La falta de oportunidades laborales provoca que miles de duranguenses abandonen su hogar y se vayan a Estados Unidos.
Gobierno del Estado da seguimiento a los procesos penales de paisanos encarcelados
Están lejos de casa y se encuentran presos en un país diferente en su sistema de justicia. Muchos se fueron en busca del sueño americano pero lo único que encontraron fue la cárcel.
Son 28 duranguenses que se presentan problemas judiciales en el extranjero, purgando penas en Estados Unidos y uno más en Perú; la gran mayoría fue consignado por delitos contra la salud.
Myrna Alarcón Almodóvar, titular de la Dirección de Atención a Comunidades Duranguenses en el Extranjero de la Administración Estatal, relata que cinco casos corresponden a personas que reincidieron por tercera ocasión en entrar de manera ilegal al vecino país del norte y al ser detenidos fueron condenados a tres años de prisión.
AUXILIO
La funcionaria estatal señala que la principal función de la Administración es darle seguimiento a los procedimientos penales, facilitando información a las familias de los presos para que conozcan a detalle la situación jurídica de su pariente, o bien, ayudándoles con asesoría en los trámites.
Los detenidos se encuentran dispersos en Chicago, California, Arizona, Texas, Michigan, Kansas, Florida y uno más en Perú, como ya se dijo anteriormente.
“Como Gobierno Estatal no tenemos la capacidad de tener abogados en otro país, lo que hacemos es darle seguimiento al caso, estar monitoreándolos en el Consulado para que los muchachos estén bien y no les falte nada. Muchos de ellos si tienen buena conducta pueden salir antes”, dice la entrevistada.
Hasta el momento no hay duranguenses condenados a muerte y la pena máxima que se tiene conocimiento es de 40 años, correspondiente a un joven por delitos a la salud.
TESTIMONIO
José Luis Villas Barrios sabe bien lo que es despedirse de un ser querido que abandona su lugar de origen para buscar otras oportunidades. Su hijo hace tres años que se fue de “mojado” y desde entonces no lo ha vuelto ver, sólo platica con él vía telefónica.
“Hace tres meses que no sé de él”, charla y dice que el joven de 25 años labora en la construcción o en donde haya empleo.
En tanto, José Luis vende paletas de hielo por las calles y suspira por el hecho de que su vástago no esté a su lado, todo por la falta de trabajo en la entidad.
Por eso tiene una petición especial para el Gobierno. Quiere que atraiga empresas que le den empleo a gente que no cuenta con estudios superiores pues las que se han instalado en últimos meses solicitan profesionistas. “¿Y a los pobres, los que no tenemos estudios qué nos queda?”, lamenta.
