Colocado en el ojo del huracán ante la fotografía que lo ubica como el jinete con más brío para convertirse en el rico más rico del planeta, Carlos Slim enfrentó durante tres horas a los medios para explicar, o quizá justificar, el dramático contraste con el yermo nacional.
En la larga exposición tumultuaria lo mismo salieron a luz principios, filosofías, valores, recetas, estrategias o revelaciones que intentaban derribar los mitos: No le temo a la competencia; nadie me favoreció; no nado en los monopolios…
El recuento se remonta más de 40 años: La semillita que hizo posible, en 1965, la integración original del grupo Carso, eslabón adicional de Carlos y Soumaya Domit. La embotelladora Jarritos del Sur, la Casa de Bolsa Inversora Bursátil, la Inmobiliaria Carso, la Constructora Carso, la Promotora del Hogar…
Centrado el grueso de la apuesta en la construcción de casas habitación más que en la especulación bursátil, el ímpetu lo frenaría la expropiación en 1984 de un colosal terreno de dos millones de metros cuadrados ubicado al sur de la ciudad.
Ahora que para entonces el naciente imperio había sido reforzado con dos empresas clave: Galas de México, adquirida en junio de 1996, y Cigatam (Cigarros La Tabacalera Mexicana), en la antesala de la expropiación de la banca de 1982.
La paradoja del caso es que la crisis desatada al final del sexenio lopezportillista que provocó una colosal fuga de capitales y canceló la confianza de los inversionistas, alentó los planes de expansión de Carso.
Se diría que Slim apostaba en el desierto.
Hete aquí que en 1982, agotados los sueños de administrar la riqueza, las empresas que cotizaban en la Bolsa Mexicana de Valores valían apenas un puñito de millones.
La más cara era Teléfonos de México con un costo de 172 millones de dólares, en tanto Al Puerto de Liverpool se cotizaban en 67 millones 800 mil; la cadena Aurrerá en 67 millones; Industrias Peñoles en 43 millones 700 mil; Cementos Mexicanos en 26 millones; el grupo Vitro en 6.6 millones; Alfa en 5.2; Celanese Mexicana en 11.5; Industrias Resistol en 18.2…
Las compras caían una por una en la buchaca: el 23 por ciento de Hulera El Centenario; Bicicletas de México; Seguros de México; Nacobre, Llantas Euskadi, la papelera Loreto y Peña Pobre; la fábrica de dulces y chocolates Luxus, la cadena de tiendas Sanborn’s y su filial Denny’s; Hoteles Calinda, Reynols Aluminio y Aluminio S.A.
La larga lista incluye empresas desahuciadas, con problemas de caja, anacrónicas, anémicas…
La carrera alcanzó su clímax en 1986 con la adquisición de Minera Frisco y Empresas Nacobre…
Ahora que el golpe definitivo llegaría en 1996 con la compra de un segmento mayoritario del paquete de control de Teléfonos de México, la empresa que se había estatizado en 1973 durante el gobierno del ex presidente Luis Echeverría, al adquirir el gobierno la mayoría de las acciones.
Pese a su manejo errático la compañía había logrado subir su valor de mercado entre 1987 y 1984 en 491.6 por ciento, ubicándose en la antesala de su privatización en siete mil 552.6 millones de dólares.
Las firmas adquirientes, es decir South Western Bell, France Telecom, un grupo de inversionistas mexicanos y Carso, compraron en proporción de ocho mil 615.2 millones de dólares, equivalentes a 16.6 por ciento más allá del valor en libros de la firma.
Slim ganaba mayoría con el 5.8 por ciento del paquete de control equivalente al 20.4 por ciento del capital. Sus socios extranjeros adquirieron cada uno el cinco, y los accionistas nacionales integrados al barco el 4.6.
