Contrario a lo que pudiera pensarse, Paco de la O prefiere las obras que hagan reflexionar. (El Universal)
El actor, quien da vida a Maximiliano Fábregas en La Niñera, prefiere hacer obras que alimenten su carrera
MÉXICO, DF.- Su pasión por la vida ha ocasionado en el actor Francisco de la O el realizar un ejercicio de emociones en cada proyecto que realiza y que sólo el teatro, su profesión, puede darle; y con obras de Henrik Ibsen, Anton Chejov, Luigi Pirandello procura alimentar su carrera.
Hay algo que une al actual Maximiliano Fábregas en la adaptación mexicana de La Niñera con el guionista Mel Brooks; su hecho fue verdad; el de Mel sólo una parodia cinematográfica en Los Productores.
Francisco de la O montó Yo Odio a Hamlet al lado de Ofelia Guilmain, pensó que sería un éxito, pero ocurrió lo contrario; al igual que en Los Productores el título que tenía qué ver con una versión musical de Hamlet también resultó un fracaso.
“Tenía todo para ser un éxito, cuando nosotros invitábamos a la gente para que lo viera aplaudía y se ponía de pie, pero le fue muy mal, en premios muy bien”, recordó.
De la O comenzó en la comedia musical con la primera actriz Angélica María, después participó en La Celestina con Ofelia Guilmain (q.e.p.d.) y de ahí le entró un shock y comenzó a hacer teatro universitario y de propuesta en la UNAM.
-¿Qué pasaría por la mente de Paco de la O si fuera un productor teatral como en la serie La Niñera?
Un productor siempre se basa en su intuición. Puedes tomar decisiones sobre si funciona o no o sobre lo que el público quiere ver, pero en teatro nunca se sabe. Puedes montar algo que tú crees que será un éxito y no lo es así, tal como es la obra de Mel Brooks, Los Productores. No hay manera de saber cuál pegará y cuál no, tienes que ser intuitivo.
-Si fueras productor, ¿qué obra te gustaría montar en México?
A mí me gusta el teatro intenso, me gusta (Henrik) Ibsen, (Anton) Chejov, (Luigi) Pirandello, me gusta el teatro de peso, los clásicos, pero la gente le tiene mucho temor a la reflexión profunda, yo montaría un clásico. Me gusta Chejov.
-¿Alguna obra en especial?
También me gusta el teatro del absurdo, Esperando a Godot, de Samuel Beckett, es una obra que la estudié y nunca la hice, es algo que me llama la atención. Hace muchos años monté, en el Centro Cultural Helénico, una obra sobre la vida del pintor Modigliani, me encantaría volverla a montar.
-Hoy si no es comedia, ¿no funciona el teatro?
El teatro es un provocador de reflexión, de revoluciones, de ideales, tan es así que el teatro siempre esta ligado a los grandes momentos históricos del mundo, porque es un reflejo de lo que sucede.
México no ha encontrado los dramaturgos para expresarse a sí mismo, a México le falta que la gente vaya a ver obras que le conmuevan, que le susciten emociones y que después las comenten.
Ver comedia, que hay por todos lados, sólo te provoca hambre porque sales del teatro y ya piensas en ir a cenar, eso no sirve. Yo siempre escojo obras que me dejen algo, por eso quizás nunca he tenido un exitazo.
Hoy dicen: ‘Es que el mundo esta tan terrible que prefiero ir al teatro a reírme’ y yo creo que no, porque tienes que tomar conciencia de las cosas y fijarte una postura ante tu país, ante tu pareja, tus relaciones y ante el mundo, eso suscita un cambio.
-¿Esperabas la buena aceptación del público con La Niñera?
Existieron opiniones encontradas, lo que sucedió con La Niñera era lo que esperaba, mucha controversia, los viejos pensamientos de los seguidores originales del programa, se volvieron detractores, otros si les gustó; hubo mucha crítica, es decir hubo mucho movimiento de pensamiento y de reflexión, no creo que haya sido miel sobre hojuelas el proceso de La Niñera, pero se ha hablado mucho de ella y eso está bien.