La empresa Volo Papilio, que en latín significa “Mariposa en Libertad”, se diseñó para grupos menores de 20 personas que busquen momentos íntimos llenos de emotividad. (Archivo)
Después de un descalabro empresarial, Joaquín Zepeda se dio a la tarea de emprender un nuevo negocio.
Y tras una larga búsqueda le dio al clavo, al crear Volo Papilio, compañía que se enfoca a ofrecer momentos de felicidad. La firma se vale de todo: poetas, músicos, chefs, escenógrafos y astrónomos.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- Inmerso en una depresión ocasionada por la quiebra de su pasada compañía y el desencanto de una relación de pareja, Joaquín Zepeda ideó la conformación de una empresa que garantiza momentos de felicidad a sus clientes, protege al medio ambiente y detona micronegocios en las regiones donde opera.
Ingeniero en computación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Zepeda vivió por más de una década un periodo de estabilidad economía al lado de su negocio Compu Price, pero la feroz competencia de precios entre fabricantes de computadoras derivó en un fracaso empresarial.
Sin embargo, el arrojo por iniciar un concepto distinto pudo más que contemplar el tiempo entre lamentaciones: a finales de 2005 surgió Volo Papilio, una empresa que innovó en la comercialización de momentos como una nueva categoría de productos.
“Un verdadero emprendedor no copia un concepto existente, y dije: vamos a hacer algo novedoso, algo que involucre sentimientos”, recuerda Zepeda.
Así que apostó por contribuir a hacer más intensas las experiencias de felicidad, tras reconocer que los episodios de tristeza son difíciles de olvidar.
Apunta que entonces un proyecto ecológico promovía el cultivo de mariposas en el país, a la par de Papúa Nueva Guinea y Costa Rica, para evitar la tala de árboles, por lo que pensó en la instalación de criaderos de este insecto volador para impulsar el mercado de mariposas.
En alguna latitud del mundo, confió, las personas tenían que comérselas: “yo las enlato y les pongo chilito para vender”, bromea Zepeda al señalar que por algún instante pensó que enloquecería.
No obstante, para su buena fortuna descubrió que a estos lepidópteros los envolvían leyendas ancestrales para cumplir deseos.
La empresa Volo Papilio, que en latín significa “Mariposa en Libertad”, se diseñó para grupos menores de 20 personas que busquen momentos íntimos llenos de emotividad, explica.
Para lograr esto, agrega, la firma se vale de diferentes áreas que la convierten en única: poetas, músicos, chefs -de cocina molecular con platillos de sabores y texturas exóticos-, escenógrafos, astrónomos, pastelería, aromaterapia, juegos pirotécnicos, diseños florales y chocolates, principalmente.
El también administrador de empresas por la Universidad de las Américas reconoce que el negocio mantiene ritmos de crecimiento constante debido a la incorporación de nuevos servicios que los clientes solicitan.
Espectáculo de rituales
Una tarde, Joaquín Zepeda se cuestionó el motivo de poner velitas en los pasteles de cumpleaños y se propuso crear un nuevo ritual no sólo para festejos de aniversarios sino para reconciliaciones, reencuentros y entrega de anillos de compromiso: soltar una mariposa en el clímax de un ambiente de felicidad.
Volo Papilio agrupa en tres paquetes los servicios de la empresa.
Monarca, que cuesta entre 500 y dos mil pesos, incluye un pastel con motivos flores, un arreglo floral en forma de nido o un diseño de chocolates montado al interior de una caja tipo sombrerera decorada a mano.
Al interior del presente, comenta Zepeda, está una mariposa depositada en un capullo -cáscara de naranja deshidratada y envuelta en cera- que debe ser liberada tras susurrar un deseo.
De acuerdo con las leyendas, la mariposa volará junto a Dios o al lado de una estrella para nombrarla y materializar el sueño.
En el segundo caso, la empresa entrega un certificado simbólico que da posesión de la estrella y un dije con las coordenadas grabadas del astro para su ubicación en el espacio.
Cuando se trata del paquete Monarca Azul (de tres a cinco mil pesos), un conjunto de entre dos y cinco músicos acompañan el “momento” con piezas clásicas.
Por último, Monarca Oro, diseñado para “cuando un buen restaurante no es suficiente”, involucra el mensaje de un poeta, las melodías de músicos concertistas, el recorrido de un astrónomo para encontrar la posición de una estrella (cuando se elige esta leyenda), el menú de la cocina molecular, iluminación natural con antorchas y juegos pirotécnicos, todo en locaciones al aire libre como reservas ecológicas, espejos o caídas naturales de agua, o espacios cerrados acondicionados por el staff de escenógrafos.
En el momento cumbre de la velada, relata el entrevistado, el contrabajo, saxofón y guitarras clásicas comienzan a sonar desde distintos puntos del lugar hasta reunirse para liberar una mariposa.
Este paquete no tiene límite de tiempo y cuesta entre diez y 20 mil pesos, pero puede adaptarse a las necesidades de un cliente como incorporar un viaje en globo aerostático y servir el desayuno al aterrizar.
De la experiencia con su compañía pasada, Zepeda rescata la implementación de un sistema informático para el control de la logística de los eventos, que hoy registra un promedio de 300 servicios mensuales.
“Es una empresa delgada con servicios en su mayoría de outsourcing”, revela el directivo.
Agrega que esto impulsa la conformación de micronegocios en las regiones donde operan al convertirse en proveedores.
Como el caso de los tres cultivos de mariposas en Morelos, Tequisquiapan y la Ciudad de México que abastecen la demanda de mil insectos voladores, en promedio, que requiere la empresa al mes.
Dentro de los planes de Volo Papilio, adelanta su director, está la incursión en la apertura de franquicias. Para el segundo semestre de 2007, al menos 20 de estos establecimientos operarán en el país.
Por lo pronto, la compañía se vale de asesores de momentos y centros de reservación en Galerías Insurgentes, Galerías Coapa, Perisur, Plaza Satélite y Pabellón Altavista, además de su página electrónica con un consultor virtual, para ofrecer sus servicios.
En tanto, Joaquín Zepeda espera el momento en que el ritual de liberar una mariposa sea tan común como soplar a las velitas de un pastel, deseo que alguna vez susurró a una mariposa.