¿Regalos para la ciudad? A estas alturas ¿quién regala? Si la ciudad se tiene que pagar sus regalos entonces ya no son regalos sino obras que urgentemente se necesitan para resolver problemas económicos, sociales, morales y culturales. Agregaríamos que también el problema cívico es un grave problema. “El Santos” es insuficiente para cultivar el orgullo ciudadano en una ciudad donde se cierne la inseguridad pública, hay pocas fuentes de trabajo, un centro histórico que ni es centro y es histórico por la pura inercia, porque en otras ciudades así se llama; aunque aquí no pase de ser un muladar en donde se multiplican locales cerrados.
El espectáculo es de todos los días. A nuestros dirigentes no les interesa ponerse de acuerdo. A lo mejor así no se hacen las obras. Uno dice negro, otro dice blanco, aquél le llama gris. Y mientras son peras o manzanas, todo queda en las buenas intenciones y en las fotografías de los espectaculares, donde las caras risueñas te dicen ¿Cómo la ves? Yo definitivamente la veo muy mal.
Cuéntele: Museo de la leche, acuario, (¡¡¡¡¡) estacionamiento subterráneo, puentes, carreteras, nueva alianza, el manto de la virgen, museo de la revolución, etc. (¿Se acuerdan del rumor ése de que los hoteles se construían porque se iba a poner un grandísimo parque de diversiones? ¿Esto será ese parque de diversiones?).
La referencia histórica es que cuando los reinos se dividían, los reinos perdían. ¿Por qué Grecia no fue potencia en su tiempo cuando fue la cuna de la civilización occidental? Porque estaba dividido. Esparta y Atenas eran dos puntos de vista irreducibles. Las guerras continuas entre ellos mismos fueron las causantes de su falta de unificación. Tuvo que unificarlos Alejandro y es él la causa de la exportación de la cultura griega a Occidente. (Fuera del siglo de Pericles qué más pueden ofrecer los griegos?). El Imperio Romano se vino abajo después de su división entre Oriente y Occidente. El Imperio Merovingio tampoco prosperó porque los papis repartían la herencia entre sus hijos que inmediatamente se peleaban entre sí para unificar el imperio. El Imperio Carolingio pasó por el mismo proceso. Los musulmanes en España, comenzaron a perder poderío cuando se destazó el imperio en pequeños reinos.
Las grandes civilizaciones son aquéllas que permanecen unificadas. Han llegado a ser grandes cuando alguien las ha unido, por la buena o por la mala, pero las ha unido.
Lo que se ve en la ciudad es una desunión, una terrible desunión a causa de los egoísmos particulares que no han podido pactar, ceder, comunicarse. Cada quien trata de convencer de su idea sin que ninguno convenza. ¿Todo hace falta? Todo hace falta y nada hace falta. Primero habría que partir del concepto de ciudad que se tiene a corto y largo plazo. Primero habría que analizar cuáles son las características que a esta ciudad habría que imprimirle para fundamentar nuestro futuro como ciudad ¿Industrial? ¿Agrícola? ¿Comercial? ¿Cultural? ¿Centro educativo? En realidad todo esto lo hemos sido y lo somos. Nuestras características han sido mostrar riqueza de opciones. ¿Qué es lo que está en juego ahora? ¿Necesitamos un acuario? ¿Necesitamos dignificar el centro? ¿Necesitamos más puentes? ¿Necesitamos salvarnos como núcleo comercial? ¿Necesitamos rescatar nuestro devenir histórico y dignificarlo? ¿Qué necesitamos? Nadie habla de eso. La feria de las vanidades habla de lo que a ellos les conviene, no lo que le conviene a la ciudad.
El presenciar este espectáculo es como presenciar las jornadas a trancazos arrabaleros de nuestro Poder Legislativo. Es el desencanto de vivir en un país que no encuentra su camino, de una ciudad cuyo esfuerzo para ser no es reconocido por aquéllos que actualmente más maman de sus ubres, hablando de vacas y del museo de la leche. Que son herederos de quienes dieron la vida por un ideal para modernizar a la nación, hablando del museo de la revolución; de los que estaban orgullosos de haber vencido al desierto, hablando de la agricultura, de la industria y del comercio, remodelación del centro histórico, carreteras, puentes.
No sé si al desaparecer el distribuidor vial desaparecerá nuestro derecho a modernizar a nuestra ciudad. No sé si nuestro sino es compartir con el ejido su futuro. En esta región nació el ejido como un intento de justicia social. Pero ahí está el ejido sin lograr el propósito para lo que fue creado, sin nadie que se acuerde de él, y acá está el centenario sin concretar la obra necesaria para disparar a la región a la vida del siglo XXI.
¿Investigadores? ¿Universidades? ¿Líderes? ¿Intelectuales? Receta: Tómese una mesa y sus respectivas sillas. Enciérrense en ella a los principales actores de este conflicto. Póngaseles a hablar. Si no se ponen de acuerdo, decídase por mayoría. Si no resulta, pónganse las obras en una urna y entonces se sortean. Si no resulta, espérese hasta el siguiente período político para renovar sus esperanzas en la ciudad, y sobre todo en los políticos.
P.D. Bendito jueves. Se pusieron de acuerdo. Al fin se pusieron de acuerdo.
Aleluya.
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