En muchas ocasiones la razón porque se escoge a la mascota es porque se identifica con ella.
El dicho "cada perro se parece a su dueño" no es sólo obra de una creencia popular, sino una realidad.
Muchas veces, la elección de un animalito tiene que ver con la concepción que tenemos de nosotros mismos.
Para abundar más en este tema, se consultó a Marco Antonio Campos de la Peña, entrenador profesional de perros que preside la escuela Formación Integral Canina.
Las principales razones por las que se elige a un perro, son por impulso o gusto, porque es un regalo de alguien bien intencionado, por necesidad de compañía, como juguete para los niños, por estatus, para cuidar el negocio o la casa, por compasión, o para una actividad deportiva o de trabajo. Éstas también representan las expectativas que tiene el amo con respecto a un perro.
El principal problema es cuando hay una idea clara de lo que se quiere y no se cumple por razones del dueño (falta de tiempo, interés, etcétera).
Ocasionalmente ocurre que cuando el cachorro crece, deja de ser tan grato para el amo; sucede algo similar cuando el perro fue un regalo. Cuando se elige por compañía, por lo general se trata de personas solas, o que quieren reemplazar a un hijo o amigos, ya que estos animales son catalizadores sociales y ayudan a la gente a relacionarse con otros.
El error más común es dar un perro como juguete a los niños, pues ellos no se vuelven más responsables para cuidar del animal y éste sufre.
Es cuestión de estatus cuando se compra un perro por pura moda, porque es caro e impone o impresiona. Caso contrario es el de adoptar uno por compasión, el dueño decide quedarse con él porque se lo encuentra lastimado, porque alguien lo abandonó, o porque esa persona necesita llenar un espacio en su corazón. Si se siente inseguro, el cuidar de alguien le dará confianza en sí mismo.
Los menos son quienes consiguen a un perro para una acción determinada como el deporte, para pastorear o para asistir a discapacitados.
En muchas ocasiones nos identificamos por belleza, por las formas del perro que son semejantes a las nuestras o los cuidados que requiere que son también similares a los que nosotros tenemos.
La personalidad del perro suele empatar con la del dueño. Es común que una persona segura de sí misma tenga un perro equilibrado. Quien tiene tendencias depresivas o con baja autoestima generalmente tienen perros que sufren de lo mismo y con ello las mascotas se vuelven temerosas, tímidas y agresivas.
Las personas con problemas de agresividad eligen perros con el mismo carácter, o por el contrario, muy cobardes, porque la agresión del dueño puede nulificar la del perro al grado de hacerlo sentir inseguro.
Hay una situación especial con perros-accesorio que por tantos mimos se notan temerosos y antisociales. Animales como éstos no tienen una buena impronta (periodo que vive el perro a partir de la semana 4 a la 16 donde aprende a relacionarse) y de adultos no podrán establecer relaciones cordiales ni con gente que no sea su dueño ni con otros perros.
Si se tiene al animal cargado todo el tiempo, se vuelve tímido y miedoso. Esto ocasiona también agresión.
Estas razas (chihuahua, pomerania, pequeños bulldogs) incitan a la protección del amo por su pequeño tamaño, por ternura. Pero a sus dueños se les olvida que estas razas son de carácter fuerte, seguros, y al tenerlos en brazos se vuelven cachorros eternos, no los dejan madurar. Se les puede tratar con terapia como el masaje doga-yoga de Pedigree.
