En lo que pareciera un audaz golpe de timón frente a la política pendenciera del foxismo que provocó la desintegración del bloque conocido como Grupo de los Tres, México está volviendo los ojos hacia América Latina, ubicada como el mercado natural del país. La razón es simple: colocar una pista alterna de aterrizaje frente a los vaivenes de la economía de Estados Unidos, a cuyo mercado los últimos cuatro gobiernos le apostaron el resto y aún más.
La paradoja del caso es que pese al desdén que nos distanció de vínculos históricos, el mercado latinoamericano se constituye aún como el tercer cliente de las exportaciones mexicanas después de Estados Unidos y la Unión Europea. El problema es que al momento de la reciprocidad la balanza resulta desfavorable a la causa.
Aunque en 2005 México rompió todas sus marcas al incrementar 65.9 por ciento sus exportaciones hacia los países integrantes de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el desequilibrio en relación con el monto de las importaciones alcanzó cuatro mil 549 millones de dólares. La paradoja del caso es que los principales clientes de México fueron Colombia y Venezuela, es decir las naciones con que nuestro país integraba el G-3, al que abandonó el segundo tras un distanciamiento diplomático con el promotor.
El primero nos compró mil 545 millones de dólares de los seis mil 50 exportados. El resto se facturó con énfasis en Brasil, Argentina y Chile.
Del otro lado de la moneda, las naciones sudamericanas nos vendieron diez mil 599 millones de dólares, de los cuales Brasil acaparó poco menos de la mitad: cinco mil 211, en tanto Chile exportó mil 754; Argentina mil 302; Venezuela 762, y Colombia 675. Lo curioso del caso es que mientras nuestro país mantenía en 2005 un déficit en la balanza comercial con Brasil, Chile, Argentina, Uruguay y Perú, que en conjunto ascendía a seis mil 340 millones de dólares, con Colombia, Venezuela, Ecuador, Cuba, Bolivia y Paraguay se alcanzaba un superávit conjunto de mil 791 millones.
La paradoja del asunto es que la mayor parte de la catarata de productos que llega vía ALADI la constituye el sector automotriz: automóviles de turismo, camiones y partes de accesorios para vehículos.
La facturación es de dos mil 900 millones de dólares. Paradójicamente, pues, mientras nuestro país exporta a Estados Unidos una cascada de vehículos, del otro lado de la mesa importamos de Sudamérica.
El resto de las exportaciones definitivas de la ALADI lo llenan petróleo, cobre sin refinar, aluminio en bruto, madera acerada, neumáticos y productos intermedios de hierro.
Del otro lado de la moneda, México le vende al bloque medicamentos, máquinas automáticas para el tratamiento de datos, preparaciones capilares, aparatos emisores de radiotelefonía, mezclas de sustancias odoríferas, hidrocarburos acíclicos, máquinas para lavar ropa y refrigeradores.
Ahora que mientras las naciones del bloque latinoamericano llenan el 81.9 por ciento del capítulo con exportaciones definitivas, las de México alcanzan sólo el 44.6 por ciento. El resto lo complementan productos de maquila y reexportaciones.
Dicho con todas las letras, mientras el país, incapaz de integrar cadenas productivas, compra productos de consumo final, sigue vendiendo materias primas y productos semiterminados.
¿Se acuerda usted cuando se decía que el mercado de América Latina era el nicho natural para los productos mexicanos, con énfasis en los de mayor valor agregado?
¿Se acuerda que entre 1992 y 1997 nuestro país mantenía un flujo creciente de exportaciones, que en su mayor cresta alcanzaron cuatro mil 141 millones de dólares?
Por lo pronto, el mercado de la ALADI representa, incluído México, un potencial de 385 millones de habitantes, con la novedad de que su balanza comercial hasta 2005 era abrumadoramente superavitaria, al adquirir productos de importación por 125 mil 155 millones de dólares, y vender otros por 282 mil 593. ¿Regresamos al barco con un programa de promoción coherente ahora sí?
Balance general
Colocada en punto muerto la negociación entre las partes, pese a la intermediación personal del secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, las señales apuntan a que mañana estallará inevitablemente la huelga en los 52 ingenios del país.
De hecho, éstos ya inventariaron sus existencias de azúcar para atrincherarse en la resistencia? pese a que el golpe llega en plena temporada de zafra. La manzana de la discordia es una cláusula del Contrato-Ley que rige a la industria, a cuya vera se permite la jubilación de trabajadores con el 180 por ciento de su último salario, es decir 50 por ciento más allá de lo que priva en el Seguro Social.
El caso es que la Cámara Nacional de las Industrias Azucarera y Alcoholera insiste en que la prebenda ya no es válida, al expedirse en el año 2002 un nuevo reglamento para jubilaciones? que plantea la pensión con el 100 por ciento de la percepción final. El problema es que están en lista de espera para cerrar su ciclo al menos tres mil trabajadores.
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Finalmente los auditores contratados por la Confederación de Cámaras Industriales (Concamín), concluyeron la revisión de la gestión de tres años de León Halkin al frente del organismo, cuyo resultado lo hará público en los próximos días el actual presidente, Ismael Plascencia.
Como recordará usted, las primeras versiones hablaban de un desvío que podría alcanzar 13 millones de pesos, vía la contratación de estudios en relación al Seguro Social que se facturaron doble, es decir se buscó un patrocinador y luego se le cobró a la cúpula industrial.
El asunto lo clarificará letra por letra la revisión contable solicitada cuyos resultados, por lo pronto, se guardan bajo siete llaves.
El momento de la verdad, pues, está en la antesala.
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Definitivo: No habrá exigencia de contraprestación al magnate Carlos Slim por permitirle a Teléfonos de México incursionar en el negocio de transmisión de video, aprovechando su telaraña de cableado.
La resolución de la Comisión Intersecretarial que analizó el asunto concluyó que sea la Comisión Federal de Telecomunicaciones quien tenga la última palabra? con la novedad de que sus comisionados se habían pronunciado previamente como contrarios a la exigencia.
Quien colocó ésta en la mesa, bajo el argumento de que en el Título de Concesión con que opera Telmex no encaja la nueva fase de negocio, fue el ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, cuyos enfrentamientos con Slim provienen desde la época en que fungía como director general de la firma de telefonía Avantel. Colorín colorado, pues.
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Dirigida, cuando era propiedad del grupo Serfín, durante años por el ex secretario de Gobernación, Carlos Abascal, la Afianzadora Insurgentes cambió ayer de dueño.
La firma Estrainver, integrada por inversionistas mexicanos que mantienen control en la Afianzadora Aserta, se adjudicó el 100 por ciento de su capital? por más que el cierre de la operación está sujeto a la autorización de la Comisión Federal de Competencia. Lo relevante del caso es que el vendedor fue el grupo estadounidense Paul Travelers, es decir la compañía regresó a manos nacionales.
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