A los “enganchados” queretanos, víctimas de una red de traficantes y explotadores de personas les quitaron sus documentos y solamente portaban credenciales de la empresa isleña. (El Universal)
Son ‘contratados’ para trabajar en condiciones prácticamente de esclavitud
QUERÉTARO, Qro.- Una red de traficantes y explotadores de personas que opera desde el municipio queretano de Pedro Escobedo, quedó al descubierto luego que alrededor de seis trabajadores lograron huir del lugar en donde eran retenidos: la isla de Bimini Bay, en Bahamas.
Por espacio de tres meses —narraron los queretanos Mauricio Santos de Vicente y David Alejandro González— trabajamos sin recibir paga alguna, alimentándonos con penurias y sin servicio médico ni contacto con el exterior. Incluso, dos de nuestros compañeros de aventura fueron cedidos a otro contratista, como si se tratara de cualquier mercancía.
Asimismo, revelaron que en esa isla hay por lo menos otros cien mexicanos procedentes de Querétaro, Hidalgo, Chiapas el Estado de México y del Distrito Federal que, igualmente, trabajan en condiciones prácticamente de esclavitud.
Relataron que en Querétaro fueron “enganchados” por una persona de nombre Leonarda Olivera Torres, quien les prometió que ganarían 13 mil pesos al mes trabajando para la empresa Arg. Construction Limited, ubicada en dicha isla caribeña.
Allá, en Bahamas, el “contacto” para que los mexicanos lleguen, es Ramón Guapilla, quien también es su jefe en la empresa constructora, dijeron.
Atribuladas, las esposas de los “enganchados” aseguraron que “posiblemente personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores pudiera saber de esta red de tráfico, pues por espacio de tres semanas, personal de la misma en San Juan del Río, negaron la ayuda solicitada y más aún, se burlaron de nosotras”.
Al recordar la amarga experiencia de los siete queretanos -seis de Pedro Escobedo y uno de San Juan del Río- Mauricio Santos de Vicente y David Alejandro González señalaron que estando en Bahamas lo primero que les hicieron fue quitarles todos sus documentos y a cambio les entregaron una “credencial” con la que les dijeron, pueden andar por toda la isla.
De inmediato nos percatamos de que todo lo prometido no era real; “nos hicieron firmar un contrato escrito en inglés”, sin darnos cuenta que ahí autorizábamos al capataz a cobrar los salarios en nuestro nombre.
“Cuando llevábamos un mes trabajado y sin haber recibido el pago, decidimos ya no trabajar más, lo que causó que nos maltrataran, insultándonos y dándonos solamente una comida al día. También nos amenazaron de que si seguíamos en esa actitud, nos iban a mandar a una cárcel”, explicó Mauricio Santos.
El caso fue descubierto luego que uno de ellos, David Alejandro González, sufrió un accidente al caer de un andamio que estaba a una altura de seis metros, fracturándose una de las vértebras cervicales.
Hubo necesidad de enviarlo a hospitalización a la capital de Bahamas, en donde estuvo por espacio de 18 días, sin que sus “patrones” lo buscaran.
Desde ahí, David Alejandro logró llamar a Querétaro para pedir ayuda a sus familiares y poder regresar a México.
Ana Isabel Mata, esposa de Juan Gabriel Martínez, acudió a pedir ayuda a la Presidencia Municipal de Pedro Escobedo y al área de protección de la Secretaría de Relaciones Exteriores en San Juan del Río, cuya titular, Martha Bravo Martínez, no les creyó por lo que nunca gestionó su repatriación.
Finalmente, el 19 de julio arribaron a Querétaro, con el auxilio del diputado local, Jaime Escobedo Rodríguez, quien se comprometió a defenderlos jurídicamente para que recuperen el dinero devengado y se les cubran además los gastos médicos que tuvieron que realizar.
El legislador, sin embargo, destacó como elemento fundamental el hecho de que esta red de tráfico de personas sigue operando con toda impunidad, sin que exista una instancia legal que los frene.
Más aún, reveló que apenas la semana anterior salió otro grupo de 20 queretanos que fueron “contratados” en las mismas condiciones, por lo que agregó que esta era “una voz de alerta para que se frene esta acción ilegal”.
QUERÉTARO, QUERÉTARO
‘Lloré cuando sentí que no iba a regresar a casa’
“Defraudado en lo más profundo, lloré cuando sentí que no iba a regresar a mi casa y que no vería más a mi familia”, narró Juan Gabriel Martínez Santos, quien por la necesidad de tener mejores ingresos para mantener a su familia, firmó el contrato para ir a trabajar en las islas Bahamas, sin saber que sería explotado prácticamente como esclavo.
Cuando su esposa, Ana Isabel Mata, lo escuchó por teléfono que había sufrido un accidente y que no tenía forma de salir de la isla, decidió luchar y acudir a cualquier instancia para que pudieran reencontrarse.
“Mis hijos lloraban por su padre y me pedían que fuéramos por él hasta allá, para lograr que regresara”, relató.
Ana Isabel platica que sus dos niños, Juan Manuel, de 13 años de edad y Ana Gabriel de nueve, “lloraban por la situación de su padre, mucho lloraban”.
Dice que lo único que querían era que su papá “estuviera aquí y lo oían a él por el teléfono, diciéndoles que pronto iba a volver; aunque sin saber cuándo, porque a ellos les decían que era casi imposible salir de esa isla”.
Juan Gabriel se fue a las Bahamas, el 12 de mayo de este año, en compañía de su cuñado, René Mata Gutiérrez; uno de sus primos, Mauricio Santos de Vicente y su amigo, Darío Chávez Molina.
Recuerda que se animaron a irse luego que la “pollera”, Leonarda Olvera Torres les dijo que pagaban bien, que de 13 mil a 16 mil pesos al mes “y por eso nos pusimos a pensar y nos fuimos”.
Sin embargo, la promesa se rompió al llegar a ese país caribeño, a donde arribaron cargados de ilusiones.
“Nos esclavizaron. El señor nos ponía a trabajar desde las siete de la mañana a las cinco y media de la tarde, a la hora más fuerte del fuerte calor. Solamente comíamos arroz con frijoles y en un solo galerón dormíamos hacinadas hasta 70 personas, que también llegaron de diversas partes”, dice Juan Gabriel Martínez.
Hoy, Juan Gabriel Martínez, a sus 30 años de edad, junto a su familia todavía se está recuperando de sus lesiones. Su viaje al paradisiaco lugar de las Bahamas le trae muy malos recuerdos y aunque no tiene trabajo, está muy seguro de que él ya no se iría a otras tierras “¡para nada!”.