Es considerado una amenaza para el país, dicen políticos, pero para los expertos el grupo no es más que un ‘club de amigos’.
El Yunque es temido en Jalisco. Como si se tratara de un monstruo, medios y políticos advierten que está en todas partes y amenaza con dominar la Administración pública local, aunque, en realidad, no pueden decir qué es exactamente.
A diferencia del resto de entidades gobernadas por el PAN, aquí hay una cruzada pública desde órganos partidistas y de Gobierno contra este grupo invisible. Tanto que en 2003 Francisco Ramírez Acuña, entonces gobernador panista de Jalisco, pidió una “purga” interna de ultraderechistas.
Hace apenas dos meses el presidente estatal del partido solicitó a su Comité Ejecutivo Nacional una investigación sobre esa organización. “Se trata de un problema nacional”, advirtió. En respuesta, el actual gobernador, Emilio González Márquez —opositor al uso del condón como método para prevenir el Sida—, asumió esa petición como un desafío y amenazó con salir del PAN si había una pesquisa oficial.
En los meses recientes, los delegados de la SEP en las 32 entidades federativas han sido cambiados. Los afectados han denunciado un “relevo inducido” que beneficia a un bloque de políticos panistas cercanos al líder panista en el Senado, Santiago Creel Miranda.
Se observa también en Los Pinos por quienes ven a César Nava, el joven secretario particular del presidente Felipe Calderón, como un converso de “El Yunque”. Un ex compañero suyo asegura que hace 10 años pertenecía a la agrupación conservadora.
Otro “bajo la lupa” es Rogelio Carvajal —cercano al presidente como pocos diputados federales del PAN—, quien es líder de la fundación Rafael Preciado y “protegido” también del primer mandatario, aunque desacreditado por colegas suyos de bancada por un supuesto pasado yunquista.
Y es que Nava y Carbajal están haciendo equipo para llegar a la dirigencia nacional del PAN. “Ellos no necesitan traer puesta la camiseta para defender El Yunque”, dicen sus detractores.
De cualquier manera, los que han sido señalados como ultraderechistas —justificadamente o no— tienen poco de qué preocuparse. Los orígenes, liderazgos y formas de membresía de los grupos secretos son inaccesibles incluso para historiadores y agencias de Inteligencia del Gobierno, ya que “hasta para los iniciados es extremadamente difícil tener acceso a este tipo de información”, comenta el especialista en organizaciones clandestinas de derecha, Servando Ortoll. Muchas de tales asociaciones, además, suelen estar armadas de forma tal que “miembros de una agrupación no conocen la identidad más que de sus superiores inmediatos”, ahonda.
Es por eso que Jean Meyer, historiador experto en conflictos religiosos, no cree que “El Yunque” haya quedado derrotado cuando perdió el control del Consejo Nacional del PAN en las pasadas elecciones para renovar ese organismo.
“‘El Yunque’ trabaja a largo plazo”, asegura y es posible que algunos yunquistas estén haciéndose pasar por creelistas o calderonistas, tal como lo denuncian los detractores de Nava y Carbajal. A sus miembros, añade, no les interesa ocupar altos puestos en el Gobierno o en las estructuras de poder, sino rodear o “arropar” —como dicen ellos— a quienes las dirigen. En ese sentido, explicó, “lo más probable es que Vicente Fox no haya sido de ‘El Yunque’”, pese a tener como primordial asesor a Ramón Muñoz, uno de los principales personajes vinculados con el grupo secreto por parte de panistas y periodistas como Álvaro Delgado, autor del libro que hizo famosa a esa organización clandestina.
Fernando González, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, habla de dos bandos opuestos: uno, conformado por empresarios afiliados a organismos empresariales medianos, como la Coparmex y la Canaco, eminentemente de raigambre provinciana y otro, “más académico, aglutinado alrededor de la ideología del catedrático poblano Manuel Díaz Cid.
Como él, otros expertos identifican a una facción radical, en receso actualmente por la derrota de la izquierda en las elecciones presidenciales de 2006. “Son jóvenes, poco intelectuales y radicalizados, que al perder Andrés Manuel López Obrador están tranquilos”, dice.
El temido “Yunque”. Hasta donde se sabe ha conservado la secrecía y ha influido en el poder; sin embargo, todos los investigadores consultados coinciden: “No es el coco”. Su poder ha sido exagerado.
“No es una fuerza dominante en el Gobierno”, categoriza Pablo Javier Becerra, investigador de la UAM Iztapalapa.
Y con el Clero, a decir de un alto oficial de una prelatura católica consultado para esta investigación, sus vínculos son endebles.
“Aunque esté muy a la derecha, ‘El Yunque’ no es la ultraderecha y no lo controla el Clero”, acota el académico Jean Meyer, uno de los estudiosos del tema.
“Hoy por hoy, ‘El Yunque’ es una red laboral y familiar de empresarios que se arropan para darse estabilidad, trabajo y poder”, definen en la cúpula partidista.
El analista político y catedrático universitario Víctor Wario considera: “Hay que hablar de la ‘multiplicación de los ‘yunques”, en todo caso”.
“El Yunque”, asevera Ortoll, “es más un club de amigos” sin influencia en base social alguna, pues aunque hay regiones conservadoras como Jalisco, incluso allí “la sociedad no solaparía su existencia, no las apoyaría ni se uniría a sus filas”.
El gobernador Emilio González Márquez ironiza respecto de su pertenencia a “El Yunque”: “Creo que ‘El Yunque’ es como el chupacabras: que nos anda asustando a todos sin que nadie sepa bien de qué cosa estamos hablando”.