EL PASMO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY
En el trabajo dedicado a La Fontaine en sus célebres Retratos Literarios, Agustín de Sainte-Beuve afirma: “Al tratar de él, luego de tantos críticos como lo han juzgado (...) nos obligamos a no decir nada nuevo por lo que hace al fondo, y a no hacer en definitiva sino volver a interpretar a nuestra manera y a insinuar, algo diferente algunas veces, las mismas conclusiones en lo que se refiere a los elogios. Más estas repeticiones no nos han parecido enteramente inútiles, aunque no sea sino porque muestran que también nosotros, los más recién venidos y oscuros, sabemos, por convicción y por necesidad, colocarnos a continuación de nuestros antecesores en la carrera”.
Dicho de otro modo: Sainte-Beuve admite que si bien es difícil sorprenderse ante lo conocido y sacar nuevas conclusiones de lo antes visto, cada generación tiene el derecho y la obligación de hacer su particular lectura de los libros y del mundo. El autor de los Retratos Literarios defiende –a mediados del Siglo XIX– la facultad de asombrarse ante elementos que sus antecesores ya consideraban cotidianos. Reclamaba el derecho a buscar el pasmo de cada día. Una posibilidad que, en el México de inicios del Siglo XXI, ejerce Gilberto Prado Galán en Fragmentos del Asombro.
Nacido aquí en Torreón en 1960, Prado formó parte del taller Botella al Mar, que navegaba con el maestro Saúl Rosales al timón. Allí se curtió en materia de libros junto a otros nombres como Jaime Muñoz Vargas y Pablo Arredondo, hoy leídos, comentados y premiados mucho más allá de las fronteras regionales. Maestro en Letras por la New Mexico State University, Prado ha publicado libros como Huellas de Salamandra, El año de Borges y El Oro Amotinado. Ha obtenido, entre otros, los premios “Lya Kostakowsky”, “Malcolm Lowry” y “Garcilaso Inca de la Vega”.
Fragmentos del Asombro es una recopilación de ensayos publicada por el Conaculta y Ediciones sin Nombre. Habitan sus páginas Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Alfonso Reyes y otros fantasmas recurrentes de las letras. Fragmentos del Asombro prolonga líneas trazadas en otros trabajos de este autor. Es el caso del ensayo titulado “La Otra –simultánea– voz: Huellas de Salamandra”. En 1993, el Fondo Editorial Tierra Adentro publicó Huellas de Salamandra, libro que registra el impacto del poema de Octavio Paz en el autor torreonense. Por coincidencia, Prado presentó su libro en el de efe al mismo tiempo y a pocos metros del sitio donde Paz presentaba una colección de ensayos. Se imponía ir en busca del poeta, y así lo hizo Gilberto. Dejó el final de esta historia para quienes lean el libro.
Sin embargo, Prado Galán no apunta sus esfuerzos a asombrarnos con anécdotas chuscas o alardes eruditos: prefiere regalarnos los destellos de lo insólito que se esconden cerca, a veces dentro de nosotros. Así logra conciliar temas tan distintos como los ataques terroristas de Al Qaeda, La Misión Biológica del Bazo, La Historia de las Lágrimas y los “ataúdes anticipados” que eran los barcos según Baltasar Gracián. Sorprenden de igual forma los pasmos anatómicos, las reflexiones sobre las conexiones neuronales, el corazón, la onicofagia...
Como sucede con los demás miembros de Botella al Mar, el desierto está presente en los libros de Prado. En Fragmentos... escribe: “Cuando la literatura no tenía nada de predeterminación, de juicio inducido por los críticos, de recomendaciones y lista de obras indispensables, de tufo rancio y clásico avalado por las inteligencias más claras del planeta, cuando no tenía más canon estético que el de los pocos libros que ordenaba en aquella tuberculosa biblioteca de una pequeña ciudad en la provincia mexicana, donde yo trabajaba, aprendí a leer sin guajes, a nadar con los propios remos de la imaginación y a disfrutar un libro como se disfruta el sabor del café o la piel de una muchacha”. Quiero pensar que de la intención de rescatar aquel asombro surge éste, su libro más reciente. Comentarios:
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