Terminó la temporada de la Fórmula Uno con un toque melodramático, parecido al de las telenovelas que tan acostumbrados estamos los mexicanos de emplear parte de nuestra vida para verlas.
Más allá de la rivalidad entre las dos potencias automotrices de este serial, gran parte del interés mediático fue la confrontación entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton.
A grandes rasgos fue la escenificación del nuevo siglo de "Caín y Abel", con la diferencia que tanto uno como otro se decían ser Abel y su contraparte el Caín.
Alonso dejó Renault para enrolarse al proyecto de McLaren, que buscaban alcanzar con el piloto español el dominio que algún momento tuvo Ferrari y Michael Schumacher.
Sin embargo la escudería inglesa contrató al novato Lewis Hamilton, que venía a potenciar a un equipo hambriento de triunfos. Y además se tiene que considerar que a la salida de Kimi Raikkonen de las "flechas plateadas", el equipo de Ron Dennis buscaría a cualquier precio llevarse el doblete del campeonato, dominar tanto como equipo y en la competencia de pilotos.
Todo parecía que Alonso tendría el apoyo para subir al podio por su tercer título de manera consecutiva, aunque con la diferencia de que no es tan preciso y dominante que Schumacher. Sin embargo Hamilton empezó a demostrar que el calificativo de novato le estorbaba y a convencer de que podía pelearle a todos, incluso al primer piloto de su equipo.
Sería la afinidad con el piloto inglés o quizás el hecho de que Alonso quería todo el apoyo para él, pero lo que fue sucediendo al interior del equipo de McLaren fue una cadena de desafortunados eventos.
Luego vinieron las sanciones tanto para Alonso como para Hamilton, y también hubo diferencias en la aplicación del reglamento. La cereza en el pastel fue la investigación por espionaje de parte del McLaren hacia Ferrari. Fue el primer anuncio de que el proyecto se venía abajo.
Por ello buscaron por lo menos asegurar lo poco que les queda por ganar, el campeonato de pilotos, pero, ¿a quién se le daría todo el apoyo? Indiscutiblemente a Hamilton, por quien apostó Ron Dennis, dejando a un lado a Alonso. El resultado final se dio en el circuito de Interlagos, donde Kimi Raikkonen le dio la última bofetada a McLaren, dándole a Ferrari todo cuando en meses anteriores ya no tenían posibilidades.
La gran enseñanza que deja esta temporada es que se puede tener grandes pilotos, grandes inversiones, grandes autos, pero cuando no hay equipo todo se viene abajo. El futuro de McLaren y de Ron Dennis penden de un hilo, Alonso posiblemente retorne a Renault, mientras que Hamilton tendrá que recuperarse del golpe de estar tan cerca y tan lejos de su primer título.
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