Como lo he mencionado en mis notas anteriores soy escéptico a los Foros Mundiales, que desde luego presto atención para estar informado y además de tener la oportunidad de escuchar o leer la opinión de personalidades en los diferentes ámbitos por sus conocimientos y la relevancia de los cargos que ocupan.
Acaba de terminar el Foro Económico Mundial en Davos Suiza, en donde de acuerdo a las reseñas asistieron 24 Jefes de Estado, 85 Ministros, representantes de las principales Multinacionales, Dirigentes de Organismos Internacionales, ONG´s, Amnistía Internacional, Greenpace, estudiosos y analistas de diversos sectores del Orbe. A pesar de que las principales potencias comerciales promueven la liberalización del comercio internacional para mí no se cumple con los discursos que se pronuncian en lo que se refiere a la solución efectiva a los contenidos sociales de fondo, ya que se trata de encuentros para atender lo que se relaciona exclusivamente para la élite económica mundial.
En ningún momento se da seguimiento a los requerimientos de los países más pobres y aún los sub-desarrollados para recibír facilidades en el acceso a sus mercados y recursos naturales que permita una mejora en la situación de la población de dichos países; la verdad es que el tiempo transcurre y se hace más patente la brecha entre los poderosos y quienes apenas sobreviven sin la esperanza de que se reduzca la miseria.
Además hay que reconocer que en las últimas dos o tres décadas se ha registrado una acelerada internacionalización del capital y la tecnología, permitiendo que las empresas trasnacionales se alejen de los gobiernos y operan con plena independencia de ellos o bien existe un estrecho vínculo entre el Estado y las grandes empresas para que de acuerdo a los intereses de las mismas se definan las políticas económicas y financieras que les permita obtener tasas de ganancias impresionantes.
Entre ellas mismas se producen grandes diferencias porque de acuerdo a su capacidad y volumen traen consigo fuertes variaciones en los valores y los precios de las mercancías y la gran volatilidad por el propio dinamismo de la inversión, puede resultar con fuertes caídas en la rentabilidad y en la competencia donde quedan en el camino los productores menos eficientes.
Al acelerar la expansión del capital el sistema económico-social se vuelve destructivo e inequitativo, provocando severas crisis que cada día más afecta a la mayoría de los países en el mundo que se ven sometidos a los capitales en donde la equidad y prosperidad se les niega y que sin exagerar nos puede llevar a una problemática social creciente y de alcance universal.