El toro “Sevillano” y David Gil, lo mejor de la noche

En noche agradable y con media entrada se celebró la corrida nocturna en la Plaza de Toros Torreón, en la que los toros de Jaral de Peñas presentaron dificultades para su lidia. Y el pundonor de César Pastor, la entrega y el valor de David Gil, y la calidad del toro “Sevillano” le pusieron emoción al festejo celebrado ayer.

Los toros

Los pupilos de don Luis Barroso Barona dejaron mucho que desear, ya que mostraron mansedumbre a excepción del quinto de la noche, que fue de esos toros con los que sueñan todos los toreros.

César Pastor (azul y oro)

Abrió el festejo el astado que llevó por nombre “Toyota”, herrado con el número 172, negro zaino de pinta, el cual es saludado por el hidrocálido con verónicas, despatarrado, para rematar con revolera.

Inicia su labor muleteril con doblones para llevar al toro a los medios pero el toro mostró mansedumbre correteando por todo el ruedo; el aguascalentense se fajó con el burel al que logró sacarle buenos muletazos por el lado derecho para escuchar los primeros olés de la tarde, después de tres intentos realiza la estocada y termina su labor al primer descabello. Con su segundo enemigo, "Corolla" de nombre y herrado a fuego con el número 104, mostró su pundonor al recibirlo con farol de rodillas para de pie recetar buenas verónicas que remata con media. Él cubre el segundo tercio, en su primer par al quiebro se le cuela el toro y lo prende peligrosamente para salir con la ropa hecha jirones.

Con la muleta el toro vino a menos y poco pudo hacer el veterano diestro; termina su labor con estocada delantera para escuchar palmas.

Jorge de Jesús el “Gleasson” (verde y oro)

A última hora, por el percance del “Pana”, se anunció a Jorge de Jesús el “Gleasson”, al cual correspondieron los mejores astados del encierro de Jaral de Peñas, los cuales fueron desperdiciados por las limitaciones del que en su juventud fuera payaso de rodeo, y que tuvo en sus manos al toro con que sueñan todos los toreros, “Sevillano”, número 108, que resultó extraordinario y que en otras manos seguramente estaríamos hablando de un indulto, pero el “Gleasson” no supo qué hacer con un toro tan bueno y se la pasó pidiendo el indulto sin siquiera torearlo como el burel pedía.

Dejó una estocada efectiva y el público pidió una oreja con la que dio la vuelta al ruedo.

David Gil (negro y oro)

Bien podríamos encabezar esta reseña con la frase “David Gil y la verdad en el toreo”, porque la tauromaquia del español no merece otro calificativo que el de toreo con verdad, porque con su primer enemigo, “Juncal”, número 64, dejó ver desde que se abrió de capa un trasteo diferente, lleno de verdad y de vergüenza torera, porque aunque el público le pedía que diera la vuelta al ruedo, él se exigía demasiado y se resguardaba en el burladero. Con su segundo ejemplar, llamado “Tunante”, que llevó en los costillares el número 78, volvió a mostrar un valor espartano, y ante un toro rajado se jugó la vida sacando agua de las piedras, hablando en sentido figurado, al sacarle pases a un toro que no los traía. Dejó una estocada entera que bien valía una oreja, pero el torero venía por el triunfo grande, y lo que para todos fue una buena actuación, a él le supo a poco, y no quiso dar la merecida vuelta al ruedo que el público pedía.