Lo que sucede en el transporte es algo que debió ventilarse hace largos años. Atribuirle la culpa a una u otras de las partes del mal servicio de las líneas que operan en la ciudad, sería craso error. Estos son momentos en que se requiere que las dos partes actúen pensando en los usuarios que son los que, en tal caso, salen pagando los platos rotos. El martes en que se efectuó un paro de camiones frente al estadio de la Revolución, era una demostración de fuerza por parte de los transportistas a lo que la autoridad municipal respondió cancelando concesiones y deteniendo de inmediato a líderes o simples permisionarios del autotransporte. La Policía participó ante la audacia de los dueños a los que en el pasado, interrumpir el servicio, les dio buenos dividendos. Un paro del transporte por unas horas hacía que las autoridades doblaran las manos, aceptando el aumento del pasaje con la promesa, que sabían no se habría de cumplir, de mejorar sustancialmente el servicio. Los años pasaban sin que llegaran a concretarse las correcciones en la prestación del servicio público. Era una mentira piadosa para deshacer el embrollo hasta que pasara un año y de nuevo los concesionarios volvieran a las andadas, que significaba que para presionar a unas autoridades blandengues bastaba la paralización de labores.
Hoy, entre acusaciones de dar curso a intereses inconfesables, en ambos lados, se han trenzado en una guerra de declaraciones que, si fueran ciertas los dejaría muy mal parados. No se sabe si lo atribuido a la Presidencia Municipal es cierto o no. Lo único en lo que no cabe duda es que la promesa de otros años de dar a la comunidad un buen servicio, no se ha cumplido, lo cual debe considerar que se debe a que no ha habido claridad al apretar las tuercas, es decir a una verdadera determinación para obligar se hagan los cambios requeridos. Los transportistas por tradición han sido aliados de las autoridades surgidas del PRI, que una vez pasadas las elecciones carecían de respaldo moral para exigirles cualquier cosa. Ahora, creo que las autoridades actuales han tomado las medidas necesarias para evitar que las familias que utilizan ese medio de transporte se alboroten en su contra. Si transcurren los días y la autoridad se concreta a cancelar concesiones lo que puede ganarse, cuando la gente se desespere por no poder utilizar el servicio, es un abucheo pidiendo que vuelvan, en las condiciones en que estén las viejas y artríticas unidades que día a día los trasladaban a sus destinos.
Lo que ignoro es si las autoridades estén preparadas, además de cancelar permisos y recoger unos cuantos camiones para aplicar las leyes de la materia, no solamente nulificando las concesiones y mandando las unidades recogidas al corralón, sino además incautando esos permisos y requisando autobuses, junto a la expedición de nombramientos a nuevos choferes para que el servicio continuase.
Dejar a las personas paradas en las esquinas, eximiéndose de supervisar a los taxis que prestan el servicio sin vigilancia, para evitar que se cobre más de lo que marca el taxímetro, puede revertir el apoyo moral que les da la ciudadanía para que acaben con las pretensiones de los camioneros. Si la ciudad continúa padeciendo la falta de transporte provocando su desesperación puede desembocar como al efecto ocurrió en un apoyo al presidente y su cabildo dando por sentado que las autoridades están trabajando en beneficio de la comunidad.
Bien por la autoridad municipal que dispuso se hiciera lo necesario para que el servicio público de transporte en Torreón no siguiera interrumpido. Lo que sucedió es que la autoridad municipal no necesitó hacer alarde de que tiene los pantalones en su lugar, porque no se trataba de un torneo de pugilismo en que hay un vencedor y un vencido, sino de un problema social en que la sensibilidad del pueblo se hizo presente y se puso del lado de quien consideró, tenía la razón de su parte.
El alcalde hizo lo que tenía que hacer, cabe reconocerlo, sin titubeos. Los líderes se dieron cuenta de que no son tiempos en que se puede conseguir un alza en los precios del pasaje con algaradas de ?suspendo las corridas y ante el clamor popular te verás obligado a autorizarme el alza en el cobro?. Ahora bien que no caiga en saco roto lo que hicieron los transportistas, ahora podrá seguir su demanda de aumento los cauces legales ante autoridades competentes donde justifiquen que, de acuerdo con los insumos que requieren para prestar el servicio en comparación con lo que obtienen, más una ganancia lícita, hay una diferencia que sólo puede ser zanjada mediante un estudio serio de quien sepa actuar con gran imparcialidad y espíritu cívico que tanta falta hace en este país.
Habría que conocer si los ingresos por concepto de cobro a usuarios son insuficientes para modernizar los vehículos. Lo que sí, es que se imponga una tarifa justa. Incrementar lo que se cobra actualmente sin conocer los libros contables, que deben llevar los dueños del transporte, sería una traición a los intereses de la comunidad. La energía que puso en juego el alcalde y el arrepentimiento de los líderes del transporte al levantar el paro, son buenas noticias. Enhorabuena.