sueños sabía que nunca llegaría a tener acceso, ni siquiera a uno de tales documentos bancarios.
Él el dueño de la casa aspiraba, quizá, a ser como el legendario rey de Frigia, llamado Midas, que obtuvo de Dioniso la facultad de trocar en oro cuanto tocaba, que personifica, en la historia de la humanidad, el ansia insaciable de riqueza que todos llevamos dentro. Aunque poco después, a punto de morir de hambre y de sed, pidió al dios que le retirase ese privilegio. Imaginemos a nosotros con ese don de transformar en ese metal aurífero cualquier cosa con sólo tocarla, ¡uf!, nos volveríamos locos de alegría, aunque después falleciéramos de inanición, -de todas formas eso está aconteciendo, sin que nuestras manos tengan el poder que también se le atribuye a la piedra filosofal*-.
Lo que debió pasarle al chino Zhenli Ye Gon que acudía con frecuencia a Las Vegas en USA, la meca del “lavado” de dinero, es lógico pensar que a blanquear sus dólares. Aunque su codicia rompió el saco, cayendo en garras de la justicia de la que si bien escapó huyendo presuroso a un suburbio de Nueva York. Al no poder cargar con los costales de dinero hubo de dejarlos, lo que dio lugar a que les cayera encima la Policía.
Los instrumentos, objetos o productos del delito, así como los bienes en que existan huellas o pudieran tener relación con el delito, serán retenidos a fin de que no se alteren, destruyan o desaparezcan. En el caso, los billetes asegurados por policías, ¿tenían huellas dactilares que hubieran podido llevar al conocimiento de su procedencia o cuando menos quienes los tuvieron en sus manos? La respuesta es sí.
Antes de sacarlos de la bodega improvisada ¿se tomó la precaución de preservar que las fajillas con que se embalaron los billetes quedaran a salvo comprobando que bancos y a quien, en primera instancia, se entregaron los billetes? Lo más seguro es que quién sabe.
Lo cierto es que después los billetes empezaron a circular sin que se hiciera trámite alguno para que mediante su natural manoseo se perdieran evidencias que mucho hubiera servido a las autoridades para seguir pistas que pudieran aclarar el embrollo, lo que aún continúa en el más profundo de los misterios. ¿Se cumplió dentro del término con poner los bienes a disposición de la autoridad competente? Desde luego que no.
Lo cierto es que se siguió un trámite, violatorio de garantías individuales, en perjuicio de los interesados, en que el Ministerio Público se adjudicó la billetiza mediante un procedimiento sui géneris. Simplemente se apercibe al originario de China para que dentro del término de 90 días manifieste lo que a sus derechos convenga y al no hacerlo se declara que los billetes causaron abandono a favor del Gobierno Federal; así de sencillo.
El precepto, que contiene la regla comentada, es de suyo inconstitucional. En efecto, el Artículo 14 constitucional ordena que nadie sea privado, de sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento. Aquí no hubo ningún juicio, ni obviamente se cumplió con formalidad alguna, concretándose la autoridad administrativa a requerir al poseedor como lo enunciamos en líneas anteriores. La ley dice que debe ser oído en su defensa. Esto se hizo de manera irregular por lo que el interesado puede por sí o por conducto de sus abogados recurrir al juicio de amparo para que la justicia de la Unión repare la omisión, anulando lo que hasta ahora se ha hecho con el dinero que, en tal caso, debe volver a su calidad de asegurado. Amparo que, se dice en los periódicos, está ya en curso.
Nota Bene- Piedra filosofal: materia con la que los alquimistas pretendían hacer oro artificialmente.