TORREÓN, COAH.- Como un rayo de luz en medio del oscuro escenario, Valentina Lisitsa se presentó en el Teatro Isauro Martínez (TIM) dentro del Festival Internacional de Piano.
Ataviada con un vestido verde seco con reflejos tornasol, la pianista tomó su lugar y de inmediato se transformó para volcar toda su concentración en el instrumento.
De entrada, frenética y exacta fue la interpretación de Lisitsa con el Etude Tableaux, Cuatro Preludios de Sergei Rachmaninoff.
Tocó el Allegretto y en ese primer movimiento ya se había ganado al público, así que de inmediato surgieron los “bravos” y una temprana ovación.
Llegó el momento de tocar Op. 32 No.5 Moderato y la melancolía inundó el teatro con el místico sonido que logró la pianista, pues el espectador podía lograr evocaciones ambivalentes como si fuera un nostálgico recuerdo de la felicidad.
Luego siguió Op. 32 No. 10 Lento, movimiento mágico, sublime y seductor, que fue definitivamente uno de los más profundos de la noche, en donde gracias a los dedos de Lisitsa fue posible dejar al descubierto a un autor excelso que dejó toda su pasión en esta pieza.
En cuanto a técnica lo que le siguió fue más difícil, pues Valentina tocó el Op.23 No.5 Alla Marcia, con gran energía y poder, sobre todo lo que destacó de estos preludios fue el dominio que tiene la ejecutante sobre el piano.
La siguiente obra fue Sonata en fa menor de Beethoven, que se llama también Appasionata y compuesta de tres movimientos que son el Allegro Assai, Andante con Moto y Allegro Ma Non Troppo, de los cuales logró ejecuciones brillantes y muy precisas.
Después del intermedio, el programa siguió en una línea pues tocó Fantasía sobre el Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini, de Sigismond Thalberg, seguida de Escenas de Niños de Robert Schumann, que evidentemente no fue escrita para niños pero no por eso es menos dulce y no muy virtuosa, pero totalmente agradable.
Finalmente siguió el momento esperado con la Danza de la Muerta de Franz Liszt, en su versión para piano solo, con la que Lisitsa arrancó el aplauso del público. Al cerrar el concierto la pianista fue tan aplaudida que otorgó un encore a la audiencia.