Durango

En el olvido, Casa del Estudiante Indígena

peligro | la mayoría de las habitaciones del inmueble estan destruidas y en riesgo de caerse

Ésta es el área que utilizan de cocina,  pues en la que antes tenían el techo se cayó.

El techo que se cayó y sustituyeron con láminas de cartón; sin embargo, con las recientes lluvias sólo han padecido copiosas goteras.

A pesar de  las carencias, los estudiantes indígenas tienen computadoras, gracias a los programas de la Secretaría de Desarrollo Social del Estado.

Así lucen los baños de las mujeres en la Casa Indígena, en donde también deben ducharse con agua fría.

Ésta es el área que utilizan de cocina, pues en la que antes tenían el techo se cayó. El techo que se cayó y sustituyeron con láminas de cartón; sin embargo, con las recientes lluvias sólo han padecido copiosas goteras. A pesar de las carencias, los estudiantes indígenas tienen computadoras, gracias a los programas de la Secretaría de Desarrollo Social del Estado. Así lucen los baños de las mujeres en la Casa Indígena, en donde también deben ducharse con agua fría.

Jóvenes aún tienen la esperanza de que el Gobierno del Estado les ayude a remodelar su hogar

Por Francisco Nava Rodríguez

El Siglo de Durango

Cincuenta y dos adolescentes y jóvenes indígenas, entre mujeres y hombres, viven en hacinamiento en la Casa del Estudiante Indígena. En forma afortunada, se les ha apoyado con literas, pero una buena parte de ellas están arrumbadas, pues no tienen dónde ponerlas a causa de la destrucción que existe en la mayoría de los cuartos del inmueble.

El Siglo de Durango acudió a la Casa del Estudiante Indígena, para saber las condiciones en la que opera. Hace unos días estos indígenas realizaron una marcha por las principales calles de la ciudad. Su objetivo fue acusar al Gobierno del Estado de que no les ha ayudado a hacer la remodelación de esta vivienda, a pesar de que hace tres años plantearon la solicitud.

La vivienda es amplia y grande, tiene un patio de aproximadamente 14 metros por 14 metros, que sirve de tendedero para secar la ropa que lavan diariamente, y de cocina, pues al área que antes destinaban para comer y para cocinar se encuentra destruida pues se cayó el techo. Hoy, a pesar de que tiene lámina de cartón, se gotea.

Varios cuartos tienen la misma problemática, motivo por el que sólo utilizan sólo tres, uno donde tienen la recepción, biblioteca y las computadoras, y los otros dos de dormitorios que realmente son pequeños y en donde se amontonan para descansar. Un cuarto es para los hombres y el otro para las mujeres. Ahí tienen literas y ahí “se hacen bolas” para poder pasar la noche.

También se observan los baños que aún no se terminan. El de los hombres está más protegido, de concreto y azulejo, a pesar de que le hacen falta aditamentos. El de las mujeres es totalmente rústico, de cartón y apenas con unas cobijas se tapan para tomar un baño a jicarazos con agua fría. Por supuesto, no tienen boiler para calentar el agua.

Cuando se ingresa al interior de la Casa del Estudiante, se observa un clima de cooperación, pese a las condiciones en las que viven. Algunos jóvenes lavan su ropa, mientras algunas mujeres cortaban sandía, y otras arreglaban el chile poblano para hacer unas rajas.

Otros jóvenes juegan ajedrez, y se distraen un poco. Además del español. también hablan tepehuano, pues los 52 indígenas que ahí se encuentran provienen de comunidades indígenas de Mezquital, aunque afirma Jesús García Gurrola, representante del Comité Estudiantil, que a veces les dan cabida a otros jóvenes que no son indígenas pero que son de escasos recursos económicos, como de Canatlán, Nuevo Ideal y hasta de Tlahualilo.