El caso es que Teléfonos de México proyectaría a Slim hacia las grandes ligas: De su aparición inicial en las listas de los ricos más ricos del mundo de la revista Forbes hasta su ubicación como el hombre de mayor fortuna en América Latina, y su colocación como tercero en el ranking, a tiro de piedra del líder y sublíder.
Pese a los altibajos en el precio de las acciones registrados en 1994, 1995, 1998, 2000, 2001, 2002 y 2003, el valor de mercado de Teléfonos de México se ha incrementado a partir de su privatización en el escándalo de cuatro mil 690.9 por ciento.
Si se vendiera en este momento la empresa privada más importante del país, su costo sería de 10 mil 206.9 millones de dólares.
El secreto, según Slim, se ubicó en los principios del Grupo:
-Mantener la austeridad en tiempos de vacas gordas, fortalecer, capitalizar y acelerar el desarrollo de la empresa. Asimismo, evitar los ajustes drásticos en las épocas de crisis.
-La empresa nunca debe limitarse a la medida del propietario o del administrador. No sentirnos grandes en nuestros pequeños corralitos. Mínima inversión en activos no productivos.
-No hay reto que no podamos alcanzar trabajando unidos con claridad en los objetivos y conociendo los instrumentos.
-Nuestra premisa es y siempre ha sido tener muy presente que nos vamos sin nada; que sólo podemos hacer las cosas en vida y que el empresario es un creador de riqueza que la administra temporalmente.
La leyenda habla de un Carlos Slim manejando un viejo automóvil mustang rojo circulando por sus empresas, y de una libreta de apuntes desgastada, despastada, deshojada, en donde el magnate anotaba sus pronósticos para el año siguiente en materia económica.
Más allá, el Slim que le daba un cheque idéntico a los dos candidatos a la Presidencia de la República con posibilidades para la campaña, mostrándoles la cifra a uno y otro…
Rico hasta el insulto, dicen.
Balance general
La gran sorpresa en la resolución de la Suprema Corte de Justicia que desechó por carecer de afectación directa el amparo promovido por el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social contra las reformas a la Ley del Seguro Social que le impiden a éste utilizar recursos de operación para financiar el faltante de reservas en materia de jubilaciones y pensiones, fue el voto adverso del ministro Fernando Franco.
Este, como recordará usted, fue subsecretario del Trabajo justo en la época en que se cabildeó la reforma.
De hecho, fue el más activo promotor de ésta.
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La noticia es que el juez de la causa rechazó un amparo promovido por las empresas Iusacell, Unefon, Telcel y Telefónica de España, es decir Movistar, y en su momento Pegaso Comunicaciones, en contra de una resolución de la Comisión Federal de Competencia que exigía la entrada de nuevos jugadores para licitar el espectro radioeléctrico en la banda de 1900 Megahertz para telefonía móvil.
La opinión de la dependencia contra las prácticas monopólicas, que encabeza Eduardo Pérez Motta, se expidió en abril de 2005.
La inconformidad de las firmas fue saltando de juzgado en juzgado hasta llegar a la máxima instancia de justicia del país.
La sentencia judicial permite liberar entre 30 y 26 Megahertz del espectro en siete de las nueve regiones del país, con énfasis en el Valle de México, lo que le abre cancha a Nextel.
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La presentación ante el pleno del Senado de la República del punto de acuerdo promovido por el senador Rogelio Rueda del Partido Revolucionario Institucional para exhortar al subsecretario de Comunicaciones, Rafael Del Villar Alrich y el director Jurídico de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gonzalo Martínez Pous, a desistirse de los amparos promovidos contra la decisión del órgano legislativo de rechazar su nombramiento como comisionados de la Comisión Federal de Competencia o renunciar a sus cargos, provocó un agrio debate.
En la catarata de intervenciones se llegó a pedir juicio político contra los inconformes.
Lo inaudito del asunto es que la intervención en tribuna que inclinó la balanza en favor del punto de acuerdo fue del senador panista Federico Doring.
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