A contrapelo de la feroz crítica que le endilgó la prensa especializada estadounidense al oficializarse su ascenso como el rico más rico del planeta, el magnate Carlos Slim Helú tuvo la oportunidad hace siete años de presidir el monopolio mayor de América Latina… y la deshechó
Hete aquí que bajo la intermediación del entonces presidente de España, José María Aznar, la Telefónica del país ibérico le coqueteó la posibilidad de fusionarse a la causa de Teléfonos de México.
Aunque el ex mandatario español se equivocó en principio de puerta, al tocar la del ex presidente Ernesto Zedillo Ponce De León, éste lo encausaría hacia la firma privada, iniciándose una serie de pláticas que al final del día serían infructuosas.
Carlos Slim cerró la ventanilla abruptamente.
Las conversaciones entabladas entre el entonces director general de la firma mexicana, Jaime Chico Pardo, y el presidente de la Telefónica, César Alierta, caminaban hacia dos puntos: Integrar un frente común para conquistar el mercado de telefonía móvil en América Latina, y penetrar conjuntamente en el mercado hispano de los EU.
Al fracaso de la alternativa, la empresa ibérica reforzaría su ofensiva para arrebatarle a Slim el liderato del Hemisférico, vía la compra de la empresa Pegaso de Alejandro Burillo Azcárraga para reforzar su trinchera en el país, y la adquisición de las filiales en América Latina de BellSouth.
Años después la Telefónica contrataría al ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, como presidente de su filial para México y Centroamérica, Movistar, aprovechando no sólo su experiencia como director general de Avantel, la firma de telefonía fija que más le movió el tapete a Telmex, sino su vieja rivalidad con el magnate mexicano.
La pelea, pues, es con puños, pies, piedras y zancadillas.
De acuerdo al influyente rotativo de allende el Bravo, The Wall Street Journal, la fortuna de Carlos Slim se ha forjado a la antigüita, es decir a golpes de monopolio.
Textualmente se señala que su estrategia ha sido “comprar compañías a precio de liquidación, reestructurarlas y marginar a la competencia sin piedad”.
El eje de la ofensiva, el epicentro de la crítica, se centra en que la fortuna del magnate ha crecido con mayor rapidez que ninguna otra en el mundo, alcanzando sólo en los últimos dos años 20 mil millones de dólares, para llegar a 60 mil, es decir cuatro mil más del rey del software, Bill Gates.
El doble pecado, pues, de ser rico y ser mexicano.
Lo cierto es que si bien el gran salto del mexicano de origen libanés llegó a la compra de Teléfonos de México (Telmex) por la que pagó en 1990 el escándalo de ocho mil 615 millones de dólares, es decir 16.6 por ciento más allá de su valor de mercado, la firma, bajo la conducción del magnate, ha logrado multiplicar su valor en cuatro mil 640.8 por ciento, para alcanzar hasta diciembre del año pasado 30 mil 206 millones de dólares.
El vértigo, paradójicamente, fue mayor en la medida en que crecía la competencia abierta formalmente a los cinco años de la entrega del título de concesión.
Ahora que hace 17 años Slim ya había recorrido de la A a la Z los negocios en México, enfrentando en todos los casos una feroz competencia.
Uno de los grandes campanazos, la compra de las fábricas de papel Loreto y Peña Pobre en 1965, por ejemplo, se topó con la presencia de dos colosos en el mercado: Kimberly Clark y San Cristóbal.
Más allá, otra de las empresas estelares del magnate, Seguros de México, integrada en 1984 con una inversión de 55 millones de dólares, se enfrentó a la competencia de Seguros América-Banamex, la Comercial y Aseguradora Mexicana.
A su vez, Nacobre ha enfrentado por años a IUSA y Conductores Monterrey, en tanto Porcelanite ha peleado pedazo a pedazo el mercado con Vitromex, Interceramic y Lamosa, en tanto el crecimiento espectacular de la cadena de tiendas Sanborn’s ha sido a contrapelo de al menos diez cadenas similares.
Y si le seguimos, en la colosal lista de firmas en la buchaca del Grupo Carso está Euzkadi, a quien se le enfrentan Good Year Oxo, Bridgestone y Michelin.
Más aún, los contratos alcanzados últimamente por la empresa Infraestructura para el Desarrollo de América Latina (IDEAL), los ha debido pelear Slim palmo a palmo con el grupo ICA, Gutsa, y media docena de empresas españolas y brasileñas.
Y Sears Reebock de México ha debido pelear el mercado a Liverpool y el Palacio de Hierro, en tanto la cadena estadounidense CompUSA debió hacer lo propio en su momento con Best Buy, Circuit City, Officemax y Office Depot.
¿El rey del monopolio?
Balance general
Lo inaudito del caso, en la solicitud de amparo de Petróleos Mexicanos contra la Ley de Navegación y Comercio Marítimo cuyo punto final lo dará en los próximos días la Suprema Corte, es que en la confección del ordenamiento intervinieron tres Secretarías de Estado: Hacienda, Energía y Comunicaciones y Transportes.
Más aún, sus titulares de entonces eran integrantes del Consejo de Administración de la paraestatal.
La ley fue promulgada sin objeción alguna por la Presidencia de la República.
Peor aún, hete aquí que el diputado panista César Patricio Roel, principal impulsor del ordenamiento, fue promovido a título de premio como coordinador general de Puertos y Marina Mercante.
Más allá, se da el caso en que la presentación original de la demanda, planteada bajo cuatro vertientes por Pemex Refinación, Pemex Exploración y Producción, Pemex Gas y Petroquímica Básica y Pemex Petroquímica, fue rechazada por la jueza séptima de Distrito en Materia Administrativa, Leticia Flores Díaz, alegando que no se justificaban los supuestos daños económicos que tendría la paraestatal.
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A la callada, Aeroméxico y Mexicana de Aviación, en frentes separados, están impugnando una resolución de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en la época de Pedro Cerisola, vía la cual se le concedió a las líneas aéreas de bajo costo la exención de pago de derechos aeroportuarios.
La prebenda se pactó por dos años… que terminan al final del que corre.
La exposición de motivos hablaba de “proteger la sobreviviencia de las empresas en su periodo de adaptación al mercado”.
Hágame usted favor.
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La noticia es que Cementos Mexicanos ingresará al negocio de las telecomunicaciones en el país, a través de una de sus subsidiarias.
Estamos hablando de Neovia, quien se asoció hace algunas semanas con la empresa Telecondia, proveedor de servicios de telecomunicaciones.
La intención de la alianza es administrar la base de datos para favorecer la portabilidad numérica en el país.
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Rechazada en principio la posibilidad de que las firmas constructoras que le regresaron al gobierno las concesiones para operar carreteras privadas de cuota pudieran volver al escenario, vía su reprivatización, la marcha atrás le permitió al Grupo ICA la segunda vuelta.
La constructora encabezada por Bernardo Quintana Isaac adquirió ayer una concesión a 30 años para operar las autopistas Maravatío-Zapotlanejo, Guadalajara Zapotlanejo y Zaplotlanejo-Lagos de Moreno y León-Aguascalientes.
Cuatro, pues, en paquete, por un global de 548 kilómetros. El costo de la licencia para explotación fue de 44 mil 51 millones de pesos cuyo financiamiento estará a cargo del banco español Santander.
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