Tienen algunos libros por ahí. La biblioteca no es mucha, pero es algo. Y tienen cinco computadoras, que al igual que las literas las pudieron obtener en un proyecto de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesoe). Pagan mil pesos mensuales de Internet, que utilizan para sus tareas o para las cosas que les encargan de la escuela.

En este lugar existen estudiantes que oscilan entre los 13 y los 23 años de edad. Son adolescentes que van a la secundaria, y jóvenes que acuden a la preparatoria como por ejemplo a la Diurna o al Colegio de Ciencias y Humanidades de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED). También asisten a la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ), y a la Facultad de Trabajo Social (FTS).

LAS PETICIONES Y PROBLEMAS

El problema por el que el Gobierno del Estado no quiere remodelar esta vivienda es debido a que el propietario es la organización “Antorcha Campesina”. El Gobierno del Estado dice que está dispuesto a ayudar si la vivienda es propiedad de los indígenas.

Jesús García Gurrola, uno de los líderes de los estudiantes indígenas, expone que el Gobierno del Estado sí puede comprarles una vivienda, como se ha hecho en otras entidades como en Zacatecas y Chihuahua, por ejemplo, pero la quieren en el Centro de la ciudad, pues de lo contrario tendrían que erogar más cantidades de dinero para los traslados de los muchachos.

Aun así, tienen esperanzas de que la vivienda con la que cuentan sea remodelada, o que les den una mejor opción pero cercana.

Los indígenas son apoyados por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) con despensas. Por lo general, hacen una petición de las necesidades que tienen y la CDI los apoya en especie, por ejemplo con carne, frutas, vegetales, cereales, leguminosas, etcétera, con lo que cubren por lo menos esta necesidad.

Por otro lado, tienen otro tipo de necesidades como el vestido, el transporte, medicamentos en caso de que se enfermen, útiles escolares, papelería y material didáctico, que sostienen a través de las colectas que hacen durante los fines de semana.

Los jóvenes salen a las calles sábados y domingos para pedir ayuda económica en varios cruceros. Los recién llegados a veces colectan unos 15 a 20 pesos al día, mientras que los que ya tienen más tiempo posiblemente 100, pero con eso apenas tienen para comprar algunas cosas.

Dentro de sus demandas, también han incluido el reconocimiento con clave de la Secretaría de Educación del Estado de Durango (SEED), de un nivel preescolar, una primaria y una secundaria, que se ubican en la colonia Luis del Carmen.

En el nivel preescolar se tienen 50 alumnos, en primaria 70 y en secundaria 50. A estas instituciones acuden los indígenas, pero la mayor parte son de las mismas colonias aledañas.

Según lo que les ha informado la SEED, se está observando la posibilidad de darles la clave a las escuelas, pero pretenden cambiar a los maestros, situación que consideran injusta, ya que durante varios años han estado prestando su servicio sin recibir a cambio ningún sueldo.

La situación de los indígenas en este sentido, en educación básica, es incierta y con el peligro de que no se les reconozca sus estudios si es que no se otorgan las claves; sin embargo, son aspectos que las autoridades educativas aún están estudiando.

Muy curiosos

Al llegar a la Casa del Estudiante Indígena se respira un ambiente diferente a alguna comunidad indígena o a cualquier otro albergue indígena. Mientras en un albergue indígena de adultos éstos se muestran desconfiados y renuentes a dar algún tipo de información y marcan su distancia, los adolescentes y jóvenes se muestran más abiertos.

Cuando El Siglo de Durango llegó a realizar este reportaje, las jovencitas y jóvenes que ahí se encontraban y que ya estaban listos para ir a la escuela en un turno vespertino acudieron a la oficina de recepción donde se encontraba El Siglo de Durango. Ahí ellos también participaron en sus opiniones en cuanto al apoyo que desean del Gobierno del Estado.

Incluso, las jovencitas platicaron que comieron algunas quesadillas antes de dirigirse a la escuela. Algunos, para no ser entendidos de lo que se dice, mejor hablan en su dialecto tepehuano.

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